El mundo no se encuentra en su mejor momento. Una muestra de ello es que el 2015 se abre con varios conflictos bélicos por resolver.
Es cierto que el 2014 tuvo buenos episodios como las reconciliaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos o Colombia y las FARC. Pero también ese año el mundo sufrió el recrudecimiento de varias guerras que ha dejado a millones de personas desplazadas y huérfanas.
Jean-Marie Guéhenno, presidente y CEO de International Crisis Group, hace un recuento para Foreign Policy de los 9 conflictos que debemos seguir de cerca este año.
1. Siria, Irak y el Estado Islámico
Desde que el Estado Islámico irrumpió violentamente por la franja norte de Irak y Siria en Junio de 2014, los radicales yihadistas se han convertido en el principal centro de atención de la política regional. El triunfo de dicha organización terrorista es el síntoma de un problema más profundo que ya no puede resolverse únicamente con intervención militar, puesto que involucra una serie de gobiernos sectarios en Siria e Irak, donde los militantes radicalizan a la población local.
Por un lado, las fuerzas militares y morales del sector sirio más moderado (principalmente respaldado por Estados Unidos), que se enfrentan al Estado Islámico, se debilitan cada vez más. Por el otro, el Frente Al-Nursa, asociado a Al-Qaeda- ha desalojado a los grupos moderados de la provincia de Idlib, uno de los pocos lugares no radicales, y persiste en la intención de destruir el ejército de dicha zona.
Aleppo es el único sitio que se opone totalmente al Estado Islámico, pero también está perdiendo ante las nuevas fuerzas rebeldes. La negociación por la paz, en esta región, es necesaria para mantener el equilibrio de la política internacional.
2. Ucrania
Los conflictos en Ucrania han empeorado las relaciones entre Rusia y resto de Occidente, desde que el gobierno de Putin decidió apoyar al sector separatista ucraniano.
La guerra ha dejado a más de 5,000 personas muertas en el oriente de Ucrania desde que se inició el conflicto en marzo de 2014. Sumado a ello, el invierno ha dado una nueva dimensión a la crisis: la población que vive del lado separatista en las regiones de Donetsk y Luhansk tendrá que afrontar el invierno con escasa calefacción, medicina, comida y dinero, debido al colapso de su economía local y las limitaciones financieras que les impone Kiev.
Aunque Rusia sigue apoyando a las dos regiones separatistas ucranianas, la situación no ha mejorado para ellos, puesto que tampoco los ha reconocido. Pese a ello, otras regiones de Ucrania podrían optar por separarse gracias al lobby pro-guerra que se teje desde Moscú.
En el corto plazo, la comunidad internacional deberá separar las partes en conflicto y animar a Kiev a tenderles las manos a sus compatriotas del este. También es necesario que esa franja separatista ubicada en los límites de Rusia y Ucrania quede bajo la supervisión de los monitores de la comunidad internacional con el fin de sustituir la guerra armada por una nueva negociación pacífica.
Por último, las relaciones entre Rusia y el resto de Europa podrían mejorar si Moscú pode de su parte para atenuar los conflictos.
3. Sudán del Sur
Este país representa uno de las crisis más grandes que vive el mundo actualmente. Todo comenzó en diciembre pasado cuando se produjo una larga disputa entre el gobierno y las fuerzas militares, que desencadenó en una terrible guerra entre las fuerzas leales del presidente Salva Kiir y aquellas otras leales al exvicepresidente Riek Machar.
Esta guerra ha terminado por destruir ciudades enteras así como instalaciones petroleras. Además, se ha expandido al punto de afectar a los países vecinos, con lo cual podría la guerra cobrar dimensiones mayores que terminen por afectar a toda la región. A la fecha se estima que la guerra civil ha dejado a más de 50,000 muertos y cerca de 2 millones de personas desplazadas.
Pese a los intentos de la comunidad internacional por intervenir en las negociaciones, los resultados han sido infructuosos. Los acuerdos para cesar el fuego son constantemente violados.
Ni China ni Estados Unidos han hecho lo suficiente para conseguir la paz en esta región africana. Por ese motivo, el consejo de seguridad de la ONU insiste en que es necesario que las dos potencias ejerzan un papel más activo en las negociaciones por la paz.
4. Nigeria
En 2015 una gran tormenta se alza sobre Nigeria. En primer lugar, un violento grupo islámico de insurgentes radicales, llamado Boko Haram, continúa arruinando la zona del norte del país, especialmente el norteste del país, territorio bastante empobrecido.
Ese grupo ha tomado otras zonas del país y continúa avanzando. Sus ataques no solo han afectado a Nigeria, sino también a los países vecinos (Camerún, el Níger y el Chad).
Han pasado cinco años desde que inició esta guerra y la paz no llega. El saldo de afectados indica que hay más de 13, 000 muertos y 800,000 desplazados a la fecha.
