Sobre Beto Torres, el encarcelado alcalde de Chiclayo, ya se ha dicho todo: qué fue líder de una red criminal integrada por unas 30 personas en torno a la municipalidad que dirigió; que a través de ella cobró millonarios “diezmos” a empresas que se coludieron para ganar licitaciones públicas; y que se benefició de la creación de un esquema de empresas de papel, que brindaron servicios fantasma al municipio chiclayano. 

La Fiscalía y la Policía, a cargo de la investigación, identificó a la organización que llevó adelante estos hechos, y la presentó así:

Pero de lo que poco o nada se ha dicho es de las ilícitas prácticas que, desde la administración pública, llevó adelante Torres no para enriquecerse, sino para querer. 

Y la persona que quiso, o quiere, es Katiusca del Castillo, la joven que llenó portadas de periódicos y programas de televisión a fines del año pasado, presentada como “La Jefa”. Se trata de la mujer por la que el alcalde de Chiclayo perdió la cabeza, y la libertad.

 Los siguientes son los “delitos menores” de un alcalde enamorado. 

La noche del 4 de julio del 2011, movimientos extraños en la calle Los Pinos, de la urbanización Santa Victoria, en Chiclayo, alertaron a los vecinos de esa zona residencial. Alertaron sobre todo a uno, a Ranjiro Nakano, que los grabó con la cámara de su celular: mientras una camioneta de Serenazgo brindaba resguardo, un camión del Servicio de Administración Tributaria de Chiclayo (SATCH) era cargado con todo tipo de enseres de una vivienda. Se trataba de una mudanza, usando vehículos pertenecientes a la municipalidad.

¿Quién era la “afortunada” persona a la que la Municipalidad de Chiclayo, en inédita muestra de colaboración con el vecino, puso a su disposición dos vehículos oficiales y personal municipal a su servicio?

Se trataba, por supuesto, de Katiusca del Castillo, a quien por entonces Roberto Torres, el alcalde, presentaba como una amiga, en tiempos en que su relación no era aún de dominio público. El camión del SATCH estaba allí para cargar todos los bienes de la casa de Katiusca, y trasladarlos hacia su nueva vivienda, aquella en la que en septiembre del 2014 se encontró S/. 1 millón de soles en efectivo, en el operativo que acabó con el reinado de Torres. 

LaMula.pe consiguió las imágenes de la mudanza, entregadas por el vecino Ranjiro Nakano.

Por este caso Torres fue denunciado por el delito de peculado de uso, y la Fiscalía ha formalizado investigación en su contra. De ser condenado, la pena sería absorbida por las sentencias de los casos mayores.

Cadena de favores 

El 7 de enero del 2011, una Resolución de Alcaldía de la Municipalidad Distrital de José Leonardo Ortiz, en Chiclayo, llamó la atención de la prensa local. En ella el alcalde, Raul Cieza Vásquez, contrataba a Katiusca del Castillo en su municipio, designándola Jefa de la Unidad del Archivo General.

Para entonces Katiusca ya era identificada como una amiga bastante cercana del alcalde provincial Roberto Torres, pero, ¿qué interés podría tener el alcalde distrital Raúl Cieza para beneficiarla con el puesto, no siendo necesariamente cercano a Torres ni miembro de su partido político? 

La pregunta también podía ser otra: ¿qué tuvo que hacer el alcalde de Chiclayo para que su pareja consiga un puesto de trabajo en una municipalidad que no era la suya, ni era administrada por alguien de su partido? Pues exactamente lo mismo que hizo su colega.

Roberto Torres contrató en la Municipalidad Provincial de Chiclayo a Filiberto Cieza Vásquez, hermano del alcalde distrial Raul Cieza Vásquez, designándolo Sub Gerente de Tránsito. La Resolución de Alcaldía fue emitida el 10 de enero de ese año, tres días después de la que nombró a Katiusca en la Municipalidad de José Leonardo Ortiz.

El evidente intercambio de favores fue identificado por la Fiscalía, quien acusó a Torres por patrocinio ilegal, caso que se encuentra en juicio oral, a la espera de sentencia. 

El reencuentro

Por esta última causa, Roberto Torres y Katiusca del Castillo volvieron a verse las caras el pasado 18 de enero -cuatro meses después de sus respectivos encierros- en la audiencia oral desarrollada en el penal de Picsi, en Chiclayo.

Hacia el final, y antes de ser esposados y trasladados a sus respectivos pabellones, Roberto y Katiusca, como en tiempos mejores, se despidieron con un beso.

Hoy se sabe que el ex alcalde de Chiclayo ha solicitado formalmente un encuentro privado con su pareja, derecho que asiste a cualquier persona privada de su libertad; y que la joven está dispuesta a casarse con él en el penal, para poder acceder así a este régimen de visitas. Tal parece que se trata, literalmente, de un amor sin barreras.