En medio del debate sobre la despenalización del aborto en caso de violación sexual que ya empieza a verse en el Congreso, parece que la voz de las más afectadas, es decir la de las propias mujeres, es la que menos interesa escuchar. 

Todos opinan, desde congresistas hasta jerarcas de las distintas iglesias existentes en el país. Todos buscan decidir sobre el cuerpo de una mujer víctima de una situación por la que ellos no atravesarán. Y mientras estos continúan atribuyéndose el derecho a decidir qué es lo que está bien o lo que está mal, cada año se registra más de un millón de embarazos, 370 mil de los cuales terminan en abortos clandestinos. Y en condiciones de clandestinidad mueren 55 mil mujeres al año. Muchísimas de ellas embarazadas tras una violación sexual.

Es una realidad, aquí no hay nada inventado. El Perú registra una de las tasas de violación sexual más alta de Latinoamérica: 120 mil al año de las cuales el 73% se producen contra menores y adolescentes, y el 34% se da en los propios hogares. ¿Pretenden entonces seguir haciéndonos creer que el fondo de este asunto es solo buscar una excusa para acabar arbitrariamente con el producto de ‘una irresponsabilidad’?¿Que la mujer quiere ‘carta libre’ para abortar?¿En qué mente retorcida puede caber que una mujer desea abortar porque le provoca?¿Busca acaso ser violada?

Y como la mayoría de dichos argumentos vienen de las bocas de quienes se autoproclaman defensores de una postura religiosa que marca la pauta de la ‘moral’, vale destacar la valentía de colectivos como ‘Católicas por el derecho a Decidir’, conformado por mujeres que sin dejar de lado su fe entienden perfectamente la necesidad de recordar que en temas de salud pública no debemos olvidar que el Estado es laico.

“Denunciamos permanentemente a la jerarquía católica que trata de imponer a las y los católicos su percepción vertical y religiosa sobre la decisión de las mujeres de no continuar con un embarazo impuesto producto de la violación sexual y del abuso de poder. Como católicas y mujeres de fe creemos en un Dios justo, comprensivo y liberador y reconocemos la maternidad como un acto voluntario y de amor, no un acto impuesto”, señalan desde la organización.

Pero su trabajo no queda ahí. Buscando llegar a un punto en el que todo ciudadano pueda identificarse con este problema, acaban de lanzar la campaña “Todas somos Mariana”, donde se plantea la historia de este personaje con una historia no muy distinta a la de muchas mujeres en el país. 

“Soy Mariana López, tengo 22 años y fui violada por el hermano de mi mamá. Decidí abortar”.

Esta frase basta para colocarse en la piel de todas las Marianas que viven el drama de enfrentarse a un embarazo no deseado. A través de sus cuentas en redes sociales buscan abrir ‘un debate franco y serio sobre el aborto, la despenalización del aborto frente a una violación sexual, la libertad de conciencia y el rol de la iglesia en un Estado laico como el peruano’, utilizando para ello viñetas, videos y diversos contenidos que faciliten el mensaje. Aquí solo algunos

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