Aunque realizado en 1989, el corto documental La isla de las flores, del director brasileño Jorge Furtado, continúa vigente. Estructurando la información, cual si se tratara de una enciclopedia que reúne y conecta datos diversos —desde la biología hasta la economía, pasando por la anatomía y la filosofía—, la aséptica voz del narrador nos presenta la despiadada organización del mundo contemporáneo. Un mundo en el que las jerarquías son las coordenadas por las cuales todos los seres vivientes conocen —y se ven resignados a aceptar— su posición. 

Es así como la miseria de los habitantes de la isla, de la cual el corto toma su nombre, termina siendo comprendida como algo 'normal', 'natural, dadas las condiciones sobre las que ha sido constituido el sistema capitalista.

Esto, por supuesto, no viene a ser más que una manera de criticar la actitud de algunos sectores que consideran que tienen que ser las cifras —y no los ideales— los soportes de la humanidad.

La isla de las flores obtuvo el Oso de Plata a mejor cortometraje en el Festival de Berlín en 1989 y desde entonces ha sido ampliamente catalogado como uno de los mejores títulos fílmicos, no solo por la contundencia en presentar ese aciago panorama, sino por el mensaje de esperanza que pretende transmitir después de todo.

A continuación, el corto con traducción al español:

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