Hoy, en respuesta a una columna aparecida en el diario Daily Mail de Londres en la que se le acusa (junto a Edward Snowden) de ser en última instancia responsable por los ataques terroristas en París en los últimos días, Julian Assange ha publicado su propia visión sobre el asunto. Assange termina en una nota que no compartimos, sugiriendo la posibilidad de que los atentados y el asesinato de los humoristas de Charlie Hebdo hayan sido planeados por los servicios de seguridad franceses, a los que se les habría escapado el plan de las manos. Pero más allá de esa sugerencia infundada, el artículo del creador de WikiLeaks hace algunas conexiones que parecen necesarias. Sobre todo, llama la atención sobre la poca efectividad de los mecanismos de vigilancia masiva hoy en uso por las naciones occidentales, en desmedro de la vigilancia dirigida y específica que hubiera permitido, dice, un mejor monitoreo de las actividades de los terroristas que atacaron al semanario, ambos ya conocidos como yihadíes. Aquí, ligeramente editada y en traducción de LaMula, la nota de Assange.
El secreto genera corrupción, pero también genera incompetencia, y los servicios secretos franceses no son la excepción a esta regla. El Estado de Seguridad francés ha intentado presentar a los asesinos como supervillanos para esconder su propia incompetencia, y los medios han estado más que dispuestos a colaborar en ese intento. La realidad es que los asesinos de Charlie Hebdo fueron unos torpes terroristas que estrellaron su automóvil, dejaron olvidada su identificación, coordinaron sus acciones por teléfono y murieron prontamente. Que 12 vidas se hayan perdido en sus manos es imperdonable.
El hecho de que hayan logrado matar a tal cantidad de personas no es la marca de ningún superpoder. Un idiota solitario puede hacer lo mismo. En la masacre de Port Arthur, en Australia, un hombre con coeficiente intelectual de 66 (literalmente, u idiota) le disparó a 58 personas a lo largo de varias horas, porque él estaba armado con un rifle semiautomático AR-10 y sus víctimas no.
La tragedia en París es otro ejemplo de que lo que se necesita en un caso así es vigilancia dirigida y competente, no vigilancia masiva.
Los atacantes eran yihadíes conocidos. Este no es un caso en el que se necesita recolectar un enorme pajar global de intercepciones electrónicas para hallar una aguja. La aguja en cuestión, Cherif Kouachi, ya había sido condenado por delitos de terrorismo y pasó 18 meses en prisión por ello. Ambos hermanos estaban ya en listas de terroristas. Lejos de esconder sus mensajes bajo alguna piedra o usar códigos encriptadas, los supuestos conspiradores se comunicaron cientos de veces antes de los ataques y durante ellos, usando teléfonos comunes y corrientes. Las oficinas de Charlie Hebdo habían recibido muchas amenazas de muerte y fueron bombardeadas en 2011, una semana después de publicar caricaturas del profeta Mahoma. El sistema de vigilancia masiva de Francia ya es uno de los más extensos; como es el caso con todos los sistemas similares, su principal propósito es geopolítico.
La adicción a la vigilancia masiva tiene un precio. En Francia, impidió que los recursos humanos competentes y los recursos financieros necesarios se concentraran en monitorear lo obvio: las oficinas de Charlie Hebdo y a las personas que salen de la cárcel con una condena por terrorismo en una mano y muchos contactos yihadíes en la otra.
“Hubo una falla, por supuesto”, dijo ayer el Primer Ministro francés, Manuel Valls. “Es por eso que debemos analizar lo sucedido”. Tiene razón.
La falla en el caso de los asesinatos en Charlie Hebdo es tan conspicua que nos obliga a hacer preguntas muy serias. Cherif Kouachi estuvo involucrado en la insurgencia suní en el Levante. ¿Recibieron la protección de la inteligencia francesa como parte del aventurerismo francés en Siria, Libia y otros lugares, como portadores de fondos, armas y militantes a África y el Medio oriente? ¿Fueron protegidos porque eran informantes, voluntarios o involuntarios? ¿Fueron protegidos para luego realizar un arresto mediagénico segundos antes de que empiece el ataque, pero el ataque se adelantó? ¿Por qué era tan pobre la arquitectura de seguridad en el edificio de Charlie Hebdo? ¿Cómo así llegaron esas armas semiautomáticas a Francia y a las manos de conocidos yihadíes? Y, sobre todo, ¿por qué se ha tolerado el demencial aventurerismo francés en Siria, Libia y otras partes de África a pesar de la inevitable desestabilización y radicalización que genera?