En mayo de 2013, el belga Cedric Dumont y el colombiano Jhonathan Florez, en una iniciativa auspiciada por la marca estadounidense de bebidas energizantes Red Bull, tuvieron la oportunidad de sobrevolar con alas artificiales (wingsuits) sobre las Líneas de Nazca. Ambos saltaron desde un avión a una altura de 2,700 metros, alcanzando en su caída la velocidad de 190 kilómetros por hora.

El siguiente video registra dicha aventura:

El evento, por supuesto, no pasó desapercibido por estos lares. Pues, más allá de que la propia Red Bull lo hiciera público a través de su portal web, algunos medios locales (como este y este) difundieron la noticia, con un evidente tono celebratorio. Inclusive en Colombia, lugar de origen de uno de los paracaidistas, hubo repercusión de este acontecimiento

Sin embargo, la Asociación María Reiche, que se encarga de velar por el legado de la investigadora alemana, denunció ayer a través de su cuenta de Facebook que los dos deportistas extremos aterrizaron en territorio intangible, muy cerca de donde se ubica la figura del Colibrí. La Asociación suelta una interrogante que tendría que ser resuelta pronto: "¿Existe un permiso del Ministerio o de las autoridades? ¿Si no existe uno, hay una denuncia?"

Este hecho saca a la luz una doble lectura sobre la condición actual de las Líneas de Nazca. 

Por un lado, se evidencia su estatus a nivel internacional: como uno de los lugares más icónicos de nuestro planeta (lo que, sin duda, llevó a Red Bull a elegirlo para esta ocasión), algo que se refuerza con su distinción de Patrimonio de la Humanidad de parte de la UNESCO

Por otro lado, en cambio, se vuelve a observar la poca conciencia de nuestras autoridades, en lo que respecta a la adecuada conservación y debido cuidado de nuestros monumentos históricos.

Vuelven a contraponerse, como ocurrió cuando se permitió el recorrido del really del Dakar, el afán por permitir cualquier espectáculo —de grandes beneficios económicos— con la necesidad de preservar un tesoro cultural que trasciende lo meramente material: en resumidas cuentas, se vuelve a preferir las cifras exorbitantes que el valor de la historia

¿El Poder Judicial y el Ministerio de Cultura mostrarán la celeridad que tuvieron para con Greenpeace en esta ocasión? ¿Reaccionarán como deben ante una empresa como Red Bull? Es difícil tener una respuesta.

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