La fotógrafa Beth Moon, de San Francisco, se ha pasado 14 años tomando fotos de los árboles más antiguos e imponentes del mundo. Durante esos años, ha atravesado Estados Unidos, Europa, Asia, el Medio Oriente y África. La mayoría de los árboles retratados viven en lugares remotos, aunque algunos sobreviven precariamente en la urbe.
En un libro de 2010, Moon publicó 60 retratos de árboles a página completa. Las especies de árboles retratadas son el tejo, el baobab y el árbol drago de Socotra. Durante sus viajes, la fotógrafa aprendió no solo las características de cada especie y su antigüedad (algunos de los árboles retratados tienen más de mil años), sino también su historia y su entorno cultural.
Aquí puedes ver algunas de las fotografías incluidas en el libro, y algunas citas del manifiesto de Moon acerca de su trabajo:
Muchos de los árboles que he fotografiado han sobrevivido porque están fuera del alcance de la civilización; en laderas de montañas, propiedades privadas, o en tierras protegidas.
Algunas especies existen solo en unas pocas áreas aisladas del mundo. Por ejemplo; hay seis especies de baobabs espectaculares, que solo pueden encontrarse en la isla de Madagascar. Lamentablemente, el baobab ahora es una de las especies en mayor peligro de extinción de la isla.
Los criterios que utilizo para escoger árboles particulares son básicamente tres: edad, gran tamaño o historia notable. Investigo los lugares con varios métodos; libros de historia, libros de botánica, registros de árboles, artículos de periódicos e información de amigos y viajeros.
Como los monumentos vivientes más grandes y más antiguos de la tierra, creo que estos árboles simbólicos tomarán un mayor significado, especialmente en un tiempo en que nuestra atención está dirigida a encontrar mejores maneras de vivir con el medio ambiente, celebrando las maravillas de la naturaleza que han sobrevivido a través de los siglos.
Al percibir un mayor sentido del tiempo, al desarrollar una relación con el mundo natural, llevamos esa percepción con nosotros, convirtiéndola en parte de lo que somos. No puedo imaginar una mejor manera de conmemorar las vidas de los árboles más dramáticos del mundo, muchos de los cuales están en peligro de destrucción, que exponiendo sus retratos.
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