El científico mexicano Mario Molina, nobel de Química y uno de los 21 científicos que forman parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología de Barack Obama, recibió el Premio Campeones de la Tierra de la ONU --el máximo galardón de ambiente del sistema de Naciones Unidas-- por su liderazgo en uno de los mayores acuerdos del clima (Protocolo de Montreal). En 1995, le fue concedido el Nobel por descubrir las causas del adelgazamiento de la capa de ozono, junto a Frank Sherwood Rowland y Paul Crutzen.
Molina defiende el sector nuclear. Desde su punto de vista, resulta pertinente considerar la energía nuclear como una herramienta para salvar el ambiente del cambio climático. "Las nucleares hay que ponerlas sobre la mesa, porque son una parte de la solución, aunque no la única", declara a Efe.Pese a las constantes oposiciones --especialmente en ciudades de Japón donde se han sufrido accidentes nucleares-- él considera que bien empleado, este es "más seguro" que otras fuentes. Además, indica el especialista, al no quemar combustibles fósiles, no generan dióxido de carbono(CO2) y evita un 8 % de las emisiones anuales mundiales del gas contaminante, principal responsable del calentamiento del planeta.
Aunque el químico confía en que comenzará a emplearse esta fuente energética, también teme que esto demore, pues la caída del precio del barril de petróleo (por debajo de 80 dólares) dilataría aún más su instauración.
Mirando la COP
En relación con las cumbres de la ONU sobre el cambio climático, la COP20 en Perú y la cumbre definitiva en París el 2015, el químico de 71 años no se mostró muy optimista.
"París es aún demasiado pronto para que haya el cambio necesario por el cuello de botella de los republicanos (EE.UU.); eso va a llevar más de dos o tres años, pese a que los republicanos más serios no están de acuerdo con las posturas más extremas", señaló.
El científico cree que de no existir un acuerdo “global”, de nada servirán los compromisos que hagan unos pocos países por reducir la emisión de gases contaminantes. Molina reconoce que, en gran medida, la aceleración o desaceleración del calentamiento global será una consecuencia directa de las medidas adoptadas globalmente.
"Lo que no hay duda es de que hay un riesgo muy notable sobre la ocurrencia de desastres muy dañinos y costosos para la humanidad, que es necesario evitar a un coste económico ‘moderado’: entre un 1 y 2 % del PIB mundial.De no hacerse nada, esa cifra sería muchísimo mayor”, concluye el nobel.
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