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El microrrelato: la literatura de lo súbito

En los últimos años, este género ha abandonado la clandestinidad donde se hallaba. Para conocer más de él y de su presencia en el Perú, conversamos con Óscar Gallegos, compilador de la antología 'Cincuenta microrrelatos de la Generación del 50'.

Publicado: 2015-02-21

Los días jueves 26, viernes 27 y sábado 28 de febrero, en las instalaciones de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Áncash 207, Centro Histórico de Lima), se desarrollará el V Congreso Nacional de Escritores de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción Peruana. Entre las actividades programadas de este valioso evento académico, que contará con la participación de cerca de 40 ponentes, podremos encontrar mesas de autores, venta de libros y presentaciones de títulos relacionados con la temática del congreso.

Uno de esos libros a ser presentados es Cincuenta microrrelatos de la generación del 50 (Trashumantes, 2014), una antología realizada por el investigador sanmarquino Óscar Gallegos (Lima, 1978). Este volumen muestra una serie de textos breves producidos por autores pertenecientes a la denominada generación del cincuenta, una de las más innovadoras de la literatura peruana. 

luis loayza (izquierda), aquí acompañado por el crítico abelardo oquendo,
es uno de los autores más representativos de la ficción breve peruana.

Algunos de los escritores presentes en esta selección son conocidos por su producción narrativa clásica, ya sean cuentos o novelas, como Julio Ramón RibeyroLuis LoayzaCarlos Eduardo Zavaleta o Antonio Gálvez Ronceros. Pero también hay otro grupo de ellos que, aunque recibieron menor atención de parte de la crítica, también cuentan con una obra que hoy merece ser más leída, como Luis Felipe Angell (conocido por todos como Sofocleto) o Carlos Mino Jolay, por mencionar un par.

Como bien ha señalado Rony Vásquez, en una reseña publicada en la revista virtual Internacional Microcuentista, uno de los mayores aportes de la compilación de Gallegos es presentar textos de autores cuya práctica de la microficción hasta ahora permanecía olvidada: Sebastián Salazar Bondy, Raquel JodorowskyFrancisco Izquierdo Ríos y Óscar Acosta

el investigador óscar gallegos 
(foto: ana cabrera)

Gallegos es editor en Fix100. Revista hispanoamericana de ficción breve (cuyos números puede ser revisados aquí). Además de publicar artículos en otras revistas especializadas, en 2012 fue finalista del concurso internacional de microrrelato "La Casa Vacía", en España. 

Con el motivo de conocer más sobre este género literario, que de a pocos abandona la condición clandestina a la que fue confinada por años, así como sobre su relevancia en la literatura peruana, LaMula.pe conversó con Gallegos.


[La presentación de Cincuenta microrrelatos de la Generación del 50 ha sido programada para el sábado 28, a las 11:50 am, en el auditorio de la Casa de La Literatura. Además del compilador, estará presente el investigador también especialista en minificción Jorge Ramos Cabeza. El ingreso —así como a todas las actividades del congreso— es libre.]

(foto de portada: Ana Cabrera)


¿Cómo se inició tu pasión por el microrrelato?

Por azar y subrepticiamente. Hurgando libros viejos, Juan José Arreola me encontró. Luego me cayeron otros rayos: Julio Torri y Augusto Monterroso. Más adelante por el 2008, en plena huelga de la universidad, merodeando esas ferias de libros que se instalaban en San Marcos, encontré Breves, brevísimos. Antología de la minificción peruana, de Giovanna Minardi (2006). Realmente esta antología me sorprendió no solo por el increíble arco temporal, que va entre los siglos XVII y XXI, desde Garcilaso hasta nuestros últimos escritores, sino por la cantidad de escritores peruanos seleccionados: 54. Desde luego, había leído algunas antologías de la minificción hispanoamericana, pero en ellas los peruanos brillaban por su ausencia. Esto me llevó a escribir en 2008 una reseña para la revista Tinta expresa y posteriormente a investigar un poco más en el tema.

