"Era un época de arte, una época de exceso y una época de sátira". Con esta frase, F. Scott Fitzgerald, nacido el 24 de setiembre de 1896, resumía la efervescencia, el hedonismo, la ambición y la extravagancia de la primera parte de los años veinte del siglo pasado. Un tiempo en el que la prosperidad económica norteamericana instauró la sensación de vivir en un paraíso perenne. Este período fue llamado también como la 'era del jazz'.

Dotado de una educación privilegiada (estudió en la academia Saint Paul y en la Universidad de Princeton), desde joven fue testigo del comportamiento de la clase privilegiada. Su prosa suave y cargada de sentimientos se aunaba a contundentes descripciones de la frivolidad americana. Así lo expuso en novelas como A este lado del paraíso (1920), Hermosos y malditos (1922) y por supuesto El gran Gatsby (1925). Esta última fue recientemente llevada al cine. La película estuvo dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Leonardo DiCaprio.

"En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas. Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien -me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas. No añadió más, pero ambos no hemos sido nunca muy comunicativos dentro de nuestra habitual reserva, por lo cual comprendí que, con sus palabras, quería decir mucho más" (El gran Gatsby).

El mismo narrador fue víctima de su propia obra. Fitzgerald, seguro de su talento literario, no dudó en entregarse a un vida bohemia y llena de lujos junto con su esposa Zelda. Y por un tiempo pudo sostener esta vida gracias, en buena medida, a su novela A este lado del paraíso. No obstante, su carrera literaria tuvo altibajos y se vio obligado a trabajar escribiendo guiones de cine para juntar dinero y así poder dedicarse a lo que más quería: escribir  novelas. Si embargo, a pesar de sus eventuales problemas económicos, pudo viajar a París, donde se entregó a la bohemia de esa ciudad junto a otros escritores como Ernest Hemingway, quien evoca la figura de su 'compañero de copas' en París era una fiesta (1964). Woody Allen, en su película Medianoche en París (2011), recrea esta relación. 

"Gatsby creía en el fastuoso futuro que año tras año retrocede ante nosotros. Aunque en este momento nos evite, no importa... Mañana correremos más rápido, estiraremos más los brazos...[...] Y así seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado" (El gran Gatsby).

Hacia el final de su vida, deprimido porque no conseguía el éxito editorial y literario (a diferencia del propio Ernest Hemingway, por ejemplo), su afición por la bebida aumentó. Al mismo tiempo, los problemas mentales de su esposa empeoraron y pasó largas temporadas hospitalizada. No obstante, el escritor no renunció a su vocación y la muerte lo encontró en 1940, cuando ya había escrito casi la mitad del manuscrito de su novela titulada The Love of the Last Tycoon.

Bonus track

Si no has leído El gran Gasby, ahora puedes escucharlo (en su idioma original):

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