"¿Sólo a mí me cae como un baldazo de agua fría que MVLL sea el elegido para escribir el guión de la película basada en las 'Memorias de un Soldado Desconocido', de Lurgio Gavilán, que Lucho Llosa se prepara a rodar?"
Con esta pregunta abrió la historiadora Cecilia Méndez un breve texto, el cual compartió a través de su cuenta personal en Facebook, con el que manifestaba su suspicacia respecto a la intención de parte de Lucho Llosa y Mario Vargas Llosa de adaptar al cine el libro escrito por Lurgio Gavilán.
La posición de Méndez era que Vargas Llosa no podía ser la persona idónea, antes que por una cuestión de capacidades, por un asunto ideológico: "Aquél [Vargas Llosa] de las anteojeras dicotómicas: civilización/barbarie, occidental/andino, superior/inferior, Europa o nada, neoliberalismo o atraso (no hablemos del macartismo)".
Estas declaraciones no pasaron desapercibidas para el propio autor del libro, quien, también por medio del Facebook, dio su parecer sobre este asunto.
Gavilán señala que las diferencias ideológicas con MVLL son innegables, pero no vienen a ser determinantes a la hora de considerarlo como integrante del proyecto: "Puede no gustarme el caso de Uchuraccay y las declaraciones políticas o la defensa por una economía liberal, pero [Vargas Llosa] es un gran escritor y novelista en nuestros tiempos, más allá de mezquindades e histeria".
También rescata que existe libertad en la adaptación del guión, fuera de que él mismo les diera algunas sugerencias. Lo importante, apunta Gavilán, es que la película —una vez realizada— mostrará que "nadie es el otro. Y quizá después otra". Es decir, mostrar "un país donde nos sintamos más prójimos, más huklla (unidos) sin el veneno del odio y la violencia inmisericorde".
A continuación, las declaraciones de Lurgio Gavilán —a las que ha titulado como "Tatuajes en la memoria"— y la ilustración que las acompaña:
"Tatuajes en la memoria"
Siguiendo algunos comentarios que he recibido mediante la red, no hay nada mejor que agradecer a los que hicieron visible al soldado desconocido encarnado en Lurgio.
Desde que salió el libro en octubre de 2012, no ha dejado de asombrar a miles de personas; pero la vida no es sólo mía sino de tantos peruanos y peruanas que han sido reducidas a cenizas por una ideología genocida totalitaria y una represión militar brutal. Ése fue el tiempo que nos ha tocado vivir. Las secuelas de la guerra siguen doliendo en nuestro cuerpo, en la comunidad y en el país, poco a poco irá aplacándose hasta desvanecerse para luego volver otra vez en el cuerpo del pobre. Estamos vivos, no somos historia del pasado como predican algunos viejos y jóvenes que quieren terminar en un abrazo fraterno.
Sobre la película. Primero se interesó —después hubo interés por varios cineastas, pero el compromiso ya estaba— la productora Iguana de Luis Llosa, y cuando en una oportunidad nos encontramos con Mario Vargas Llosa, él dijo que le gustaría escribir el guión. Puede no gustarme el caso de Uchuraccay y las declaraciones políticas o la defensa por una economía liberal, pero es un gran escritor y novelista en nuestros tiempos, más allá de mezquindades e histeria. Hace poco leí el borrador del guión, me pareció bien, no es un documental sino ficción. Sugerí algunas cuestiones, pero ellos tienen la libertad para convertirlo en película. Por ejemplo, el amor serrano de empujones, o “más me pegas más te quiero”, no existe en las poblaciones de donde pertenezco. Es una construcción discriminatoria, es un mito pensar en una sociedad animalizada, tosca, o que el Estado debería de enseñar a los pobres para que sean limpios con programas de inclusión social, para que sean ciudadanos, etc. Más allá de estas banalidades, pero gigantescas para la escisión peruana, la película mostrará, como dijo Cecilia Méndez en alguna de sus frases: donde nadie es el otro. Y quizá después otra. También saldrán documentales del soldado.
Pensar en la humanidad es importante. Y cuando insisto en la guerra, pienso en que debemos de predicar la paz en todos los rincones del mundo. Ya es hora de callar y llevar la amargura dentro, y decir en voz alta que los pensamientos genocidas —como el modelo económico actual— enmascarados en justicia social nos conduce a lo infrahumano; sin embargo, a pesar de ser aplastados, reducidos, en medio de la pulverización y sometimiento, es posible construir un país donde nos sintamos más prójimos, más huklla (unidos) sin el veneno del odio y la violencia inmisericorde.
(foto de portada: prensafranciscanaperu.blogspot.com)