Los esfuerzos del actual presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, por contrarrestar los violentos ataques de los grupos radicales han sido débiles. Sumado a ello, la baja del petróleo debilita aún más al gobierno, puesto que la economía de este país depende de este hidrocarburo en un 70%.
Por último, las próximas elecciones tendrán lugar en febrero de 2015, con lo cual Nigeria podría sufrir una nueva ola de violencia desencadenada por las dos fuerzas en lucha: Goodluck y, el candidato Buhari, quien cuenta con el apoyo de los rebeldes del norte.
5. Somalia
Desde que Somalia se dividió en pequeños estados y volvió a unificarse el 2012, el actual gobierno federal somalí tiene graves dificultades para gobernar.
Esto se debe a las constantes disputas que ocurren entre el actual presidente y el primer ministro. En 2014 estas peleas escalaron al punto de terminar con la expulsión del último.
Si estos conflictos no se resuelven, terminarán por amenazar el objetivo inicial del gobierno: mantener las elecciones y un referéndum constitucional el 2016.
6. República Democrática del Congo
El 2014 puso freno a las esperanzas que el Congo había empezado a tener el 2013. Ese año se logró una fructífera alianza entre las tropas congolesas y el contingente militar de las Naciones Unidas (la Brigada de Intervención). Ambos parecían vencer a las fuerzas de M23 (una milicia respaldada por Ruanda).
Sin embargo, el 2014 los esfuerzos empezaron a debilitarse gracias al surgimiento de otros grupos rebeldes. Aun peor resultan las fuerzas del grupo radical Fuerzas Democráticas por la Liberación de Ruanda (FDRL), un remanente del grupo rebelde Hutu, cuyas actos violentos no han podido detener.
Aquí no se necesita una guerra armamentista, sino medidas más sutiles: un plan de desarme que cuide tanto a los soldados como a la comunidad, acciones policiales contra las redes ilícitas que apoyan a la FDRL y un acuerdo sobre el proceso judicial para sus líderes.
7. Afganistán
Este país, por primera vez en su historia, logró ver un pacífico traspaso de poderes el año pasado. El presidente Hamid Karzai dejó su oficina y Ashraf Ghani juramento como su sucesor. El tercer candidato, Abdullah Abdullah, asumió el cargo como Jefe Ejecutivo tras un arreglo interno para compartir el poder.
Pero las crisis electorales anteriores presentarían retos así como nuevas oportunidades para Ghani, puesto que las divisiones internas podrían frenar las reformas propuestas durante su campaña: fortalecer instituciones, perseguir la corrupción, equilibrar el poder ejecutivo y apostar por un gobierno descentralizado.
Además, este nuevo gobierno enfrenta el avance de los grupos insurgentes talibanes. Es por ello que Ghani ha pactado un acuerdo con Washington, según el cual el reunirán cerca de 12,000 soldados, en su mayoría norteamericanos, en territorio Afganistán el 2015. Ellos conducirán las operaciones antiterroristas y entrenarán a las fuerzas locales para luchar contra los grupos talibanes.
Mientras tanto la violencia es una constante en Afganistán. En octubre pasado, el ministro de defensa afgano dijo que el 2014 se ha convertido en el año más mortal para Afganistán desde el 2001, cuando las tropas de Estados Unidos invadieron el país. Asimismo, el último reporte de la ONU indica que este país vive un incremento constante en el número de civiles muertos y heridos en los últimos años.
8. Yemen
La transición hacia una estabilidad política se ha roto en Yemen. La credibilidad en el Abed-Rabbo Mansour Hadi, quien hacía de negociador entre los dos poderes políticos enfrentados (los Houtis, que han arrasado gran parte de la zona noreste del país, y un nuevo movimiento separatista) ha claudicado. Los Houtis avanzan, toman mayor territorio y se apropiar de zonas petroleras. Además, esta nueva secta se enfrenta con los Islah, otro partido político integrado por la rama yemení de la hermandad islámica y unida con el grupo terrorista Al-Qaeda. Ninguno de los dos grupos parece ceder ni tener intenciones de llegar a un acuerdo pacífico.
9. Libia y el Sahel
La transición en Libia también se ha resquebrajado y ahora el caos desborda sus fronteras. Por un lado, el problema proviene del estancamiento político que ha ocasionado dos legislaturas rivales: el internacionalmente reconocido parlamento en Tobruk y una facción islamista. Con estas divisiones, el gobierno de Libia no goza de autoridad real.
Por el otro, el reciente asesinato de funcionarios y el intento de golpe de estado coordinado por los anti-islamitas han fragmentado aún más al país. Las divisiones, sin embargo, son más complejas que islamistas versus anti-islamistas. La ambición por el petróleo, la riqueza, las rivalidades entre tribus y las milicias, los intereses en conflicto por parte de potencias extranjeras, entre otras discordancias han echado abajo no solo a Libia, sino también a los países vecinos de la región. Sumado a todo ello, nuevos grupos terroristas se alzan con fuerza en el Níger, Algeria y Morocco.
(foto de portada: foreing policy)