“He estado en toneladas de colas (…) el fin de semana fui a ver a mi equipo favorito y tuve que hacer cola para conseguir un espacio para estacionar, estuve en una cola para comprar mi boleto de ingreso, esperar en otra cola para entrar al estadio, hacer otra para buscar asiento; cuando fui a comprar una arepa tuve que hacer cola también”. 

De esta forma Yván Bello Rojas, titular del Ministerio para la Alimentación de Venezuela, explica a los medios lo ‘normal’ que es hacer filas para conseguir algún producto o servicio. Todo ello en un contexto donde los venezolanos enfrentan serios problemas para acceder al suministro de alimentos.

Ya en septiembre del año pasado el economista Ricardo Hausmann explicaba que también es ‘normal’ que Venezuela pague la deuda externa (que lo hace), pero igualmente se cuestionaba respecto a si este país debería amortizar sus bonos soberanos, pues el costo social de honrar las obligaciones internacionales le está pasando la factura a su economía a través del corte de los flujos de pagos sectoriales, a nivel interno.

“Los retrasos con importadoras de alimentos alcanzan ya US$4.200 millones, lo que ha producido una grave escasez en productos de la canasta básica. En el sector automotriz, el incumplimiento supera los US$3.000 millones, lo que ha resultado en el colapso del transporte por falta de repuestos. A las aerolíneas se les deben otros US$3.700 millones, lo que ha llevado a varias a suspender sus vuelos y redujo la oferta de cupos en 50%”, señala Hausmann.

Ante estos incumplimientos sectoriales y la trampa macroeconómica y social que generan, Hausmann se pregunta “¿Debería Venezuela hacer default? Si las autoridades adoptaran políticas con sentido común y buscaran el apoyo del Fondo Monetario Internacional y otros prestamistas multilaterales, como lo suele hacer la mayoría de países en problemas, se le aconsejaría renegociar la deuda externa”.

A la fecha, sin embargo, no se ha hecho. El banco de inversiones UBS señala las falencias de la economía venezolana. El 60% de su renta está función a la exportación del crudo, cuyo precio internacional viene en picada registrando casi un 50% de rendimiento negativo interanual; el PBI cayó 4% al tercer trimestre del 2014 respecto al mismo período del 2013; la inflación roza el 65% año; el déficit fiscal –producto de un direccionamiento de la política económica hacia el control de precios y gasto- del 15% del PBI. Todo ello pinta un escenario donde, nuevamente, el fantasma del incumplimiento de pagos se hace cada vez más tangible en el corto plazo.

“El efecto en cadena que genera el precio del petróleo y las flojas políticas de las autoridades se sentirán en el corto plazo. El riesgo de impago de los títulos venezolanos de deuda [bonos] en los mercados de capitales globales es latente. Y desde luego, en la población que ya está sufriendo las consecuencias traducidas en escasez de bienes y servicios como los alimentos” añade una banquera de inversión venezolana que nos pidió reserva.

“En estos momentos, Wall Street está observando y esperando que pase lo peor por lo que el diferencial a cinco años de los Default Credit Swap [seguros contra el impago vinculados a los bonos venezolanos] se ha disparado” añade el medio Business Insider. Esto quiere decir que la consecuente prima de riesgo de estos instrumentos va a ir en aumento y su calidad crediticia se va a deteriorar vía un fortísimo riesgo de contraparte.

Se confirmó lo anterior a principios de esta semana, cuando la agencia calificadora Moody´s castigó la calidad de los bonos venezolanos con una reducción de nota o rating. Al cierre del viernes, la agencia decidió colocar un negativo a la nota, con lo cual existen razones para relacionar al título de deuda venezolano con la definición de “bono basura”.

Por su parte, el UBS señala que los títulos de deuda que han venido colocándose en los mercados están cada vez más cerca del incumplimiento de pago, reafirmando la posición de ambas agencias.

Así las cosas, la probabilidad de que la economía del país sudamericano colapse en el corto plazo –según UBS- es de un escalofriante 82%.

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Mientras tanto, el presidente Nicolás Maduro viene realizando una gira por las naciones pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Viaje, calificado por los medios como “infructuoso” pues Maduro intenta convencer a los miembros de la OPEP que apoyen su propuesta de “mantener estable el precio del petróleo”, cuestión que al cártel parece no interesarle mucho al apostar que sean las fuerzas del mercado las que decidan. El mismo Maduro reconoció que no prevé que la OPEP sostenga próximas reuniones, señalando que no hay consenso con su iniciativa.

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(Foto de cabecera: sicsemanal)


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