#ElPerúQueQueremos

Las aventuras de Vincent Moon en el Perú

LaMula.pe entrevistó al videasta francés a propósito de su prolongada y fértil estadía en nuestro país, durante la cual ha producido más de 30 videos musicales. 

Publicado: 2014-12-07
Vincent Moon es un reconocido director de vídeos musicales francés que ha trabajado prácticamente con todas las bandas indie del momento —se me vienen a la mente nombres como Xiu Xiu, Grizzly Bear, The Kooks, The National, Arcade Fire, Sufjan Stevens, St Vincent, Animal Collective, Bon Iver...—, además de haber colaborado con estrellas del pop como Tom Jones y R.E.M. Por si eso fuera poco, es también director de cine documental y ha realizado incluso, a sus horas, cortos experimentales. Con R.E.M.

Hoy se encuentra de paso por el Perú, donde viene realizando desde hace varios meses un apasionante trabajo de documentación de las numerosas y diversas manifestaciones musicales con las que se ha encontrado a lo largo de sus viajes por todo el país. Esta prolongada investigación forma parte de un proyecto aún más ambicioso: Vincent Moon se ha propuesto desde hace seis años recorrer el planeta cámara en mano y filmar, con la menor cantidad de recursos pero sin abandonar la poesía que caracteriza su trabajo, las riquezas musicales desconocidas u olvidadas del mundo entero. 

LaMula.pe se puso en contacto con él (por suerte, Vincent Moon siempre contesta sus emails). Este fue el resultado de la conversación.
(Foto de encabezado: Antje Jandrig)

Has realizado clips para algunos de los grupos famosos del momento. ¿Por qué decidiste de pronto cambiar de rumbo y empezar a documentar otros tipos de tradiciones musicales?
Fue la curiosidad, por un lado, y también el hecho de no poder quedarme tranquilo en un solo sitio, que es una enfermedad muy moderna. No puedo hacer lo mismo dos veces. Es imposible.
¿Por qué?

Porque me molesta, porque nunca he logrado concretar las cosas. Siempre he hecho cosas que no están terminadas, he acumulado cosas sin acabar. Mi idea del cine es un cine que no está terminado. Yo pienso que eso también tiene un valor. Hay una frase muy bella de Abbas Kiarostami: “Yo hago la mitad de mis películas, la otra mitad la debe hacer el espectador”. Es una reflexión muy justa sobre cierto tipo de cine, un cine que es un acto participativo, que es verdaderamente un intercambio.  

Para responder a tu pregunta, después de haber filmado durante 3-4 años todo el tiempo un tipo de música que puede calificarse como pop, rock, o indie, me cansé. Me cansé sobre todo de la industria musical, que es algo que no me interesa para nada. Es como cuando me hablan de la industria del cine: no me interesa. Lo que me interesa es la música, el cine. Y no tengo ganas de lidiar con managers, productores o gente de los sellos discográficos, que generalmente son personas con las que nadie en su sano juicio desearía involucrarse. No podía quedarme en un sistema: vivir en Nueva York, hacer películas con grupos importantes, dirigir equipos con diez personas que se ocupan del encuadre… Realmente no me sentía cómodo en ese medio. Cuando hice el videoclip para R.E.M. (antes ya había hecho películas experimentales con ellos) fue un horror.

¿Qué pasó?
Había dinero en juego, así que había personas que vigilaban todo lo que hacía. 
El resultado tiene de todas formas el sello de tu estilo.
Sí, pero yo lo recuerdo como un sufrimiento más que nada. Y de hecho quería volver a esa cosa tan simple que es hacer pequeños filmes con una cámara en mano sin nadie que me diga qué hacer. Ahora, hay otro asunto, y es que me fui a vivir a Nueva York, y ahí tenía una enamorada. Lo cierto es que ni bien llegué, ella terminó conmigo. Así que me encontré sin casa.
Ah, pero era un asunto sentimental, entonces…
Evidentemente. Todo es un asunto sentimental. Me volví nómade a causa de ella, en un sentido.
¿Eso fue hace cuánto tiempo?
Seis años.
Seis años por una chica es bastante.
Pero fue maravilloso. Me fui y seguí viajando. No les dije a mis padres que ya no vivía en Nueva York, les dije simplemente que estaba de viaje y me encontré haciendo este cine nómade del que soñaba desde hace mucho tiempo. Había soñado que iría por los caminos con una cámara a hacer películas. Y eso es lo que he hecho.
¿Por dónde empezaste?
Fue un poco caótico. Fui a Chile primero. Me invitaron por una semana y me preguntaron cuánto tiempo pensaba quedarme. Les dije: “No me compren un boleto de vuelta. Me voy a quedar y voy a ver qué pasa luego”. A partir de ese momento he seguido viajando a cualquier rincón del mundo al que me llamen, aunque desde hace un año, más o menos, mi vida se ha estabilizado un poco con la mujer con la que vivo ahora. Vivimos en Brasil y estamos trabajando en un proyecto más ambicioso sobre el tema de las músicas y lo sagrado en ese país.

