En una de las escenas de la película Medianoche en París, escrita y dirigida por Woody Allen, Ernest Hemingway le pregunta al protagonista, Gil Pender, si le gusta la obra de Mark Twain (1835-1910). La respuesta no se hace esperar: "Soy un gran fanático de Mark Twain. Creo que podría decirse que toda la literatura americana moderna viene de Huckleberry Finn".
Pender se refería a uno de las primeras novelas que recogía el habla popular de la sociedad estadounidense: Las Aventuras de Huckleberry Finns (1884). En ese libro, se narra las peripecias de Huckleberry 'Huck' Finn (un niño de doce años), el mejor amigo de Tom Sawyer (protagonista de otra gran novela), quien emprende una huida junto al 'negro' Jim por el río Misisipi, y que se convertiría en la búsqueda de la propia independencia.
Twain, cuyo nombre original era Samuel Langhorne Clemens, tardó muchos años en desarrollar esta novela, pero el resultado fue sorprendente. Aún hoy es considerada un clásico de la literatura americana y sus miles de lectores han saboreado los aires libertarios que respiran sus páginas.
Y es que el autor, quien sirvió en el ejército confederado durante la Guerra de Secesión, fue testigo de la esclavitud y se afirmaba abolicionista. Él mismo recordó que en sus años escolares, los pastores de su comunidad declaraban que la esclavitud era deseada por Dios y, por eso mismo, sagrada.
La influencia de este novelista trascendería el siglo XIX y se convertiría en el maestro de tantos otros compatriotas suyos como William Faulkner, J.D. Salinger y el ya mencionado Hemingway. Alumnos aplicados que siguieron engrandeciendo la literatura de su país.
Bonus track:
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