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Castañeda es la enfermedad de Lima

Publicado: 2014-10-04

No hay vuelta que darle: Luis Castañeda Lossio será el próximo alcalde de Lima. No vamos a difundir las más recientes encuestas, porque nos lo tienen prohibido, pero valga saber que no ha habido intervención divina y que (aunque quizá salte un conejo del sombrero electoral) mañana no tendremos sorpresas.

La suerte está echada, pues. Así que creo oportuno repetir algo que he dicho antes: social y políticamente, estamos enfermos. Aunque, sotto voce, los rumores sobre el estado de salud del candidato no han cesado durante toda la campaña, parece ser que quienes estamos infectados somos más bien los demás. La ciudad entera. Como el país, vamos, que la cosa no es muy distinta fuera de la capital.

Porque nadie puede decir ahora que no sabe quién es Castañeda. Nadie puede ignorar, más que por un esfuerzo denodado de ceguera voluntaria, las acusaciones de corrupción que pesan sobre él, desde Comunicore hasta los cobros indebidos de la mamadera estatal. Y nadie puede ignorar la forma mafiosa en que se ha escabullido de las consecuencias judiciales. Y nadie puede ignorar, tampoco, la forma mezquina y oleaginosa en la que ha conducido su campaña en las últimas semanas. Y nadie puede ignorar su cercanía, cuando era alcalde, a personas vinculadas con el narcotráfico. Y nadie puede ignorar que su imagen, la de alguien que "hace obras", es falsa no una, sino muchas veces. Y así sucesivamente.

Creo, por todo eso, que la amplia franja de electores con la que Castañeda cuenta en Lima es expresión de algo más que su carisma (no tiene ninguno), o el recuerdo de sus goles políticos (principalmente, los hospitales de la solidaridad), o cualquiera de sus "positivos" formales. Tampoco es únicamente una reacción a los (abundantes) errores de su principal competidora.

Creo que expresa, además de esas cosas, el poder que sus negativos  tienen sobre la imaginación política y social de un amplio sector de electorado. En otras palabras: al votar por Castañeda, de quien se saben todas esas cosas, los limeños estarán votando a favor de la corrupción, la opacidad en la gestión pública, la criollada, la mala administración de los fondos colectivos, la jugada sucia, la improvisación y el efectismo. No a pesar de ellos. A favor. 

Castañeda es, entonces, un síntoma. Expresa un deseo, un querer ser que atraviesa la sociedad limeña (como atraviesa la peruana) en su conjunto, y permea todos los aspectos de nuestra vida en común. Lo dicho. Estamos enfermos. Y parece que la cura no llegará esta vez.

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Escrito por

Jorge Frisancho

Escrito al margen


Publicado en

Redacción mulera

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