Lo normal es que uno utilice los lápices como medios para la creación. Pero para el turco Recep Alçamlı, la mina de los lápices es la materia prima para elaboradas microesculturas, las cuales no sobrepasan nunca el par de centímetros. Es así que, con precisión, pero sobre todo con paciencia, las puntas se convierten en altares. 

A continuación, una muestra de su impresionante trabajo:

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