Recuerdo muy bien que a los pocos días de haberme prestado La casa de cartón, y de haberme recomendado muy especialmente su lectura, atravesando juntos la plaza San Martín, me señaló a un individuo pálido, vestido de oscuro, con sombrero, que llevaba un rollo de papeles bajo el brazo. "Ese es Martín Adán", me dijo.
Estas palabras son de la poeta Blanca Varela y son parte de un testimonio (disponible en el Archivo Blanca Varela) que ella escribió alguna vez en homenaje a la memoria de Sebastián Salazar Bondy. El episodio descrito debió ocurrir entre 1943 y 1944, cuando los integrantes de la posteriormente denominada "Generación del 50" eran apenas unos jóvenes estudiantes universitarios.
Llama de inmediato la atención que Adán, ya para entonces considerado una figura relevante de la literatura nacional (solo unos años más tarde, en 1946, obtendrá el Premio Nacional de Poesía) aparezca en este breve relato como un personaje fugaz que es contemplado desde la distancia.
La escena, no obstante, viene a ser muy útil para describir las condiciones en las que se halla hoy en día la obra de Adán. Si bien se la reconoce y admira sin reticencias, para una gran mayoría de lectores se trata aún de un autor poco accesible. No solo por la complejidad de su poesía, sino también por el trato que se le ha dado en el circuito editorial.
Y resulta muy significativo que Varela mencione a La casa de cartón como el libro que estaba leyendo en ese momento. Porque aún en la actualidad, ese conjunto de prosas —que para maravilla y sobresalto de sus estudiosos no puede ser definida con claridad (¿novela lírica? ¿poemas en prosa?)— es la parte de su producción que más difusión ha tenido.

portada de la edición española de huerga y fierro (2006)
Incluso fuera de nuestras fronteras, el primer libro de Adán ha merecido mayor atención que su obra posterior. Solo por mencionar algunos casos, en 2006, Huerga y Fierro, en 2009, Barataria, ambas de España, y en 2013, Mansalva, de Argentina, lanzaron nuevas ediciones de La casa de cartón.
Basta un recorrido por las zonas donde predominan los libreros de viejo (o una adecuada búsqueda a través de Internet) para que el lector se encuentre con por lo menos una docena de ediciones distintas de origen nacional.
Sin embargo, hay que hacerle justicia a Adán. Pues La casa de cartón, aunque sea un libro deslumbrante e intenso, solo es el principio de su carrera. Para él mismo solo se trataba de un "ejercicio de gramática", como indicó en el diálogo que sostuviera con el periodista Mario Campos, en 1983.
Este llamado —extensible, en verdad, al resto de nuestra tradición literaria— es mucho más contundente con respecto a Adán, pues, como ha ocurrido en pocas ocasiones en nuestro país, su obra ha aparecido a través de diversos soportes a lo largo de los años. La suya probablemente sea, después de las de César Vallejo (cuyos poemas son declamados y musicalizados año tras año) y Mario Vargas Llosa (piénsese en películas como La ciudad y los perros o Pantaleón y las visitadoras), la obra escrita que ha tomado más cuerpo en otros medios distintos a los de los libros.
Así pues, en 1964, por medio de la Librería-Editorial Juan Mejía Baca, y luego en 1984, gracias a la compañía Popular y Porvenir, se editó La mano desasida, un disco de vinilo de 33 rpm. que traía una serie de poemas recitados por el propio Adán.

portada del disco en su edición de 1964

Por supuesto, como todo libro de gran importancia, se agotó. Hoy este volumen no se puede encontrar en ninguna librería. Salvo que uno paseé por algún rincón de las calles Quilca, Camaná o Amazonas, en el Centro de Lima.
La otra alternativa es recurrir a la página web de la Colección Martín Adán que, en un gesto muy loable, la propia PUCP se encargó de poner en marcha desde 1999, a partir de los archivos que Juan Mejía Baca, editor y amigo muy cercano del poeta, entregó a la universidad en 1986.

La PUCP, esta vez por medio de su Fondo Editorial, publicó en 2011 el libro Martín Adán. Entrevistas, cuyo editor fue el especialista Andrés Piñeiro, quien se encargó de recopilar en un solo volumen los pocos diálogos que el poeta mantuvo durante su vida.


Como se ha visto, Martín Adán no está —después de todo— tan lejos de uno.
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