La Cautiva es una obra de teatro ambientada en una morgue ayacuchana a la que llega el cadáver de María Josefa, una adolescente de 14 años, hija de senderistas y asesinada por militares. Esta obra, escrita por el artista visual Luis Alberto León, obtuvo el premio especial del jurado de Sala de Parto 2013 del Teatro La Plaza. La puesta en escena, dirigida por Chela De Ferrari y protagonizada por Nidia Bermejo, Alaín Salinas, Carlos Victoria, Emilram Cossio, Jesús Tantaleán y Rodrigo Rodríguez, tuvo una extensa temporada durante el año pasado y fue aplaudida tanto por el público como por la crítica.

Ayer por la noche, sorpresivamente, un informe de Panorama reveló que la obra era objeto de una investigación de la Dircote, por hacer apología del terrorismo.

Pero retrocedamos un poco, específicamente a cuando la obra recién se estrenaba. Luis Alberto León, su autor, tuvo claro desde un comienzo, que La cautiva seria polémica; en esta entrevista con La República, dice:

“Mi intención no fue escribir una obra controversial. Ahora no quiero decir que no considero que podría afectar a ciertas personas, es decir, presenciar ciertas cosas en la obra no es fácil. Pero me parece interesante, que la gente hable, que la gente dé su punto de vista a nivel político, social. Si la dramaturgia es pobre o que creen que lo que anunciamos es incorrecto. No quiero ser pedante, pero las críticas inteligentes me gustan mucho. Las críticas se agradecen. Si tienes fundamento y si tienen honestidad son fantásticas.”

Y más adelante:

“[…] hay un sector de la sociedad que no le interesa, sectores dentro del Estado que tampoco les interesa saldar deudas, dialogar, esa fue mi percepción. Las voces quieren una reparación, justicia, pero no son escuchadas. Yo soy un dramaturgo aficionado y un pintor. No soy un académico, pero lo que percibí fue esto.”

Ahora bien, una cosa es que una obra de teatro tenga un contenido que pueda herir ciertas sensibilidades y afectar, por su crudeza, a cierto público; otra, y muy distinta, es que haga apología del terrorismo, cosa absolutamente repudiable que ademas constituye un delito penado con cárcel.

El absurdo

Y es aquí donde empieza la incongruencia. La Cautiva ha sido elogiada unánimemente, justamente por aproximarse de manera verista al tema que toca y por su capacidad de abordar la complejidad del mismo.

Basta con leer los comentarios que mereció en su momento. Jason Day en su columna de La República, escribió:

“Su realismo es estremecedor: la carne es carne, la palabra es auténtica, el llanto es lágrima que se secó recorriendo el rostro de cada muerto. Los actores no actúan: son. Dejaron sus cuerpos y almas a sus personajes. Cada interpretación parece nacer de un lugar de difícil acceso donde la razón, la emoción y el impulso se revuelcan produciendo una simbiosis cercana a lo perfecto. Puede asustar, confundir, conmocionar.”

Para Pedro José Llosa, del diario El Comercio (sí, leyó bien, El Comercio):

“[…] cuando se aborda una herida nacional con la prudencia de no caer en los maniqueísmos tradicionales de caricaturizar a los bandos y se tiene la honestidad de hurgar en las justificaciones más intrínsecas de sus verdugos, es quizá cuando estamos frente a un trabajo que conjuga la historia y la ficción para convertirlas en arte. Un arte que, esperemos, les lleve a algunas masas aquel universo complejo y vecino que en su momento, por indiferencia o cerrazón, muchos supimos ignorar.”

Elogios similares pueden encontrarse en las páginas de medios tan poco sospechosos de simpatías pro-terroristas como Perú21 y hasta la agencia Andina, portavoz oficial del Estado peruano, que la consideró "conmovedora".

Entonces, ¿Cómo es posible que se le acuse ahora de hacer apología del terrorismo? ¿Deberían también ser acusados de lo mismo todos estos opinantes y publicaciones?

Un oficial del Dircote va al teatro, y esto es lo que pasa

La investigación de fuente abierta iniciada por la Dircote se originó, según el informe de Panorama, cuando un alto oficial en actividad asistió como espectador al teatro la última semana de noviembre y registró toda la puesta en escena en su celular, incluso el conversatorio al final de la obra.

Según narra Panorama, el mando de la Dircote dedujo que La Cautiva, entre otras cosas, contiene mensajes ocultos y que los diálogos detectan y extraen el argot y arengas de Sendero Luminoso, lo que para él constituiría “apología al senderismo”. Esto, sí se me permite la digresión, es como decir que los nazis de la película La Cruz de Hierro (Sam Peckinpah, 1977) están tan bien retratados que en ella se hace apología al nazismo.

Sobre el conversatorio abierto al final de la obra el día que ese oficial estuvo en la audiencia, el informe de la Dircote señala que los comentarios del actor Carlos Victoria, quien dijo que “las Fuerzas Armadas nunca expresaron las disculpas ni asumieron su responsabilidad” y que eso era “una necesidad del pueblo”, son una forma de atacar a las fuerzas del orden.

Por su parte, el ministro del interior Daniel Urresti dijo a la prensa que “la Dircote es muy profesional y en aras de velar porque no vuelva a aparecer Sendero Luminoso, tiene derecho a hacer todas las investigaciones que quiera”.

Claramente, para Urresti no se necesitan motivos para investigar y “cuando la PNP hace una investigación no está juzgando, para eso hay instancias, el Ministerio Público y el Poder Judicial. Si el Ministerio Público presenta denuncia, los invito a preguntarle por qué considera que es apología. […] La Policía tiene la obligación de investigar a todos. La Policía no opina y yo tampoco. Se hace sin prejuicios. No se alboroten, no hay por qué”.

"La memoria duele"

En un país como este, donde un enorme porcentaje de la población no es capaz de decodificar un mensaje directo, está claro que un texto como el de La Cautiva, que explora las aristas de nuestro pasado reciente es susceptible a este tipo de lecturas. No obstante, una investigación de esta naturaleza y con esa pobreza de argumentos es inadmisible.

Como escribió esta mañana en Facebook José Pablo Baraybar, Director del Equipo Peruano de Antropología Forense (y uno de los primeros lectores del guión para la puesta en escena, como consultor en temas de su especialidad):

¿Cual es el delito cometido por “La cautiva”? ¿La recreación artística de partes de nuestra historia que no todos vivimos? [...] memorias como las expresadas en “La cautiva”, duelen. Es por eso que cuando te presentan algo que simplemente apela a un dolor humano independiente de geografía o cultura, duele. Tal vez ese dolor nos ayude a ser mas empáticos, a entender mas al otro y tal vez esto contribuya a “negociar” una memoria o memorias que sean mas aceptables para unos y otros.

Existe ya, una iniciativa en las redes sociales en defensa de La Cautiva. En una carta abierta exponen claramente porque “atacar a La Cautiva no solo atenta contra los y las artistas peruanos, sino contra nuestro derecho a la reflexión sobre nuestra historia. Desde el inicio del Conflicto Armado Interno los y las artistas peruanos han afrontado el tema desde múltiples plataformas. Al intentar censurar trabajos como este, solo se daña la genuina búsqueda de la paz y la reconciliación en nuestro país.” 

Más claro, imposible.


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