El pasado 28 de octubre muchos cayeron en cuenta -después de décadas-, del desorden que puede generar para una ciudad como Lima la concentración masiva de personas en actividades como la procesión del Señor de los Milagros.

Era miércoles, día laborable a mitad de semana y en plena hora punta los servicios de transporte público colapsaron debido a los desvíos obligatorios que tuvieron que efectuarse por el recorrido que en ese momento tomaba las principales arterias del Centro de Lima.

procesiones los domingos, un dolor de cabeza para los barranquinos

Lo desafortunado de la situación puso por fin sobre la mesa una pregunta que durante años nadie quería formular: ¿hasta qué punto pueden los ciudadanos católicos llevar a cabo sus actividades sin que estas afecten al resto de vecinos? ¿Se debe en aras de la tradición continuar con un recorrido procesional que, al paso que va, genera congestión y desorden?

Pero dejando del lado el caso de la procesión principal que sale en octubre por el Centro de Lima, la pesadilla no termina para el distrito de Barranco, ya que es recién en noviembre cuando sus hermandades realizan sus recorridos cuatro domingos al mes. ¿El resultado?, situaciones como la siguiente captada el último domingo 23.

Barranco es uno de los distritos más pequeños de la ciudad con no más de tres vías principales que conectan Miraflores con Chorrillos. ¿Puede darse el lujo de cerrar calles por una procesión? Porque no solo se trata del recorrido, sino también del armado de altares y elaboración de alfombras de flores en las pistas, labores que, como es entendible, no demoran solo un par de horas.

Pero las quejas de los vecinos no son recientes, aunque no han tenido como foco en años anteriores el desvío de rutas. Quizás porque el principal argumento para justificarlo sea el hecho de que los recorridos se realizan únicamente los domingos. Sin embargo, este detalle es el que no permite justificar lo que altera a los barranquinos: el incesante uso de ruidosos pirotécnicos que se utilizan durante toda la procesión, hasta que esta termina. Solo para hacerse una idea vale ver este video: 

Si así se escucha en una grabación, ¿podemos imaginar la magnitud del ruido que soportan los vecinos hasta cerca de la medianoche? ¿Qué sucede con aquellos que utilizan el domingo para descansar? ¿Qué hay de aquellos que deben trabajar el lunes por la mañana? Y no solo es un domingo, ojo, son cuatro domingos seguidos. ¡Prácticamente un mes!

Las redes sociales, al igual que años anteriores, se ha convertido nuevamente en el único lugar donde uno puede manifestar su malestar. ¿La alcaldesa? Bien gracias, en la procesión.

Las preguntas son sencillas y las respuestas más simples aún. ¿Se trata de eliminar la procesión del Señor de los Milagros en Barranco? No. Se trata de que esta cumpla con ciertas normas que permitan que aquellos que no desean formar parte de ella, no se vean afectados. ¿Las normas deben ser para todos por igual? Sí, y si existen ordenanzas que prohíben los ruidos durante la noche -¡sobre todo de un domingo!-, estas deben cumplirse. Porque quienes se quejan son vecinos que cumplen con el pago de sus impuestos y están en todo su derecho de exigir respeto a su tranquilidad. ¿La iglesia también los paga? ¿Por qué se debería entonces permitir que sus actividades cuenten con el beneplácito del municipio a costa de los contribuyentes? ¿Esto es contra la fe? No. Ni contra la fe ni contra la tradición. Pero vale recordar que el Perú es un Estado laico. Aquí ningún peruano tiene la obligación de profesar religión alguna. Cualquier ceremonial -y más aún uno que es parte de nuestra identidad cultural-, debe ser respetado siempre y cuando no afecte a aquellos ciudadanos que no desean ser parte de él. 

Respuestas que encontramos en los mismos fieles, tal y como lo comprueban estas líneas extraídas de un reciente artículo publicado en la web Fe y Tradición:

Las procesiones son sin duda para quienes participamos de ellas un hermosa manifestación pública de nuestra fe, pero muchas veces no somos conscientes de en qué medida afectamos a quienes no comparten o la fe o la celebración en sí, creyendo que todos están felices con la procesión y muchas veces llenándonos de soberbia, nada cristiana por cierto, y pensando que a quienes no les gusta se tienen que aguantar porque es Dios, o porque es el patrón del distrito y el patrón o patrona es dueño de las calles y hace lo que quiere y llega a su casa (ingresa a su iglesia) a la hora que quiere.


Se vienen otras procesiones en Barranco. ¿Sus organizadores seguirán haciendo lo que les da la gana amparándose en sus creencias y tradiciones? 

¿Hasta cuándo?