El collage es la técnica ideal en la exploración lúdica de una percepción alterna a la realidad. Desde sus raíces en el dadaísmo y atravesando la fotografía, el término collage –acuñado por Braque y Picasso– interroga al concepto fundamental de lo que es la creación artística y a la vez ofrece un reflejo prismático del cambio social como medio diverso de reacción y propuesta, que encuentra en cualquier material cotidiano –periódicos, revistas, boletos, postales, etc.– la materia prima para crear híbridos visualmente dinámicos: una amalgama creativa de objetos encontrados. Pero con Kike ocurrió al revés: el collage lo encontró a él, en un momento de ocio creativo durante la realización de un videoclip.
CORTAR Y PEGAR

“Ayudé a un amigo con un video para la banda nacional Liquidarlo Celuloide. Trabajamos el concepto en stopmotion e hicimos algunos collages. Ya que estaba ahí con todas las herramientas, me animé a hacer uno y después otro y así hasta ahora que tengo cientos.” Kike trabajó como redactor creativo durante diez años en agencias de publicidad al finalizar la carrera de comunicación audiovisual en el IPP y “de algo sirvió la publicidad”, ya que al trabajar en duplas con diseñadores gráficos logró vincularse con ese mundo –del papel, la tijera, la cuchilla y la goma– en el que después se sumergió por completo.

A través de la historia, los artistas íconos del collage evidencian la amplitud de la técnica en intención y propuesta visual, desde la alemana Hannah Höch desafiando el lugar marginado de las mujeres en el siglo XX hasta el británico Richard Hamilton, pionero del arte pop británico, llegando a los diversos artistas que hoy hacen carrera con su habilidad para cortar y pegar (esto se puede ver en el Collagistas Festival, con sede en Berlín, que propone año tras año mudar de ciudad –este año Tesalónica, Grecia– buscando que nuevos artistas del collage confluyan para conocer métodos y culturas distintas).

“De chico nunca tuve intenciones de ser artista pero me inclinaba mucho por el cine y la música –consumía harta película de terror y ritmo metalero– íconos de la infancia que hoy se cuelan de alguna manera en cada collage. Encontré mi lado artístico con más de treinta años y ahora me gusta lo que hago, con paciencia y curiosidad, lo disfruto y quiero ver hasta dónde puedo llegar”.
YACIMIENTO DE CARTULINA


La propuesta de Kike añade el plus de la cartulina: esos colores intensos del legendario fabricante francés de papel artístico son los cimientos para distintos protagonistas en blanco y negro que Kike recorta de la revista Life “porque el grano de impresión que tiene es riquísimo”. Un escenario que empieza a poblarse de extraños personajes dónde él mismo ha sido elegido como el alguacil que llega todos los días muy temprano al ayuntamiento donde después de servirse un té y un pan con mermelada, observa todos los asuntos de la ciudad: hace rondas, contesta correos, redacta boletines y organiza al resto del personal.

Porque la propuesta de Kike no queda solo en cartulina, ya que tras su necesidad de coleccionar cada pieza bajo un solo significado con un propósito dirigido hacia algo radica la idea de concepto narrativo –en principio por su vínculo con el cine y la música, macerada después con procesos creativos publicitarios–, y gracias a ella se concretó la intención de que Canson City tuviese un espacio virtual: un dónde llegar, un extenso muro abierto donde se cuente más de aquella ciudad enmarcada y así poder también ser partícipe activo de su propia creación.

Kike nos cuenta con breves relatos y una línea narrativa –con palabras e imágenes– ya reconocible, las fantásticas aventuras en una ciudad que engendra tradiciones, costumbres y personajes históricos como Margarita Lyndon y Yasmina Montgomery-Barnes, las dos únicas mujeres en batirse en duelo a muerte, o lo que acontece en la Sociedad de Viajeros Astrales y La Coalición por la Dignidad Robótica o en la secta llamada La Orden Del Último Cometa que realiza ceremonias semanales con la esperanza de desviar la ruta del cometa –el de la profecía– mediante letanías y sacrificios vegetales y geológicos.

Margarita Lyndon y Yasmina Montgomery-Barnes. POr kike congrains.

“Son ejercicios de improvisación narrativa cuando tengo el collage listo –trato de hacer uno por semana– antes de subirlo al Facebook. Por ejemplo tengo versiones de póster clásicos de cine y los he incluido en el proyecto como parte de la cartelera de la ciudad. Y las historias han crecido gracias a la gente que se engancha en redes, comenta, comparte y está al tanto de qué más pasará. Así es divertido seguir creando.”
LA CIUDAD EN LOS MUROS


La arquitectura de cada collage es única porque no sólo se trata de cortar y pegar sino de precisión visual con contenido directo que provoque una reacción instantánea y potente, sea ésta una impresión inesperada, incómoda pero reveladora, divertida e inusual o cualquiera otra sensación que genere la empatía efectiva para capturarnos. La técnica en sí no es el limite sino el desafío, animarse a explorar otras formas como Kike se propone “ahora que he mejorado y tengo un trabajo mucho más limpio quisiera implementar cosas nuevas como el movimiento mecánico. También quiero hacer murales in doors, pero me gustaría llevar el collage a las calles aunque al intemperie tienen vida corta. Quiero hacer collages solo con cartulina ampliar mi trabajo fuera de Canson City que ya va haciéndose una vida propia”.

CANSON CITY los espera en las paredes de la Botika Bar en Miraflores hasta el 16 de Febrero para que exploren cada escena de esa, poco a poco, legendaria ciudad que va construyéndose desde lo lúdico de quien incorpora su dinámica de vida en capas y formas únicas en cada pieza. “Es cómo si fuese niño otra vez” dice Kike y estamos invitados a convertirnos en uno también y asombrarnos con cada detalle que esconden esas siluetas de diversas formas, estilos y colores como de sus breves historias mitológicas.