El primer antecedente sobre presunto reglaje efectuado por este gobierno lo reveló el exasesor de Ollanta Humala, Carlos Tapia. A fines de noviembre de 2011, el analista político relató que su salida del Ejecutivo se debió a las fuertes presiones del entonces consejero presidencial, Adrián Villafuerte, el “Ácido”.
Tapia dijo en esa oportunidad que el expremier Salomón Lerner lo convocó a su despacho y le mostró un file con información y fotografías de actividades suyas en el interior del país. Tapia concluyó, en consecuencia, que el propio gobierno le había hecho seguimiento y se apartó de los círculos del poder.
Meses después tuvimos el escándalo del “reglaje” a Fernando Rospigliosi y a Carlos Basombrío, críticos de la política de seguridad de Ollanta Humala.
En los dos casos anteriores hubo evidencias de un interés por conocer las actividades de los “objetivos” (Tapia, Rospigliosi y Basombrío) y hasta un agente descubierto.
Y ahora estamos ante un supuesto acto de espionaje a las actividades del expremier y excongresista aprista Jorge del Castillo. No obstante, a diferencia de los casos anteriores, esta denuncia ha motivado, más bien, algunas preguntas.
SOLO DEL CASTILLO
Salvo que en los próximos días aparezcan fotos y videos de seguimiento a opositores de relevancia, pero, sobretodo, en otros ambientes distintos al frontis de la oficina particular de Jorge del Castillo, de momento la hipótesis de acciones de espionaje de mayor tamaño dispuestas desde Palacio no termina de cuajar.
Por ahora solo se cuenta con registros fílmicos y fotográficos de la fachada de la oficina de Del Castillo, así como de la vivienda del exdirector ejecutivo de la empresa petrolera noruega Interoil, Jaime Mur .
No hay evidencia de seguimiento a otros personajes, ni de agentes apostados en otros domicilios, oficinas, empresas, instituciones o lugares estratégicos. Por ahora todo gira alrededor de la figura del abogado y dirigente aprista, y del ejecutivo petrolero.
Por el momento el objetivo parecería ser Del Castillo, y si hay otros personajes en esta historia es porque hasta su domicilio llegaron Mur, el exdirector general de la Policía, Miguel Hidalgo, y otros ejecutivos y funcionarios del ambiente petrolero.
Entonces, ¿dicho presunto reglaje fue por su condición de político –retirado de las lides diarias– o de “gestor de intereses”?
SOLO PETROLEROS
Hasta hoy no hemos visto, por ejemplo, acciones de “reglaje” a Del Castillo reuniéndose con Alan García o con Mauricio Mulder, por citar solo dos nombres de opositores cuyas actividades sí serían de interés para el actual gobierno.
Tenemos, por ahora, una cámara apostada frente a la vivienda Del Castillo, que se movería hacia donde él vaya, pero de momento nada más.
Por cierto, es de admirar el conocimiento solvente que tienen los presuntos agentes de la DINI y de la DIRIN de quiénes los personajes que se mueven en el ambiente petrolero. Y eso que no se trata de los funcionarios más altos.
Por ejemplo, ¿cómo así sabían los policías que efectuaban el “reglaje” que a la reunión del 26 de mayo –a la misma que llegó el general Hidalgo– arribó el director de la empresa Southern Perú Copper Corporation? ¿Cómo es que reconocieron fácilmente al director de Gestión Social y al director de Asesoría Jurídica del Ministerio de Energía y Minas?
Salvo, claro, que el seguimiento haya estado a cargo de agentes entrenados en el conocimiento de los hilos del negocio del petróleo en el país. ¿Lo eran?
PAREDES Y TAIT
En el caso del exmilitante de Gana Perú y hoy su ferviente crítico, Jorge Paredes Terry, este también fue “ponchado” en el domicilio de Del Castillo.
Pero no existe más evidencia sobre un seguimiento a Paredes en su calidad de denunciante de los presuntos vínculos nacionalistas con mineros informales, o como denunciante del caso Martín Belaunde Lossio.
Es decir, por ahora no vemos a Jorge Paredes Terry fotografiado en otras calles, otros ambientes, otros locales, otras oficinas, reuniéndose con otros actores de la oposición al gobierno.
Y respecto del presunto espionaje a la congresista Cecilia Tait, se trata por ahora de un “file” que algún supuesto agente de inteligencia armó sobre ella y sobre sus actividades, públicas y privadas.
Pero ello no parece un trabajo difícil, pues frecuentemente los periodistas recibimos de fuentes diversos “files” de las personas a quienes se busca denunciar, con razón o no. Es posible armar tales expedientes con información primaria de carácter tributario y crediticio, proveniente de fuente abierta.
Ahora bien, estas preguntas no niegan la posibilidad de que exista una acción de espionaje mayor desde las esferas oficiales. Tal posibilidad existe desde que Carlos Tapia denunció lo que reseñamos al inicio de esta nota. Y lo trascendente del informe de “Correo Semanal” es que ha vuelto a encender las alarmas y nos ha recordado de lo que es capaz cualquier gobierno de turno. Cualquiera.