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Mi abuelo, Martín Chambi

Óscar Chambi, nieto del reconocido fotógrafo peruano fallecido un 13 de septiembre, nos habla de la obra de su abuelo y también sobre su lado íntimo familiar.

Publicado: 2014-09-13

Hablar de Martín Chambi es dialogar directamente con la historia de la fotografía en el Perú. Es escudriñar en la memoria del documental peruano y en los alcances de la cultura indigenista, que dominó el arte nacional en la primera mitad del siglo XX.

Martín Chambi no solo registró los vértices de las ciudades serranas, sino también la idiosincracia de sus pares, personajes marginados por una sociedad peruana aún entrampada en la herencia colonial y las estrictas jerarquías sociales que definieron desde el inicio su vida republicana. Y más allá de los temas fotografiados, su impecable técnica, sin precedentes en el país, lo convirtió en el creador de las imágenes fotográficas mas importantes del Perú en siglo XX.

Hoy, en el aniversario de su fallecimiento (ocurrido en 1973), lo recordamos en una conversación con su nieto, Oscar Chambi.


Hay historias que se cuentan entre amigos, otras entre la gente del mundo del arte, pero me gustaría escuchar la versión familiar. ¿Cómo es que Martín Chambi se encuentra con la fotografía?
La versión de la familia dice que cuando era niño en Coaza (Puno), su tierra natal, quedaba cerca al campamento de una compañía minera inglesa. A este lugar los nativos iban desde siglos atrás para extraer oro con una técnica ancestral, incluso antes de los incas. Martín llega hasta el lugar y descubre a dos ingleses que ingresaban al interior de una especie de tienda de campaña con una caja, vio cómo sacaban de la caja un vidrio ya revelado, se lo mostraron y él quedó impactado con esto, sumamente maravillado. Al parecer le tomaron una foto a él, a sus 8 años, y éste fue el hecho que lo marcó de por vida. Al ver ese acto casi mágico decidió dedicarse a eso, y comenzó a practicar ayudando a estos ingleses. Años después él sale de su pueblo con miras a una ciudad más cosmopolita, como era Arequipa, y lo primero que hace es buscar un trabajo en el estudio de un fotógrafo, nada más y nada menos que en el de Max T. Vargas, un fotógrafo reconocido en la Arequipa de ese entonces. Él comienza a trabajar desde abajo, haciendo las tareas mínimas y luego, poco a poco, gana experiencia y la confianza de Max T. Vargas.
Muchos dicen que Martín adquirió su primera cámara antes de llegar a Arequipa y que la compró con las pepitas de oro que había podido recolectar en la mina...
Es difícil de comprobar eso, yo no lo escuché en la familia, solo sé que salía con pepitas de oro como muchos que trabajaban en la mina, eso sí. No creo que haya conseguido una cámara antes, primero tocó la puerta para ser asistente del estudio y poco a poco se ganó la confianza, y luego no solo eso, ganó un concurso de fotografía estando en Arequipa, a muy temprana edad.
Otro pasaje de la formación de Martín del que se habla es que obtuvo todos sus conocimientos sobre iluminación en los estudios de Max T. Vargas. Es decir, que se lo debe.
La luz o la iluminación que en esa época se manejaba era influencia de los pintores desde la edad media, en especial de Rembrandt. El claroscuro, poner una zona en clara, sobre todo lo rostros, y los fondos en oscuridad pero con diferencias de variaciones tonales. Entonces Martín Chambi aprende de Max T. Vargas algunas técnicas, definitivamente, pero yo creo que él viene con otro manejo de la luz, el que le daba su propio lugar de origen. La luz del amanecer de Coaza, creo que lo marca para siempre. En interiores tenía un trabajo muy clásico, similar a lo que hacían Vargas y los europeos, pero en exteriores él hace innovaciones y de ahí viene la particularidad de haber nacido en una zona tan maravillosa como lo es Coaza. Yo he estado ahí y he visto las neblinas al amanecer, los cambios de luz son impresionantes. Él también regresó en varias oportunidad a su tierra natal para hacer retratos y paisajes.
Luego de formarse en Arequipa, Martin viaja en busca de la ruta cultural que pasaba por Cusco y se establece en la ciudad imperial...
Claro, yo creo que a él le llama esta magia que envuelve la ciudad del Cusco. Hay un llamado ahí, no sé si ancestral o de ciudad importante. Él estaba en Arequipa, que es una ciudad grande, pienso que es por la importancia del eje cultural del sur andino, Arequipa, Cuzco, Puno, Argentina y Bolivia, la conexión de ese eje cultural era muy intensa y Cuzco era conocido por su movimiento cultural e indigenista. Creo que todos estos factores hacen que Martín migre. Lo primero que impacta a cualquier persona que va al Cusco es la monumentalidad, el patrimonio cultural, entonces él empieza a fotografiar las calles, los complejos arquitectónicos, también va a Machu Picchu, y lo hace con maestría. Luego de eso empieza con el retrato, pero creo que ese trabajo en el Cusco es fascinante, le da una nueva pauta para dominar la escena cultural en el campo de la fotografía
.
Y es cuando Martín se dedica a retratar la ciudadela de Machu Picchu que el fotógrafo Edward Ranney, digamos, lo descubre y lo introduce en la escena cultural limeña
