El escándalo de los reglajes por agentes de inteligencia a figuras de la oposición y del propio ejecutivo, que debe ser investigado y aclarado, está derivando rápidamente a otras consideraciones, que no son nuevas pero vuelven hoy con intensidad: las divisiones internas, y oscurecidas tras bambalinas, del gobierno.  

El gatillo lo disparó ayer la Primera Ministra Ana Jara, con este tuit:

Más que su esperable desmentido, lo que ha llamado la atención es su referencia a "facciones paralelas" que estarían operando los hilos de inteligencia y espionaje político, y su tono belicoso ("erradicar" no es una palabra que un político con tanto poder como ella use desavisadamente). Como dice Rosa María Palacios esta mañana en Diario Exitosa, después de preguntarse quién exactamente está haciendo los reglajes:

"La otra pregunta es ¿para qué? ¿Qué gana el grupo faccioso? ¿Tumbarse el Gabinete de Ana Jara? ¿Colocarse en el poder en mejores ubicaciones? ¿Crear una cortina de humo para no hablar más de Be­launde Lossio? Por el momento – si es verdad que el Presidente no está informado – han hecho grave daño a un gobierno cuya palabra está totalmente desgastada."

El comentarista Juan Carlos Tafur, en su columna de esta mañana también en Exitosa, tiene una respuesta que pone el asunto en términos claros y binarios: hay dos facciones en pugna, una de ellas civil y la otra militar, y se encuentran envueltas en un "juego de tronos". Escribe Tafur, identificando a los personajes principales de este tira y afloja:

"Hoy por hoy, existe una pugna cada vez más ostensible entre el ala militar del gobierno, que de algún modo se per­fila mediante el rostro de Daniel Urresti -y que tras las sombras halla al general Adrián Villafuerte en pleno ejer­cicio de funciones-, y el ala civil, en estos momentos muy debilitada, pero que ocupa el mayor cargo político después de la Presi­dencia, como es el Premierato, bajo el mando de Ana Jara".

La hipótesis de Tafur es que el "ala militar" (Urresti) está intentando librarse del "ala civil", por la vía del desprestigio: con las revelaciones del reglaje, genera la impresión de que los "civiles" (Jara) están desbordados y no pueden gobernar, dice.

Esta hipótesis tiene varias virtudes y se ajusta a algunas dinámicas conocidas del ejecutivo, pero hace algo que quizá no está del todo justificado: quita del escenario a Ollanta Humala, y también a Nadine Heredia. En el escenario que pinta Tafur, ninguno de los dos miembros de la "pareja presidencial" tiene demasiada vela en este entierro, o en todo caso se mantienen por encima de la disputa, quizá como sus árbitros.

¿Es verosímil esta versión de los hechos? En La República, Mirko Lauer sugiere que no es necesariamente así. Aunque su columna no versa explícitamente sobre las "facciones" mencionadas por Ana Jara, sí identifica plenamente a Ollanta Humala con las actividades de su ministro más tuitero y más mediático. En la hipótesis de Lauer (que expande sobre otras lanzadas previamente por el propio Tafur), Urresti es el "líder de una línea dura virtual" de enfrentamientos en la escena política que responde, sin fisuras, a la estrategia humalista hacia el 2016:

"La posibilidad de afectar la votación de la derecha y a partir de allí manipular en ese territorio tiene que ser atractiva para el gobierno. Por lo pronto ha obligado a la candidata Fujimori a hacer declaraciones duras, de lo cual se había cuidado mucho. Además hay allí un mensaje para izquierdistas y disidentes: Humala sí pesará algo en el 2016."

Se trataría, así, de un nuevo paso a la derecha del humalismo, un posicionamiento de intención electoral que hace preveer, para Lauer, el afianzamiento de Urresti como candidato oficialista en las próximas presidenciales.

La sugerencia es clara: un Urresti candidato es una Jara sin candidatura (al menos, sin candidatura con el Nacionalismo), con lo cual estamos de vuelta en el terreno de las facciones. Pero ahora estamos ahí con la figura del Presidente claramente instalada en uno de los bandos, aun si es solo temporalmente.

Entre tanto, el editorial de El Comercio de hoy hace la misma sugerencia, esta vez enfrentando directamente a Humala con Jara:

...las alusiones a facciones y quintas columnas dentro del gobierno dejan de ser fórmulas retóricas para crear un fantasma al cual responsabilizar del último desaguisado, y comienzan a parecer, más bien, descripciones minuciosas de una guerra interna (...) todo indica que en este caso estamos ante un fenómeno completamente distinto. No solo porque una de las facciones está utilizando al parecer recursos ilegales para arrinconar a la otra, sino, sobre todo, por lo que la reacción del presidente Humala ante la incómoda evidencia sugiere. “Rechazo tajantemente que ello se haya producido”, ha sentenciado él ayer sumariamente sobre el reglaje a la vicepresidenta, negando en la práctica lo que la primera ministra había admitido más temprano como posibilidad. Y eso, como es obvio, constituye la confirmación de que los bandos al interior del Ejecutivo existen.

La pregunta inmediata que se nos ocurre es esta: si hay dos facciones como propuso Jara, y si Humala está alineado con una de ellas (la de los "militares", en el vocabulario de Tafur), ¿dónde está Nadine? ¿Con la de los civiles, junto a la batalladora Primera Ministra que -es sabido- ha formado siempre parte de su entorno? Ninguno de los comentaristas o editorialistas que reseñamos la ha mencionado, pero sería ingenuo asumir que la Primera Dama no participa en estas pulsaciones del poder, y la pregunta no parece intrascendente. La dejamos planteada.