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“La historia del arte que tenía esperanzas y que venía del Romanticismo, ya se acabó”

Una conversación con Rafael Hastings a propósito de "El futuro es nuestro y/o por un pasado mejor 1983-1967", muestra que revisa el periodo menos conocido de su producción artística. Hasta el 23 de noviembre en el ICPNA.

Publicado: 2014-10-18

El artista peruano Rafael Hastings realizó estudios de pintura en Lovaina, en la Academia de Bellas Artes en Bruselas y en el Royal College of Art en Londres. Su obra forma parte de las colecciones del Museo de Arte de Berlín, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo de la Ciudad de París, el Museo de Arte de Lima y numerosas colecciones privadas. A lo largo de su carrera ha recibido diversas distinciones internacionales como el Premio Codex de Pintura Latinoamericana, el Premio de la Bienal de Medellín, el Premio de la Bienal de París y el Premio de la Critica Alemana. 

Su más reciente exhibición es un repaso por el trabajó que Hastings realizó entre la década de los sesenta y principios de los ochenta. Durante este periodo, el artista se aproximó de modo muy personal al arte conceptual y produjo una serie de obras de naturaleza inclasificable. En ellas el cruce entre composición musical, creación coreográfica, arquitectura, poesía y vídeo deviene en lo que el curador de la muestra, Miguel López, ha llamado “una serie de actos que fueron gestos de provocación ante el conformismo cultural y el conservadurismo de aquellos que demandaban un arte moderado en instantes de sobresalto social.”

La muestra se titula El futuro es nuestro y/o por un pasado mejor 1983-1967 y puede verse en el ICPNA de Miraflores hasta el 23 de noviembre.

Conversamos con el artista respecto de este conjunto de obras y de cómo el registro del proceso creativo se convierte en la obra misma.


En su texto sobre esta muestra, Miguel López, el curador, dice que en este conjunto de obras hay un deseo por alcanzar el futuro. ¿Ha llegado ya ese futuro?
Creo que no tenemos otra posibilidad que alcanzarlo tarde o temprano. Más allá de si se desea o no, el futuro es inexorable...
El futuro nos alcanza a nosotros.
Claro, tarde o temprano. Lo gracioso es que el título de la exposición, salió de una conversación con Miguel, en la que decíamos: todo lo que viene por delante todavía no ha sido revisado. Hay muchas cosas del pasado que no se conocen, entonces se nos ocurrió la frase: el futuro es nuestro y/o por un pasado mejor. Yo en realidad estaba pensando en un pasado más antiguo, en una revisión del pasado precolombino del Perú, por ejemplo; cosa que los artistas han tomado muy superficialmente. Como lo tomó el indigenismo a comienzos del siglo XIX, que es muy distinto a como lo tomó después Arguedas. Ese tipo de revisión del pasado es la que me gusta.
La mayoría de piezas de esta muestra son el registro de operaciones mentales, de tomas de consciencia...
Exactamente.
¿Cuál era la pertinencia, en ese momento, de ese registro?

Los registros mentales, que yo llamo dibujos mentales desde hace muchos años, empezaron con una interpretación para teatro de Hamlet. Estuve trabajando en Europa con un grupo de teatro tratando de reinventar Hamlet. Empecé a tomar notas, lo que hacia eran esquemas de movimiento para los actores y esquemas de movimiento del espacio. Pero también anotaba cosas que me habían pasado a mí y podía relacionar con la lectura de Hamlet. Todos esos dibujos parten de eso. Eso fue más o menos en 1968. Luego, durante mucho tiempo he viajado solo y sin cámara fotográfica, así que mis apuntes y mis fotos de viaje son dibujos mentales de lugares. Como fragmentos de memoria quizás.

de la serie dibujos mentales  / foto: difusión.

¿En qué momento eso se convierte en obra? Es distinto que sea un proceso de apuntes para otra cosa. Pero en este caso, el apunte es el soporte de la obra.
Claro, esta parte de mi trabajo, lo que está en esta muestra. Yo tengo distintas caligrafías, esta es una de ellas. Tengo otra caligrafía en la pintura, otra en la música y otra en la poesía. Pero en el fondo son solo caligrafías, una no es más relevante que la otra. Lo que es relevante es lo que tengo que decir. Cómo lo digo no es tan importante.
Justamente en esta muestra hay un cruce de formatos, ¿cómo encuentra el formato correcto en cada caso?
Todavía no lo he encontrado. El formato definitivo todavía no lo encuentro. Espero que alguna vez pueda juntar todo. En esta muestra hay más que nada dos cosas: un proceso, que podríamos malamente llamar político, de limpieza del arte occidental; de las cosas que a mi me molestaban del arte occidental. No me podía me podía incluir en un arte occidental del cual yo no me sentía parte. Porque, o era un fragmento de él o porque le encontraba suficientes defectos como para no involucrarme. Por el otro lado hay también, un trabajo personal, estos fragmentos de pensamiento que aparecen en este caso como apuntes; pero que también van hacia la pintura, la poesía, la música y a las coreografías que he realizado. Lo que pasa es que no puedo presentar todo al mismo tiempo.
Una de las sensaciones que me da la muestra es que, a diferencia de lo que dice López en su texto, este trabajo no ironiza sobre el arte; sino que por el contrario se lo toma muy en serio como herramienta para producir cambios de percepción y también cambios en la realidad misma.

