Una Venus de Milo con pistola en mano y una frase de Harry el Sucio –Go ahead, make my day (adelante, alégrame el día)– constituyen la reciente y polémica portada del semanario británico The Economist, que como siempre da puntillazos a personajes de la economía y la política. Esta vez, los protagonistas son Grecia, Alemania y Europa.

Un desafío para Alemania y el euro

En realidad, la hollywoodense frase es modificada porque está antecedida por el nombre Angela. Claro, es la canciller alemana Angel Merkel. El texto complementario lo dice todo: "Greece's challenge to Germany- and the euro".

En su editorial, The Economist recuerda que fue en Grecia "donde comenzó la crisis infernal del euro hace poco más de cinco años". Por ello, no debería sorprender que el posible desenlace final ocurra en ese país, tras la llegada de los izquierdistas de Syriza al poder.

Para la revista, al exigir un gran recorte en la deuda de Grecia y "prometer un fuerte de gasto público", Alexis Tsipras ha lanzado el mayor desafío hasta la fecha para la moneda única europea y por lo tanto para Merkel, quien apuesta por la austeridad como la única –y correcta– vía para Europa.

Los seguidores del semanario recordarán que éste le ha dedicado muchas portadas a la crisis griega, incluso antes de las elecciones proyectaba un posible triunfo de Alexis Tsipras. En medio de las felicitaciones y críticas al nuevo gobierno, The Economist resalta que la situación en Europa es distinta de cuando se aprobó el primer rescate a Grecia. Mientras Alemania, Finlandia y Holanda abogan (por las buenas y por 'las malas') por que ese país cumpla con sus deudas; Reino Unido y España temen que el éxito de Syriza en Grecia entusiasme a los electores en las próximas elecciones en esos países y opten por partidos de oposición al 'sistema'.


A favor y en contra de Syriza

El semanario considera que Tsipras está en lo correcto al afirmar que la austeridad de Europa ha sido excesiva y que las políticas de Merkel han estrangulado la economía del continente y originado la deflación. También reconoce que la deuda griega es impagable (pasó de 109% a 175% del PBI en los últimos seis años pese a los aumentos de impuestos y recortes de gastos).

Sin embargo, opina que el líder de Syriza se equivoca en “abandonar la reforma en casa”. Ello en referencia a los planes de “volver a contratar a 12,000 trabajadores del sector público, abandonar la privatización e introducir un gran incremento en el salario mínimo”. Tsipras –sentencia el semanario– “debería tirar a la basura su socialismo loco y atenerse a las reformas estructurales a cambio de perdón de la deuda”.

"Los votantes griegos pueden estar viviendo en un paraíso de tontos si piensan que Tsipras puede ejecutar lo que ofrece", subraya.


Merkel no pasa piola

Los británicos advierten que la canciller alemana debe reflexionar sobre las consecuencias de su obstinación. "Cinco años después del inicio de la crisis del euro –anotan– los países de la zona euro del sur continúan viviendo con casi cero crecimiento y alto desempleo".

Merkel, de momento, se muestra políticamente correcta pero ha advertido a Tsipras que no se salga de los cánones de la troika. 

"Si la señora Merkel sigue oponiéndose a todos los esfuerzos para impulsar el crecimiento y desterrar la deflación en la zona euro, se condenará a Europa a una década perdida incluso más débil que en Japón de 1990. Esto podría desencadenar una reacción populista más grande que la de Grecia en toda Europa. Es difícil ver cómo el euro podría sobrevivir en tales circunstancias. Y el mayor perdedor podría ser Alemania", detalla The Economist.

La edición de la revista calentó el ambiente político en Europa y se sumó al debate sobre el futuro de Grecia, de la Eurozona y la moneda comunitaria. Lo más probable es que el nuevo régimen 'obligue' a Europa a tomar algunas decisiones difíciles. Por lo pronto, ayer la Comisión Europea dijo que podría evaluar una condonación de la deuda griega, y durante la gira europea que ha emprendido Tsipras y su ministro de Economía, éste ha presentado novedades en su plan de gobierno.

Veremos qué dice The Economist en su siguiente edición.


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