Desde la Segunda Guerra Mundial los fotoperiodistas de guerra son percibidos como heroicos y aguerridos narradores detrás de una cámara. Sin importar la vida familiar que tengan, difícilmente estos hombres -pues sí, han sido mayormente hombres- debían elegir entre el trabajo o el placer. Su lugar estaba ahí, fuera del hogar, cubriendo los últimos acontecimientos del mundo.  

Aunque con raras excepciones, no fue sino hasta los años 70 cuando las mujeres ingresaron a la profesión para alcanzar sus propios logros dentro del fotoperiodismo. Muchas de ellas se enfrentaron con editores y colegas sexistas o escépticos, pues, generalmente, las primeras fotoperiodistas sentían que las oportunidades laborales se les presentaban a costa de sacrificar su vida personal.

noelle flores, fotoperiodista junto a su hija de 5 años, anais flores/ foto: marie arago

Entonces, muchas optaban por no tener hijos, y las que decidían tenerlos simplemente no podían viajar o tendían a quedarse a trabajar dentro de su localidad, sin la oportunidad de crecer más allá de sus fronteras.

Sin embargo, en los últimos años ha emergido una nueva generación de fotoperiodistas. Se trata de aquellas que decidieron criar hijos y continuar adelante con su carrera, viajando alrededor del mundo. Si bien es una situación que de por sí exige más de lo normal a las profesionales que se dedican a esta labor, lo es aún más para aquellas mujeres que deben lidiar, además, con las demandas del hijo y la pareja. Todo debe estar planificado, y todas las contingencias cubiertas.

¿Cómo tomar fotografías mientras cargas a un bebé? ¿Cómo darte tiempo para amamantarlos?

Al respecto, tres reconocidas fotógrafas a nivel mundial prestaron su testimonio al diario The New York Times.

Para Erika Larsen, autora de numerosos proyectos fotográficos para la revista National Geographic, “es bastante difícil, pero al mismo tiempo un balance necesario. Yo quería tener un hijo, pero no quería dejar de escribir las historias que veía en el mundo”, indicó. 

mujer de la comunidad de northern cheyenne junto a su hijo/ foto: erika larsen 

Larse viaja frecuentemente con su hijo de año y medio, Pauhlo. Cuenta que uno de sus trabajos más demandantes fue permanecer por varios meses dentro de una reserva comunitaria, Northern Cheyenne Reservation, en Montana (EE.UU.) junto con su pequeño hijo, mientras fotografiaba diariamente las actividades de la comunidad.

“Lo dejaba con otros niños de su edad y la gente lo cuidaba”. “Muchos de mi trabajo se relaciona con familias. Así que traer a mi hijo me permitió entender mejor cómo funcionaban las dinámicas familiares y me permitió tener una mejor relación humana con las madres del lugar. Era un intercambio en que yo revelaba parte de mi vida y ello me revelaban la suya."- declaró la fotógrafa. 

Lynsey Addario es la especialista de The New York Times en cubrir guerras. Ella y su hijo de dos años, Lukas, han tenido que recorrer juntos el mundo más de una vez. Comenta que para una fotoperiodista puede ser difícil mantener una relación por mucho tiempo. 

lynsey addario cubriendo la guerra en la frontera de libia/ foto: paul conroy

 “Antes de que me casara, era casi imposible mantener una relación de pareja. Porque ningún hombre aceptaba que yo dijera ‘debo irme por un mes, te veré cuando regrese’. Nadie quería que yo estuviera comprometida con mi labor.”

No todo es tan sencillo. Hay momentos difíciles para estas mujeres, cuya labor y pasión está fuera de la casa. Pues estas madres no solo enfrentar el pesar de la separación, sino también la culpa que les producen las expectativas de una sociedad que les dice que deben estar dentro del hogar.

Esto es algo que Tanya Habjouqa, fotógrafa y madre de dos hijos, se cuestiona constantemente: 

“Cuando trabajas debes ser egoísta, concentrada en el lugar donde vas a disparar la toma; sin embargo, tal vez, esa no sea la palabra correcta. Hemos sido criadas para sentirnos egoístas cuando hacemos nuestro trabajo, pero, de facto, ¿lo somos? ¿La gente le dice lo mismo a los hombres?", interpela Tanya.  

Para ella es más importantes que sus hijos vean a una madre con sueños y metas propias. “Quiero enseñarle a mis hijos a ser apasionados y a seguir sus sueños” -afirma Habjoqa- “Ese es el mejor ejemplo.”

Finalmente, Rena Effendi, fotógrafa y madre de una hija de 5 años, asegura que “Viajar cuando tienes un hijo en casa, como mujer, significa ser estigmatizada por tu familia y la sociedad”. “Cuando una madre viaja, se vuelve un gran problema, pero cuando un padre lo hace, es solo parte de la convención social.” 

Esta profesional cree que no debe existir la condición de ser soltera para ser una fotógrafa comprometida con lo que sucede en el mundo. “No se trata de cuánto tiempo pasas con tu hijo, sino de la calidad de tiempo que le das”, sentencia.


Con información extraída de The New York Times

(foto de portada: Paulo Siqueira)

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