(foto: ana cabrera)

Uno escucha el término “microrrelato” y cree saber de qué se puede tratar: algo como una especie de cuento breve. ¿Podrías decirnos cuáles son las características propias del género?
Un microrrelato es un rayo fulminante de narración. Es como esos barcos gigantes encerrados en pequeñas botellas perdidos en el mar, esperando a ser liberados o descifrados. Porque en los buenos microrrelatos podemos encontrar grandes historias. Un macrocosmos en un microtexto. Y es por eso que este género necesita de lectores sagaces y cómplices. Hablando formalmente son tres los rasgos genéricos que todo microrrelato debe tener para considerarse como tal. Una de ellas es la brevedad, que siempre será relativa al contexto de cada lector. Por ello, este rasgo no solo es una cuestión de cantidad, sino que también está relacionada con la tensión y la concisión que se le imprime al relato. Aparte de la brevedad está la narratividad. Es decir, debe contar una historia. Debe tener los rasgos de la narración.
No se trata de que simplemente se describa una escena o una imagen...
Claro. Ese es uno de los problemas. Porque muchos antologadores, no solo en el Perú sino también en otras partes, seleccionan, supuestamente para antologías de microrrelatos, textos que son breves y algunos de ellos ficcionales, y los catalogan como microrrelatos, cuando no presentan esta narratividad. El texto por más pequeño que sea tiene que contar algo. Así sea una línea. Entonces, retomando, estos rasgos son: brevedad (o hiperbrevedad), narratividad y el otro rasgo es la ficcionalidad. Porque hay algunos textos que son breves —incluso narran algo—, pero no son ficcionales. Por ejemplo, una anécdota, donde alguien le cuenta algo a alguien y eso solo está basado en un hecho real. No hay invención, no hay ficción.
¿Un chiste no es un microrrelato?

Hay un problema con el chiste. Algunos dicen que es subliteratura. Pero yo sí veo al chiste como un microrrelato, siempre y cuando tenga los tres rasgos mencionados. Hay, por ejemplo, un chiste famoso de Enrique Anderson Imbert:  

"El ángel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro:

-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino.

-¿Zangolotino? —pregunta Fabián azorado.

Y muere."

Ese es un chiste, pero hay una pequeña historia. Se podría considerar un microrrelato humorístico.

¿El microrrelato es realmente un género independiente, o es solo una modalidad o tipo de cuento pequeño?

En mi tesis [El microrrelato peruano en la narrativa del cincuenta (1950-1959): Luis Loayza, Luis Felipe Angell y Carlos Mino Jolay] postulo que es un género independiente y relativamente autónomo frente a otros textos narrativos. Lo digo porque el microrrelato, aunque comparte muchos rasgos formales con el cuento, se diferencia de este sobre todo pragmáticamente. En el sentido de que un escritor produce un microrrelato de manera distinta a la que haría si escribe un cuento: utiliza estratégicamente recursos como la elipsis, la intertextualidad, la metaficcionalidad, etc., para lograr esa densidad semántica y esa virtualidad (potencialidad) narrativa tan característica de este género. Y el lector a la hora de leer un microrrelato también espera algo diferente que al leer un cuento covencional. El lector ya sabe qué esperar en un microrrelato: algo súbito.

(foto: ana cabrera)

¿Y entre las categorías minificción y microrrelato qué diferencias o qué semenjanzas existen?
La minificción abarca al microrrelato. Pero no todas las minificciones son microrrelatos. La minificción quiere decir que sea breve y ficcional, nada más. Un poema en prosa tiene estatuto ficcional; un bestiario también puede ser una descripción ficcional; un aforismo también puede ser ficcional.
Por lo menos dos de los autores que estudias en tu tesis han sido conocidos por facetas distintas. En el caso de Luis Loayza con narrativa más tradicional y ensayos, y en el caso de Luis Felipe Angell como Sofocleto. ¿Crees que pueda decirse que el microrrelato es fruto de una actividad clandestina?
Se podría mirar en esa dirección. Ya que el microrrelato no ha sido reconocido por los estudios literarios peruanos hasta aproximadamente el año 1996, cuando Harry Beleván publica un artículo sobre el tema en la revista Quehacer. Luego, ya empiezan los primeros estudios, revistas, antologías y coloquios. Y, aunque en los últimos cinco años ya ha habido una mayor atención, todavía se podría considerar al microrrelato clandestino o marginal en la literatura peruana y en la difusión de las grandes editoriales. ¿Se lee microrrelatos en el colegio?
¿Y por qué ha permanecido en ese estado? ¿Qué ha provocado que el microrrelato sea ignorado hasta hace poco?
Pienso que no existía el aparato teórico y metodológico necesario para su aproximación. Incluso en todo el mundo, y sobre todo en Hispanoamérica, recién a mediados del siglo XX hay una producción más visible y sobresaliente. Eso no quiere decir que aparezca en esa época, pues la narrativa breve ha estado desde los orígenes de la literatura occidental. Mencionemos a las fábulas, los mitos, o toda la literatura oral breve. También lo aforismos, las anécdotas. Todas esas formas son milenarias. Y se contraponen a las grandes obras, las de largo aliento, como las epopeyas o las novelas. Pero es a mediados del siglo XX cuando aparece en Hispanoamérica un grupo de escritores que empieza a enfocarse creativamente en este tipo de textos. Estos son los herederos de los vanguardistas, de los modernistas, de Rubén Darío y de toda una literatura fragmentaria.
Se puede decir que este grupo, el de mitad de siglo, es el que hace que se le preste más atención al género.

