"Cuando uno se mete en una vía revolucionaria no espera que le tiren palomitas", señala el 'presidente más pobre del mundo', José Mújica, a la periodista Malú Sierra en una de las conversaciones que sostuvieron en la casa del mandatario uruguayo, durante mayo pasado. Ahora, estos extensos diálogos han tomado la forma de un libro titulado "Mujica, ligero de equipaje"

Un ex guerrillero elegido presidente, una figura que ataca el consumismo de la sociedad actual y propone medidas polémicas como la legalización de la producción y venta de marihuana. Este es el personaje que protagoniza el libro de Sierra. "El Pepe" tiene una historia trepidante, propia de un revolucionario y donde la traición y la cárcel son elementos determinantes.  

foto: the clinic

Una de las principales virtudes que se atribuyen al político uruguayo es su franqueza. Con Sierra, no dudó en reconocer que la guerrilla de los Tupamaros fracasó. Y lo dice claramente: 

"Y cometimos un error imperdonable. Habíamos creado un movimiento muy grande y teníamos que plantearnos opciones de poder, pero no se puede sostener clandestinamente un movimiento muy grande, porque si usted es muy grande tiene lugares donde el enemigo le va a pegar por todos lados, se pone enormemente vulnerable. (...)  La estrategia de recrear un movimiento armado, con un apoyo de masas, estaba cumplida, pero eso no podía ser definitivo, eso tenía que ser un medio para saltar a otra etapa y ahí nos quedamos sin estrategia".

Pero lo peor vendría después, una de las partes más humanas y conmovedoras del libro es su relato de la cárcel, donde, según sus propias palabras, estuvo al borde de la locura. En total fueron catorce años de prisión en distintas cárceles. Fue ahí que descubrió la crueldad del ser humano: " (...) en una oportunidad le redujeron la celda a un espacio mínimo. Pintaron una línea blanca en la mitad del calabozo y le prohibieron atravesarla".

José mujica con la prensa luego de votar en las últimas elecciones presidenciales/ foto:efe

Pero todo cambiaría cuando una psiquiatra recomendó a sus carcelarios que dejarán a Mujica leer y escribir. Con ese permiso médico, pudo acceder a libros de ciencias y así pudo ordenar su cabeza: 

"Estudiaba, sacaba problemas. Y escribía, escribía y escribía. Porque el problema que me estaba apareciendo es que el pensamiento se me dispersaba, se me empezaba a dislocar, no podía razonar; sistemáticamente el pensamiento se me iba. Parece que hubiera una relación entre escribir y disciplinar el pensamiento. Entonces, cuando empecé a escribir, en realidad me autocuré. Se me fue todo".

Con la mente más tranquila, "El Pepe" daría un giro a su lucha social y con el tiempo se convertía en una importante figura global, no solo por su discurso libertario y pacífico sino por un estilo de vida ajeno a cualquier ambición monetaria.

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