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Elecciones municipales en Lima: una lección política

Publicado: 2014-10-06

Luis Castañeda Lossio empezó a ganar estas elecciones municipales con el proceso de revocatoria de su sucesora, Susana Villarán, cuya derrota es hoy completa y definitiva (además de espectacular). 

El proceso de revocatoria tenía tres objetivos principales y uno secundario. El objetivo secundario fue la remoción de la alcaldesa, que no se consiguió. Los objetivos principales fueron impedir una fiscalización efectiva de la gestión edil de Castañeda, plagada de acusaciones de corrupción; impedir la consolidación de Villarán y su equipo como administradores eficientes y efectivos de la ciudad; movilizar a las bases castañedistas (que son reales) en contra de la nueva alcaldesa y su proyecto, asignándoles una imagen negativa independiente de cualquier realidad y dificultando su conexión con los amplios sectores a los cuales, en teoría, la nueva gestión debía beneficiar. En todo ello, los revocadores resultaron exitosos.

Lo más significativo de lo anterior es que se trató de una jugada política, algo que Villarán y su equipo en ningún momento parecieron reconocer, y a lo que no tuvieron respuestas eficaces. Susana Villarán llegó a la escena municipal con la promesa de hacer política de maneras nuevas, más limpias, distintas a las de sus antecesores; en el trámite, terminó haciéndola de maneras malas, en el sentido de inoperantes. 

Muchos observadores han anotado los problemas de comunicación de la alcaldesa y su incapacidad (en un principio, por decisión voluntaria) de transmitir su presencia y su proyecto a través de su principal recurso, que es el control de la inversión pública en proyectos de infraestructura, ordenamiento y seguridad ciudadana que beneficien a la población. Estos problemas de comunicación son reales, pero explican sólo una pequeña parte superficial del problema.

La raíz, creo, es lo que parece haber sido el completo desinterés de Villarán y su equipo de pelear, en el terreno, por la captación de las bases castañedistas en los sectores pobres y emergentes de la ciudad. Esto hubiera requerido, por supuesto, el posicionamiento de la alcaldesa en términos similares a los que explican la persistencia política de Castañeda en Lima: asistencialismo y populismo. Formas "viejas" de hacer política que parecen estar, a la luz de los resultados de ayer, profundamente enraizadas en la cultura local. 

Más bien, las energías políticas del proyecto villaranista se agotaron, incluso durante el proceso de revocatoria, en la disputa interna con la coalición que la llevó al triunfo en 2010. Al final, esta coalición se desintegró, y dos de sus estructuras organizativas más importantes, Tierra y Libertad y Patria Roja, no participaron de la campaña reeleccionista en las elecciones de 2014.

En este terreno, la "nueva" política de Villarán terminó siendo la misma vieja política de la izquierda peruana. Tras la revocatoria, convencida seguramente de que su único capital político era su nombre y su persona, y decidida a posicionarse en el centro del espectro (desde el cual, el izquierdismo y la percepción de radicalidad de T&L y PR solo podían ser vistos como un lastre), Villarán prefirió ir a la reelección con un vientre de alquiler sin arraigo en la ciudad, y en tibia alianza con el muy desprestigiado Perú Posible, que finalmente no le aportó nada a sus posibilidades de triunfo.

Posibilidades que, por lo demás, siempre fueron escasas. Villarán y sus asesores parecen haber asumido como necesario para sus planes el mejor escenario posible ("¡podemos ganar!") en vez del que era más probable ("no podemos ganar, pero tendremos regidores en el Concejo"), lo cual siempre es un error político. 

Al hacerlo, perdieron por un lado su capacidad de organizar una campaña más movilizada en barrios y distritos, basada en el activismo (muy minoritario, pero real) de las organizaciones que quedaban de lado al romperse la coalición. Y por el otro, pusieron en serio peligro la posibilidad de mantener desde la oposición municipal un espacio de fiscalización y resistencia al castañedismo, y de defender la continuidad de lo logrado en estos cuatro años de accidentada gestión. Con los cinco regidores que sí lograrán finalmente colocar en el Concejo, varios de ellos provenientes de Perú Posible o Somos Perú (y una, Pilar Freitas, con serios cuestionamientos), esa posibilidad parece nula.

Así, Lima tendrá por los próximos cuatro años por lo menos un Concejo Municipal controlado por negociaciones y cabildeos entre Solidaridad Nacional y el Apra, con el bloque "villaranista" reducido no solo a la irrelevancia sino probablemente disuelto en cuanto las necesidades políticas así lo demanden. Más aún, la ciudad tendrá también 15 municipalidades distritales alineadas con SN, allí donde la figura populista y asistencialista de Castañeda ha resonado con la ciudadanía, que es también donde la figura de Susana Villarán, a pesar de todas las realidades de su gestión, ha generado más rechazo.

La lección parece clara, y no es nueva. También es poco probable que se aprenda. Hacer política en Lima, hoy (y lo mismo es cierto para el país en general), requiere adecuarse a los estilos y formas comunicativas a los que la población responde, y, como demuestra el aluvión de Castañeda y SN, eso implica un modelo populista. Y este modelo debe ser aplicado en la lucha por la construcción de bases y arraigo popular, algo mucho más importante que la construcción de coaliciones pasajeras con "aliados" que resultan, a la larga, meramente imaginarios. Algo más importante, de hecho, que ganar elecciones, pues es ahí que se juega la continuidad de cualquier proyecto.

En el próximo ciclo electoral, construir bases y arraigo políticos ya sin control del municipio y sin capacidad de hacer oposición en el Concejo es, parece obvio, una tarea imposible. Y en esa misma medida, los cuatro años de Susana Villarán en la alcaldía de Lima, con todo y su valentía para enfrentar los problemas de la ciudad y adelantar reformas urgentes, son una pérdida política neta, de la que no hay, por ahora, ninguna forma real de recuperarse.

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Escrito por

Jorge Frisancho

Escrito al margen


Publicado en

Redacción mulera

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