Sí, sobre todo en Hispanoamérica. Es algo novedoso. Incluso Lauro Zavala, uno de los especialistas en este género, sostiene que es la literatura del nuevo milenio y que es el género que nace en Hispanoamérica para el mundo. Bueno, eso es definitivamente polémico. En Europa, sobre todo en España, que es lo que conozco, también han habido grandes escritores que practicaron la narrativa brevísima, solo que recién se les está estudiando en esta faceta, por ejemplo, Juan Ramón Jiménez o Ramón Gómez de la Serna. Ahora, recién a mediados del siglo XX nace creativamente con esta fuerza. Luego, en la década de los ochenta y noventa empiezan a aparecer los primeros ensayos y estudios académicos, como los de Dolores Koch, Francisca Noguerol o Lauro Zavala, que empiezan a reflexionar sobre esta nueva categoría y comienzan a diferenciarlo del cuento.

(foto: ana cabrera)

En el caso de Latinoamérica, ¿qué países han sido los estandartes?
En Argentina ha habido buena producción y reflexión, podría decirse que creativa y teóricamente ha estado a la vanguardia. La tradición de Borges, de Cortázar, que también hacía microrrelatos, y últimamente Ana María Shua. México también, con magníficos representantes como Julio Torri, Juan José Arreola y el mexicano por adopción, Monterroso. Creo que esos dos países, junto con España, son los que más han contribuido con este nuevo género. Pero no hay que olvidar que países como Estados Unidos, Colombia, Uruguay o Perú están valorando, estudiando y rescatando un importante corpus de creadores de las ficciones súbitas.
¿Cuál ha sido el recorrido de la minificción en el Perú?

Un primer momento es a inicios del siglo XX con las Fábulas Quechuas de Adolfo Vienrich, uno de los pioneros de los estudios folclóricos. En su pasión por la literatura oral quechua, Vienrich recopila mitos, fábulas y poemas. En Fábulas Quechuas (1906), que hay que distinguir de Azucenas Quechuas (1905), donde reúne los poemas, hay un conjunto de textos de menos de una o media página, que son pequeñas historias. Pienso que con este libro de Vienrich empieza la tradición del microrrelato peruano. Aunque no era muy conocido, me parece que es un hito importante. 

Hay otros estudiosos en el Perú, como Rony Vásquez, quien dice que se empezaría con Tradiciones en salsa verde, de Ricardo Palma. Pero según mi visión, no sería de esta forma porque el libro de Palma se publica en 1973, aunque su concepción fuera a inicios del siglo XX. Vásquez indica que estuvo circulando clandestinamente, pero la fecha de publicación me parece importante. En el caso de Vienrich, la difusión de estas fábulas estuvo a cargo de Manuel González Prada, quien lideró el círculo literario y político al que perteneció Vienrich. También ha habido gente que hizo conocido este material en esa época: José María Arguedas se inspiró en Vienrich para hacer su trabajo etnológico. 

