Conforme pasan los días, la hipótesis del suicidio pierde fuerza. Un informe de la policía federal (todavía no oficial) que investiga la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman, quien denunció el 14 de enero a la presidenta de Argentina por encubrir terroristas (atentado de la AMIA), ha brindado nueva y valiosa información.

Fuentes judiciales señalaron al diario el Clarín que "el orificio de bala demostraría que 'no se apoyó la pistola en la cabeza de Nisman' sino que el disparo se habría hecho desde algunos centímetros de distancia de la sien" (15 o 20).

Con los resultados de este peritaje, resulta muy difícil de creer que el abogado se haya suicidado. Se sabe, además, que el arma que se utilizó (pistola Bersa calibre 22 largo) posee una gran letalidad porque tiene 'fuerza de entrada pero no de salida'. Esta característica ha ocasionado que las salpicaduras de sangre encontradas en el espejo pongan en alerta a los peritos: "Llama la atención la salpicadura en el espejo porque es improbable que suceda, excepto que sea producto de una sobrevida o que la bala haya tocado una arteria cuando ingresó a la cabeza, pero esta pericia puede determinar si se trata de una escena plantada (fabricada) o no".

Otro aspecto importante de la investigación es que no se han encontrado restos de pólvora en las manos de fallecido (lo que suele pasar cuando alguien se dispara a sí mismo). 

Por su parte, la fiscal a cargo del caso, Viviana Fein, aguarda el cotejo del ADN y del examen balístico para determinar definitivamente si la bala que mató a Nisman salió de la pistola Bersa.

Finalmente, la exposa de Nisman,  Sandra Arroyo Salgado, ha pedido que se realice una segunda autopsia. Su testimonio, asimismo, es vital para aclarar los motivos por los cuales Nisman suspendió sus vacaciones en Europa para volver a Buenos Aires y presentar su denuncia contra la mandataria argentina, el canciller Héctor Timerman y otros dirigentes oficialistas.

[Con información de EFE]