Durante su efímera pero potentísima existencia, el taller E.P.S. Huayco (conformado por Francisco Mariotti, María Luy, Charo Noriega, Mariella Zevallos, Herbert Rodríguez, Armando Williams y Juan Javier Salazar) produjo una serie de piezas y experiencias fundamentales para entender la evolución del arte contemporáneo en nuestro país. El colectivo, que tan solo existió como tal entre 1980 y 1981, supo capturar el espíritu de su tiempo y producir un encuentro ideal entre el arte contemporáneo y lo popular. 

El contexto en el que E.P.S Huayco, inició su producción coincide con la transformación de la capital iniciada a finales de 1960 y ya bastante asentada para comienzos de 1970, producto de las migraciones del campo a la ciudad. Los signos de esta nueva ciudad, donde el espacio por excelencia es la calle, empiezan a definirse a través de una estética popular; así es fácil encontrar elementos entre los que destacan el tigre y el cóndor de los guardafangos o las calcomanías de los buses.

A esta coyuntura le precedía el acercamiento que tuvieron las clases medias dedicadas al arte entendido en su definición más tradicional, a la sensibilidad popular durante la reforma agraria; ejemplo concreto son los afiches de Jesús Ruiz Durand y la experiencia del SINAMOS. En los años setenta el debate de las artes visuales estaba centrado en determinar qué lugar tenían estas manifestaciones populares que incluían también a la artesanía y el folklore. El punto álgido del debate fue el año 1975, cuando el Premio Nacional de Cultura fue entregado al retablista ayacuchano Joaquín López Antay.

Existen dos experiencias inmediatamente previas a Sarita dentro del trabajo del colectivo que permiten entender las inquietudes que motivaron la gestación de esta pieza. La primera es la exhibición Arte al paso, realizada en la Galería Forum en 1980 y más específicamente la pieza central de la muestra: La salchipapa. Esta pieza es un precedente de Sarita esencialmente por su utilización de latas de leche Gloria evaporada; La salchipapa es un símbolo de la comida popular. Además introduce el reciclaje, un elemento que habla de la situación concreta de la ciudad en ese momento: la comida de carretillas y el basural han cobrado un nuevo peso dentro de la cultura y el paisaje urbano respectivamente. Como se pondrá en evidencia con Sarita, el reciclaje es también una operación a nivel simbólico: la lata de leche es un elemento de la canasta familiar y por lo tanto inserto en el imaginario de la gente.

Dos vistas de la salchipapa de Huayco / Foto: HUayco E.P.S.

Para Herbert Rodríguez, la exhibición Arte al paso condensaba las inquietudes de Huayco en ese momento: "La propuesta era el arte total. Sarita no es una pintura al óleo, se llega a la idea de usar esmalte sintético, latas de leche vacías como soporte y luego por supuesto al hecho mismo de usar al icono. La idea de buscar el referente de la cultura del migrante andino, en ese contexto, era un acto vanguardista. [...] Sarita es producto de un proceso que surge de la reflexión autocritica. Se hace bastante evidente, por ejemplo, si uno va en contra del elitismo ¿qué hace exponiendo en una galería miraflorina? El espacio de la exhibición era contradictorio con la intención de llevar la obra de arte a un público cotidiano, de sacarla a la calle."

La segunda experiencia previa del colectivo es una encuesta sobre preferencias estéticas que el colectivo realizó en diferentes puntos de Lima y Callao. Esta encuesta tenía características próximas a un estudio sociológico. Sin embargo, es posible afirmar que el acercamiento del colectivo contenía un matiz menos teórico y más cercano a una simple indagación en el gusto e imaginario estético de la gente. Armando Williams, otro miembro del colectivo, dice al respecto: “Es a partir de los resultados de la encuesta que notamos, dentro del contexto de la oleada migratoria, el interés de la gente por lo mágico-ritual. Así surgió la idea de utilizar el icono de Sarita Colonia, que hasta ese momento no se había utilizado dentro del arte. [..] Nos interesaba que ya no estuviese relacionado a una lectura elitista, es decir, que no estuviese encerrado en las cuatro paredes de una galería. Elegimos la entrada de Lima al borde de la carretera, donde se daba el encuentro de los migrantes con la ciudad. Todos estos puntos definen la pertinencia de la pieza."

Página de La encuesta sobre preferencias esteticas e imágenes / Foto: hUAYCO E.P.S. 

Lo resaltante de este trabajo es que se diferencia de las operaciones de apropiación o cooptación que el arte contemporáneo solía y aún suele proponer frente a lo popular. En los años en los que se realizó la pieza, Sarita Colonia todavía conservaba ese carácter popular/espontáneo. Eso la volvía el elemento idóneo para ser un vehículo de las preocupaciones colectivas de los miembros de la agrupación. El caso de Sarita es interesante porque su producción es más bien un movimiento acompasado, que contribuye a convertir el icono popular en lo que ahora es. Actualmente el culto que goza la santa está extendido a un punto que ha excedido los límites de lo popular-marginal, para ser parte del discurso que la sociedad peruana asume como identidad homogeneizadora. Asimismo el icono ha sido apropiado por otros artistas y el mundo corporativo, con resultados bastante distantes de los obtenidos por Huayco.

