César Vallejo, una de las voces poéticas más relevantes de la poesía en lengua castellana, desempeñó a lo largo de su vida diversos oficios. Uno de ellos fue el periodismo (colaboró en revistas peruanas como Variedades y Amauta, así como en el diario El Comercio).

Camino hacia una tierra socialista (Fondo de Cultura Económica, 2014) reúne los textos que el autor de Los heraldos negros dedicó a los países europeos que conoció durante su estadía en el viejo continente. Un conjunto de crónicas y ensayos donde se percibe la desilusión del mundo moderno pero también el horizonte de igualdad para hombres y mujeres. Asimismo, el libro contiene cartas y poemas que nos permiten conocer la evolución del pensamiento del vate.

Como se sabe, Vallejo enrumbó a París un año después de la publicación de Trilce (1922), un poemario que fue desdeñado por la mayoría de críticos literarios de su tiempo que no alcanzaron a comprender la renovación estética que propugnaba el libro (puedes conocer un poco más de su estancia en Europa aquí). 

césar vallejo en parís(1926)/foto: juan larrea

En Camino..., cuyo selección y prólogo estuvo a cargo de Víctor Vich, se recogen los escritos donde el poeta expone sus observaciones sobre Francia (sus monumentos, los avances de la ciencia y la tecnología); Rusia post-revolucionaria (la efervescencia política, el trabajo obrero, la vida urbana, el cine); y España (durante el tiempo de la Guerra Civil Española), donde vislumbra un futuro de libertad, heroísmo popular y batallas culturales.

El diario argentino La Nación publicó tres textos que encontraremos en este libro (puedes leerlos completos aquí). Compartimos un fragmento de uno de ellos:


El crepúsculo de las águilas (París, noviembre de 1926)

por César Vallejo

El contenido cósmico y cosmopolita de París es tan grande, su riqueza psicológica y social es tan universal, que en esta urbe se encuentran contenidas todas las demás urbes. París es Nueva York, Berlín, Londres, Roma, Viena, Moscú y, además, París. Ni Moscú se escapa de estar contenido en París. ¿Qué de original habrá en la capital rusa que no lleve el sello europeo que da París? El elemento comunista no va más allá de la máquina administrativa. En lo restante, Moscú conserva el tono ciudadano de la urbe europea contemporánea, cuyo paradigma es París; quienes han viajado de Moscú a París no sienten mayor cambio de normas y hábitos de vida social. He hablado con muchos de ellos y me han declarado que la vida de ciudad en Moscú no difiere esencialmente de la de París.

Se ha dicho de la capital francesa que es una cosmópolis. Hay que añadir que esta cosmópolis ha progresado y evolucionado hasta convertirse en ciudad cósmica. En la cosmópolis los extranjeros viven de huéspedes a plazo más o menos largo y sus intereses materiales y espirituales conservan su sello de origen; en la ciudad cósmica, los extranjeros han llegado a un género de convivencia más permanente, más homogénea, humana y universal. En Buenos Aires, tipo representativo de cosmópolis, las colonias extranjeras no pierden su fisonomía social y los ciudadanos italianos, ingleses, rusos, españoles son siempre españoles, rusos, ingleses, italianos. En París, tipo representativo de ciudad cósmica, las colonias extranjeras pierden su fisonomía social y se parisianizan, es decir, adoptan el ritmo social de París. Y es que a París no se viene para enriquecer, como en Buenos Aires, ni para divertirse y pasar, como en Biarritz o la Costa Azul: a París se viene para vivir más amplia y noblemente, es decir, para permanecer. A París se viene, no ya en exploración económica o mundana, es decir, transitoria y egoísta, sino en exploración vital y humana, es decir, generosa y acendrada. La urbe cosmopolita es un fenómeno económico o mundano; la urbe cósmica es un fenómeno desinteresado y se apoya en perspectivas y necesidades de orden más generoso, más profundo y permanente. Si París ha sido acaso antes una simple cosmópolis mundana, he aquí que ahora es ya la ciudad cósmica.

notas relacionadas en lamula.pe:

Vallejo: Patrimonio del Perú

La primera edición de «Poemas humanos» de César Vallejo, en PDF

Ya pues, dejen en paz a César Vallejo