foto: wikipedia.org

Ese proyecto, como tus viajes alrededor del mundo están ligados a un sello: Petites Planètes.
Es como una casa más que un sello. Es una especie de página virtual donde muestro mi trabajo y que me sirve a la vez como una especie de marca, sin serlo realmente porque no hay nada que vender. El nombre parte de una referencia a una vieja colección de libros de viaje de los años 60, Petite Planète (en singular), que fue creada por el cineasta Chris Marker. Es una referencia a esa época, en la que había una idea del viaje que era muy poética y muy subjetiva. Eso es lo que quería hacer realmente, desbrozar el mundo de esa manera. No adoptar una mirada antropológica, sino más bien buscar una renovación del imaginario.
¿Cómo decidiste venir al Perú y qué esperabas encontrar aquí?
No esperaba nada porque he aprendido, a fuerza de viajar, que cuando no tienes ninguna expectativa nunca estás decepcionado y estás constantemente en la sorpresa. Vine al Perú sin saber cuánto tiempo me iba a quedar: pensaba quedarme un mes, me terminé quedando tres, y finalmente he hecho 33 películas.
¿Tenías algunas referencias sobre la música peruana antes de venir?

Cuando llegué no sabía en absoluto lo que iba a grabar. Conocía algunas cositas, una recopilación que salió hace algunos años sobre la música chicha. También conocía a Susana Baca, con quien quería hacer una película, pero al final no la hice porque encontré otras cosas que me pareció que era más importante filmar.   

Lo que más me llamó la atención del Perú es que para mí es el gran país de la procesión. Es el país donde la gente marcha en las calles por una razón o por otra, y a menudo por razones totalmente chifladas. Y hay algo muy surrealista en eso.

¿Qué es lo que te interesa en el tema de la religión y lo sagrado?

Me interesa, digamos, la idea de la renovación de la espiritualidad en el mundo. Es por eso que vivo actualmente en Brasil, que es el gran país de lo sagrado hoy en día. Y eso va más allá de los clichés: Brasil es una explosión de nuevos cultos, de nuevas ceremonias, de nuevas comunidades espirituales que crecen en todas las direcciones.  

En Perú, en cambio, hay una espiritualidad que es mucho más antigua. Hablemos, por ejemplo, del ayahuasca. Mi vida cambió con el ayahuasca. Pero me siento un poco decepcionado respecto a cómo es percibida esa planta en el Perú. Es decir, la población no se la apropia realmente, sigue siendo un asunto de chamanes, un asunto de Iquitos, un asunto turístico, finalmente. Y ese turismo… bueno, es apasionante, cualquiera que pruebe el ayahuasca, eso le va a cambiar la vida... Pero es una lástima que la sociedad en el Perú no se dé cuenta del potencial que tiene esa planta sagrada, como tampoco se da cuenta del potencial de la hoja coca. 

Vincent Moon en el encuentro TEDGlobal 2014. foto: James Duncan Davidson / TED.