Luego vienen los vanguardistas peruanos como César Vallejo. Vallejo tiene un libro que se llama Contra el secreto profesional (1923-1929). En este libro hay, además de relatos normales y ensayos, una sección titulada “Los carnets”, que consta de brevísimas narraciones de un párrafo e, incluso, de una o dos líneas, y que posteriormente apareció en las Obras completas. Esto ha llevado a que Vallejo haya sido incluido en antologías de microrrelatos en Hispanoamérica y que sea considerado por Ricardo González Vigil como un pionero de este género. Pero en Hispanoamérica se conoce más en este papel precursor al mexicano Julio Torri, quien publica Ensayos y poemas (1917), considerado por algunos como el libro fundacional del microrrelato.

El segundo momento importante es con la generación del cincuenta, la cual ya ha sido estudiada desde diversos ángulos (poesía, narrativa, ensayo). En mi tesis trato de reivindicar el microrrelato, ya que se lo ha mantenido en una condición clandestina. Pues, lamentablemente, la mayoría de teóricos ve los géneros de forma muy tradicional: cuento, novela y poesía. Y cuando se enfrentan a estos pequeños relatos no lo consideran como cuentos. Por ejemplo, cuando revisé la recepción crítica de El avaro (1955) de Luis Loayza, un autor que fue muy valorado desde el principio de su carrera, encontré que Luis Jaime Cisneros consideraba a ese libro como un buen ejercicio para algo “más serio”. Y así como Cisneros, otros críticos esperaban algo más de El avaro, pero no veían o no podían ver que ese libro ya era una obra. Incluso el cuento estuvo rezagado todo un tiempo en favor de la novela. Si recordamos, Julio Ramón Ribeyro tiene un ensayo titulado “Lima, ciudad sin novela”, en el que se busca la gran novela, por lo que los cuentos solo serían los medios para ese fin supremo. Entonces, los mismos teóricos de la época también esperaban esa novela ansiada. Y si el cuento estaba marginado y lo veían como algo inferior a la novela, imagínate los microrrelatos. Al revisar las antologías producidas en el extranjero, me di cuenta que había todo un conjunto de microrrelatos peruanos que valía le pena rescatar. Era algo que ya se había hecho en otros lados (en Argentina, en México, en España), pero aquí faltaba eso, era un terreno que no había sido explotado. Mi tesis se enfoca en el microrrelato desde un punto de vista teórico, también considera lo histórico. Los tres autores que analizo (Loayza, Angell y Mino Jolay) los veo como representativos de la narrativa del 50. Así, planteo que en los cincuenta el género ya se consolida creativamente.

Y un tercer momento se inicia en los noventa. Aquí ya se reflexiona sobre el género. Uno de los autores peruanos más destacados de este periodo, no solo a nivel nacional sino también internacional, es Fernando Iwasaki. Su libro Ajuar funerario (2004), que es un conjunto muy singular de relatos de terror, es la representación más significativa del microrrelato. También podría mencionar a Lucho Zúñiga con Cuatro páginas en blanco (2010). Otro es Ricardo Sumalavia, que tiene importantes libros de microrrelatos. De hecho hay otros nombres, pero estos tres los considero principales.

¿Cuéntanos cómo te animaste a preparar tu antología 'Cincuenta microrrelatos de la Generación del 50'?
Nació casi espontáneamente como producto de la investigación. En la tesis había realizado un trabajo de exhumación en los diez años más productivos de la generación del cincuenta, en diarios, revistas y libros. Esto para demostrar y rescatar un conjunto valioso y significativo de microrrelatos por parte de este grupo. Luego me di cuenta que valía la pena sacar a la luz esta recopilación, así que publiqué la antología, que coincidió con un viaje que hice a Kentucky (Estados Unidos) para el VIII Congreso Internacional de Minificción, realizado en octubre de 2014, donde también la presenté y difundí.
Tu libro va a ser presentado en el congreso de Literatura Fantástica y esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿existe una suerte de familiaridad entre el microrrelato y la literatura fantástica o es solo una coincidencia formal?

Se ha estudiado mucho esta relación. En el fondo, lo fantástico se complementa muy bien con el microrrelato y con todo lo breve, debido a que lo breve tiende a la ambigüedad, a dejar espacios, y lo fantástico, para generar el efecto buscado, necesita esta indeterminación. Potencia ese efecto. Por eso es muy difícil encontrar novelas fantásticas porque el efecto como que se pierde en el largo aliento. Hay una simbiosis entre ambos.


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Escrito por

Paulo César Peña

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Publicado en

Redacción mulera

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