La intervención se realizó a fines de 1980 en las afueras del sur de Lima, al borde de la carretera en una loma. Las doce mil latas previamente pintadas fueron trasladadas y en un día de trabajo la pieza fue instalada sobre la duna. El trabajo previo de pintado se desarrolló a partir de una estampa divida en cuadrantes que servía como referencia para el armado de las piezas que componían esta suerte de mosaico de latas.

tRASLADO DE LAS LATAS AL LUGAR DE LA INTERVENCIÓN / FOTO: hUAYCO E.P.S.

MONTANDO LAS LATAS EN EL LUGAR DE LA INTERVENCIÓN / FOTO: HUAYCO E.P.S.

Al respecto Rodríguez comenta: “No éramos un grupo queriendo hacer arte en sentido tradicional. La dejamos en la loma y la abandonamos. Eso era coherente con la propuesta de hacer un arte al paso, para un público popular. Todo era absolutamente autogestionario y se plantó dentro de la dinámica de que con la pieza, pase lo que tenga que pasar. Si quedaría memoria o no, si alguien se daría cuenta o no, no estaba dentro de nuestras preocupaciones.”

Con el tiempo, pobladores de las cercanías y emigrantes que iban llegando a la ciudad empezaron poco a poco a peregrinar hasta la imagen de la santa. La pieza entonces recibía un mantenimiento anónimo y como suele hacerse, se incluían pedidos y agradecimientos a Sarita para interceder en la vida de los fieles. "Se convirtió en un lugar semi-ritual. [...] Recuerdo que la gente que paraba ahí le había hecho un marco de plantas, iba tomando su propio ritualismo, su propia vida" señala Williams.

lA sARITA DE HUAYCO / FOTO: HUAYCO E.P.S.

vISTA DE LA INTEVENCION DESDE LA CARRETERA. / FOTO: HUAYCO E.P.S.

En este paso del espacio simbólico, donde se procesaron las ideas y se propuso una respuesta a determinadas inquietudes, al uso público que posteriormente se le dio a la pieza es imposible rastrear las pretensiones especificas por parte del colectivo. Sería forzado afirmar que los miembros de Huayco esperaron o buscaron este recibimiento por parte de la gente. En ese sentido, el carácter espontaneo de la obra encontró en el mundo popular su espacio de significación definitivo. Como ha demostrado la experiencia, tanto en el Perú como fuera de él, esos momentos en los que el arte logra tomar el pulso a la coyuntura son efímeros y se corresponden a la fugacidad de las estrategias de producción de sus artífices.

Para el crítico y curador Gustavo Buntinx, autor de un estudio detallado sobre la historia del colectivo, las implicancias de la obra exceden los territorios que originalmente se plantearon dentro de la intervención: "Ante el abandono radical por parte del estado sobre lo cultural, quizá la respuesta está en buscar en el detritus de esa patología, los insumos de ese arte nuevo. Para la creación de un ethos nuevo. De allí también la luminosidad de una propuesta como la de Sarita. Porque Sarita Colonia existía en el botadero espiritual del país, incluso del modo más terrible y factico: su cadáver fue arrojado a una fosa común. Sin embargo de ese abandono terminal surge una gran esperanza mítica, que con el tiempo sería también una esperanza social: la modernidad y luego la postmodernidad popular. Tomar este desecho religioso y monumentalizarlo, reproduciendo su imagen santificada por el pueblo. Era un gesto sumamente pertinente. Evidencia de una intuición social y política, pero también místico-libidinal impresionante. [...] La estética del reciclaje se convierte también en una ética de la resurrección cultural."

Lo cierto es que el acontecimiento que logró Huayco con la intervención, sigue siendo esencial para entender las particularidades del arte peruano contemporáneo. Pero también para entendernos a nosotros como sociedad en ese momento y ahora. La resurrección la seguimos esperando.

E.P.S. Huayco frente a Sarita Colonia. 1980. De izquierda a derecha: Charo Noriega, Mariella zevallos, Herbert Rodriguez, Maria Luy y Francisco Mariotti flanqueado por sus hijas. No aparecen en la foto Juan Javier Salazar y Armando Williams. / Foto: Huayco E.P.S.


A continuación dos videos que recogen la experiencia de Sarita:

[Arte al paso - Francisco Mariotti y Lorenzo Bianda, 1981.
Colección MICROMUSEO ("al fondo hay sitio") ]


[Sarita, 20 años después - Francisco Mariotti (Editado con la colaboración de José Carlos Mariátegui y Alta Tecnología Andina - ATA), 1999.
Colección MICROMUSEO ("al fondo hay sitio") ]



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