¿Cuáles son tus métodos de trabajo? ¿Trabajas solo o con gente que encuentras en cada país que visitas?
Solo trabajo con gente que encuentro in situ. Ahora es un poco distinto porque tengo este proyecto con mi mujer, pero durante cinco años me he estado paseando solo con una mochila. Si he podido hacer todas estas películas es porque he respondido a todos los mails que me han mandado. La mejor historia que tengo a propósito de eso es la de una chica rusa que un día me manda un mensaje, hace 5 años. Me dice: “Tu trabajo me parece extraordinario. Lo veo todas las noches con mi hija”. Y le respondo: “Mira, nunca he estado en Rusia. ¿Me organizarías un viaje de visita?”. Dos años más tarde fui a Rusia y ella organizó todo y fue mi productora a pesar de que nunca había trabajado en la industria del cine. Para mí es un reto implicar a gente que no pertenece a este medio, pero se trata un poco de mostrar que el cine es también algo de amateurs, en el más bello de los sentidos. Yo solo hago cine amateur.
¿Cuáles son tus héroes cinematográficos?
Diría que Chris Marker, al que ya he mencionado antes, pero hay tantos, sabes...
¿La Nouvelle Vague?
No, eso es algo de lo que me he desvinculado desde hace tiempo. Me interesan más los cineastas de nicho, o en todo caso prefiero hablar de gente que no es tan conocida a pesar de que hay muchos cineastas famosos que adoro. Mencionaría a Robert Gardner, un cineasta inmenso, antropólogo, que hizo cosas fabulosas y que falleció este año. Nadie ha oído hablar de él. Me gusta mucho Paradjanov, uno de los grandes poetas del cine. Tarkovski… el gran cine religioso para mí es Tarkovski. Más recientemente, entre los cineastas franceses me parece que la gran figura de los años 2000 es Philippe Grandrieux. Es extraordinario, tiene una potencia formal… Me interesa también otro tipo de cine poético que tiene mucho mayor presupuesto y que es un poco heredero de esa ola de películas de los años 80 como Koyaanisqatsi, Powaqqatsi, Naqoyqatsi y Baraka. Ron Fricke hizo una nueva película el año pasado que se llama Samsara y es increíble. Es un cine de gran espectáculo pero que a la vez es muy poético y logra establecer con el espectador una relación sin necesidad de ningún dialogo. Al extremo opuesto tienes otro cine que se le parece mucho y que tiene exponentes como Yann Arthus Bertrand, que hizo una película que se llama Home. Básicamente es un discurso moralizador, un discurso refrito que me parece horrible. Y es interesante porque son dos tipos de cine muy cercanos entre sí; uno se va hacia la poesía y el otro hacia la política, diría yo.
¿Podrías contarme alguno de los mejores recuerdos de tu experiencia peruana?

Entre muchos otros bellos encuentros recuerdo una jornada en Arequipa, donde llegué sin avisarle a nadie. Solo tenía un número de teléfono que me habían dado el día anterior. Llego a eso de las 6 de la mañana y a las 8 le doy una llamada a un músico, que es uno de los hermanos Azpilcueta, los grandes músicos de Arequipa desde hace tiempo. Lo llamo y le digo: “Buenos días, ¿podemos hacer una película? Solo me quedo un día en la ciudad”. Él me responde que no han tocan juntos desde hace dos años y que su hermano está en el hospital. Unas horas más tarde, sin embargo, llegamos a grabar un puñado de canciones. Era gente de una bondad… Eso me conmovió totalmente. Y al final eso se puede ver en el video, ellos me agradecen por haber venido y haberlos grabado, ¿te das cuenta? Para mí es gente de una bondad extraordinaria. Y en general esa es la experiencia que he tenido con la gente en el Perú, hay como una especie de dulzura extraordinaria, aunque es difícil hablar de estos temas sin caer en la banalidad… 

¿Musicalmente, qué es lo que más te ha interesado de lo que has visto aquí?
Hay tantas cosas. Siempre me han interesado los cantos shipibo, por ejemplo, que tienen que ver con la música en su dimensión terapéutica. Es casi como tocar el origen del mundo. Otra música que me marcó y que me parece absolutamente genial es la de las orquestas típicas de la región de Huancayo. Son orquestas de veinte saxofones. Para mí eso es como Fellini, como Nino Rota, es muy cinematográfico. Y encuentras eso en medio de los Andes. Es una locura y es muy bello musicalmente.                 
¿Tienes una idea de lo que harás cuando hayas terminado esta serie de viajes?
He empezado a hacer instalaciones sonoras en lugares públicos. Cada vez me interesa más trabajar solo con el sonido. 
¿Te interesa la composición?
No, hago más bien collages improbables, una especie de set de DJ abstracto. Publico de vez en cuando esos trabajos en internet. Me interesa esta idea de imbricar una cosa en otra.
¿Tienes la fantasía de hacer algún día un largometraje?

¿De ficción? No, para nada. Además para mí son falsas esas categorizaciones de documental/ficción… Para mí el problema del cine es la narración. Tenemos la impresión de que siempre tiene que haber una narración con un principio, un medio y un final, y eso es totalmente falso. El cine debería ser mucho más poético y abierto, de suerte que el espectador pueda traer algo consigo también. Para mí toda gran manifestación artística hace que el espectador se diga ¿pero qué diablos es esto? A partir del momento en que aparece esa pregunta estamos en el buen camino.


Notas relacionadas en LaMula.pe:

Animación experimental a la peruana


Escrito por

Alonso Almenara

Escribo en La Mula.


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.