Sí, lo que pasa es que la realidad es parte de la irrealidad. Lo que sucede muy poco en el arte occidental, mucho en el arte chino y a veces en el arte precolombino, es que lo que importa es el proceso creativo. La manera como ese proceso tiene su propia realidad y su propio tiempo, que a veces está divorciado de lo que nosotros entendemos por tiempo real. Entonces eso sí, evidentemente, me lo tomo en serio. Pero todo el proceso de limpieza de ese espacio-tiempo histórico, no solamente me molesta sino que a veces me da risa.

de la serie dibujos mentales / Foto: Difusión

¿Es el arte un lugar donde depositar la esperanza?
Creo que la historia del arte que tenía esperanzas y que venía del Romanticismo, ya se acabó. En este momento, estamos viviendo el fin de eso, lo que pasa es que el fin de eso no quiere decir que ya nadie haga nada más. Estamos haciendo trabajos apocalípticos, sombríos del fin de ese arte. Es un post-hegelianismo absoluto.
¿Que surgirá después de ese final?
Eso es muy difícil de responder, además no sé cuánto dure el final. Hay finales que duran para siempre.
Volviendo un poco sobre los intereses que marcaron estos trabajos y porque su densidad está fugando todo el tiempo. ¿De dónde cree que se sostenía el trabajo?

De donde se sostenía, la verdad es que no lo sé. Hasta ahora no sé qué cosa es la que lo sostiene. Pero si se desde hace muchos años, quizás más de veinte, que el arte trata de lo infinito. No del infinito sino de lo infinito. Pero lo infinito solamente se puede dar en el cuerpo de lo finito. Yo estoy tratando de buscar un infinito, acorde al tiempo que me ha tocado vivir, un poco más ateo. Un infinito donde ya no hay dios, no hay ilusiones de ese tipo y por lo tanto no hay romanticismo. Ese es el infinito que a mí me gusta en el arte hoy.

foto: ana cabrera / lamula.pe

¿Cuáles son las marcas que deja el infinito sobre lo finito?
No lo sé. Lo que puedo decir es que el infinito no puede aparecer por sí solo. Está en el corpus de lo finito, porque la realidad está en lo finito. Pero también está en el momento en que ese infinito se trabaja en forma de arte. Es un problema filosófico bastante viejo.
Ese registro de transición conceptual, de pensamiento ¿desde dónde parte y hacia dónde va?
Va desde lo poco que se hacía lo que no sé, si quieres resumirlo de algún modo... Es un seguirte, una manera de estar atento. Lo que hay en esta exhibición es un trabajo de atención. De no perder la atención. Es muy difícil sostener la atención, requiere disciplina. El trabajo de la atención es muy importante; no es lo único que hay, pero es una parte importante.
En uno de sus textos habla de la necesidad de revolucionar ciertas cosas.

En realidad, hablo de lo que debe ser un revolucionario, uno de esa época además, cuando el mundo estaba escindido... Cuando había guerra de Vietnam, etc., cosa que ya no existe. Ese revolucionario tampoco existe hoy, por lo tanto ese tipo de revolución terminó en el tiempo.

El hijo del hombre, 1982. / foto: difusión.

Ya no le interesa esa revolución entonces.
No es que no me interese, es que no existe. No existen las coordenadas para que ese tipo de fenómeno aparezca.
Ha mencionado ya la tradición occidental, ¿cómo se enlazan estos trabajos con la tradición y la historia nacional?

Si te fijas bien está muy presente. En cada una de las piezas que no se han exhibido en el Perú, el comienzo y el final son peruanos. Esto que tenemos al frente, por ejemplo, es el viaje de un peruano a Londres. En esta otra, todo el tiempo hay la interrupción de huacas precolombinas, hechas por mí en la arena. En toda la muestra hay una presencia del Perú fuertísima.



El futuro es nuestro y/o por un pasado mejor 1983-1967, de Rafael Hastings va de martes a domingo hasta el 23 de noviembre en la galería Germán Krüger Espantoso del ICPNA (Av. Angamos Oeste 160, Miraflores). El ingreso es libre.


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Escrito por

Andrés Hare

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Publicado en

Redacción mulera

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