El desarrollo de la tecnología, sin lugar a dudas, ha beneficiado el desarrollo de diferentes disciplinas artísticas tales como el cine, la literatura o las artes plásticas. Así, relacionar arte con tecnología no es extraño o excéntrico.
Pero, ¿qué pasaría si relacionamos la genética con el arte? La respuesta podría estar en el proyecto Stranger Visions de la artista Heather Dewey-Hagborg. Ella misma explica, en este video, su propuesta.
Como se puede apreciar en el reportaje, el desarrollo de estas esculturas tomó su tiempo. Básicamente, lo que hizo la artista fue reunir la mayor cantidad de muestras de ADN (tomadas de cabellos, colillas de cigarrillos o chicles mascados). A partir del análisis científico de estas muestras, Dewey-Hagborg pudo extraer información sobre el posible color de ojos, color de piel o, incluso, una aproximación a la forma de los rostros de sus inusuales 'modelos'. Luego, con la ayuda de un software creado con el apoyo de Gen Space, un centro científico comunitario, estos datos generaron una imagen que luego es impresa en tres dimensiones.
Como ya se ha dicho, estas imágenes no son réplicas exactas de sus 'modelos'. Recordemos, además, que el ADN no puede darnos información sobre la edad de una persona. Por este motivo, todas las recreaciones tuvieron como base a una persona de 25 años, aproximadamente.
Salvo ese detalle cronológico, este proyecto nos demuestra, una vez más, que el arte está en constante búsqueda y que ningún tipo de conocimiento le es ajeno.