La más reciente exhibición de Annie Flores (Lima, 1974) corresponde con su regreso a nuestro país y el cierre de un largo proceso personal y profesional. Luego de permanecer diez años en Europa, la artista propone una serie de piezas escultóricas y dibujos que corresponden a cuatro ejes temáticos: la familia; la evasión y el viaje; la pareja; el mar y el volcán. 

El hilo conductor del conjunto es un largo proceso de afirmación individual, tanto personal como artística. La estructuración de una identidad pasa, en el caso de Flores, por una multiplicidad de materiales: yeso, carboncillo, grafito, alambre, vidrio y alambre. Todos cuidadosamente integrados a un discurso en clave de arte menor.

foto: difusión

Los resultados de esta exploración de su propia individuación realizada por Flores están estrechamente ligados a la condición femenina. La conciencia sobre la propia capacidad de parirse a sí misma (y parir, en el proceso, el entendimiento del lugar que ocupan los demás) está estrechamente ligada a la conciencia del proceso creativo.

Se trata de una individuación ¿interrumpida? ¿Precoz? ¿Que aún se está dando? Creo que todas estas posibilidades son válidas. La emotividad específica de cada reflexión se corresponde con cada material; esta correspondencia desemboca en una sólida memoria de las implicancias y alcances de habitar un cuerpo, un espacio, un conjunto de ideas.

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Las referencias al tacto son un claro ejemplo de esto. El conjunto de guantes bañados en yeso exploran de manera muy sutil la relación de la artista con su propio trabajo. Por su parte los dibujos remiten a los apuntes de un solo trazo de las vanguardias de comienzos de siglo XX. Pienso en los dibujos del poeta Jean Cocteau, por ejemplo. El trabajo en vidrio, mientras tanto, conjuga la idea de transparencia y reflejo del yo, proyectado tanto hacia adentro como hacia afuera.

Es entre estas coordenadas que Flores formula su partirse/ examinarse/ recomponerse; es fundamental no dejarnos desviar por la aparente inocencia que ha elegido la artista para materializar su proceso. No por ello es más ligera o menos profunda. Por el contrario, una exploración de esta naturaleza requiere tanto autocuidado que no podría materializarse de otro modo.

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 Un camino de autoconocimiento como el de Flores, asumido de modo tan discreto, es un caso insular en el arte peruano. Esta exhibición es sin duda una muestra de posibilidades poco exploradas en nuestro medio y abre surcos a otros modos de pensar los procesos creativos. Obligándose a una emotividad cuidadosamente dispuesta, Flores reclama para sí un espacio dentro del Arte con mayúsculas, si bien su trabajo está vestido con ropajes de miniatura.



Me reconozco de Annie Flores va hasta el 15 de febrero en la Galería ICPNA de Miraflores [Av. Angamos Oeste 120, Miraflores] de martes a domingo de 11:00 a.m. a 8:00 p.m. El ingreso es libre.


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