Habia un movimiento cultural muy fuerte, Luis E. Valcárcel, Uriel García que tenían esta mirada que simpatizaba con la visión de Mariátegui y Haya de la Torre, de repensar el Perú y repotenciar una identidad construida en base a lo nacional, a lo peruano, a lo indígena. De darle valor al indígena, que era visto en esos años como un ciudadano de segunda categoría. Esto hace que el trabajo de Martín sea valorado, por eso él era corresponsal en medios argentinos, sus fotos las publicaban allá y acá en Lima también, en la revista “Variedades”. Entonces ya había un contacto, no necesariamente de alguien que vino desde fuera sino por medio de este grupo vinculado a la cultura.
Hay que diferenciar el trabajo de Martín, pues tiene dos vertientes muy marcadas. Está la fotografía a clientes y su fotografía de autor
Yo creo que para sobrevivir con la fotografía tenía que hacer el trabajo por encargo, y generalmente los que podían pagar eran de la aristocracia cusqueña. Al contratar a Martín se crea una cadena, porque empieza a ser el fotógrafo preferido dentro de esta élite. Entonces se convierte en un fotógrafo pedido por la aristocracia cusqueña, sin embargo, el trabajo que él hace le da pie para buscar un poco de naturalidad en los retratos. Yo hago mucho la comparación con Nadar, si tienes un escritor como Víctor Hugo, que está con una escena natural con la mano en la cabeza como en actitud pensativa, entonces él busca mas o menos estas cosas. Él hace el retrato clásico pero también hace los otros, los que de alguna forma son espontáneos, los que reflejan la idiosincrasia de los retratados
. Recuerdo una mesa puesta en el estudio con dos ciudadanos de origen alemán con una cerveza, obviamente es una escena armada, muy bien pensada, igual con la familia de músicos, con sus instrumentos, no era el retrato necesariamente clásico. Eso le da pie a buscar la naturalidad en los retratos de otros segmentos sociales con los que él se identificaba, porque el venía de una clase popular, de una zona migrante, altoandina, quechua hablante y que por lo general eran discriminados. Él comienza a ver la otra cara de la moneda, los que tenían ese mismo recorrido los llamaba a su estudio. Entonces el cargador de bultos del mercado era el gigante que todos conocen, el pasaba por su estudio y un día lo convence de hacerle un retrato. Le hizo un retrato impresionante, como si fuera el retrato a un cliente. También al niño mendigo que andaba con un pájaro frutero, y le hizo un retrato que pasó a la historia, una obra que muchos comparan a una escena de Dickens. Eso es parte de su trabajo, incluir a todos los segmentos sociales en su estudio. Además él tiene el adicional de salir y buscar en las comunidades y calles otros escenarios, lugares que retrata como un documentalista.
Y esa manera de vivir de la fotografía aún se mantiene, o sea, no todos los fotógrafos pueden vivir de su arte, muchos se ven obligados a trabajar para la aristocracia o para clientes, solo así se puede vivir…
Hay personas que hacen eso, hoy es más difícil que antes. Antes existían los mecenas que financiaban a los pintores. Este era un especie de mecenazgo pero por contrato, él tenía sus clientes y a través de estos clientes podía armar un proyecto personal, claro que mi abuela era la que zapateaba porque no alcanzaba la plata, ya que se la gastaba en fotografiar otras cosas que no le daban ningún rendimiento económico. La familia, poco a poco, fue entendiendo y al final mi abuela fue su brazo derecho. Ella cocinaba para ayudar con la economía del hogar en los primeros años. El hecho de tener un proyecto como este, con personas que no podían pagar ni un centavo, a la larga fue tomando mucha importancia y creo que incluso para la época fue una cosa sui generis, algo que pocos en el mundo han hecho. Tenemos de ejemplo a Courret, que tiene fotos de esclavos chinos, de amas de leche, de personajes afroperuanos que recién salían de la esclavitud y que obviamente no podían pagar por una foto. Pero uno ve el archivo y no encuentra un proyecto grande con este tema, uno va encontrar el archivo comercial, el trabajo por encargo y esto pasa con la mayoría de fotógrafos. Creo que en el trabajo de Martín Chambi podemos encontrar que la mitad de la obra es por encargo y la otra mitad un trabajo personal, como un proyecto de arte fotográfico
.
Y ese trabajo fotográfico finalmente llega a Lima, ¿Cuál fue la primera exposición que pudiste ver de tu abuelo?
En casa desde niño siempre tuvimos las fotos por mi padre, él me enseñó el trabajo de laboratorio al estilo del abuelo y eso ya me marcaba desde chico. Era una escuela familiar, antes no había institutos ni universidades que enseñen fotografía, se hacía a través de estas escuelas familiares. Como el caso de los panaderos o yendo más atrás en el tiempo como los médicos. Yo también viví en Cuzco, en el estudio de mi abuelo, cuando tenía diez años. Entonces las fotos las veía en la parte baja del estudio, a veces iba a jugar, era lindo, tenía un estudio en el tercer piso donde trabajaba con luz natural. Entonces habían ventanales, pero ya no los estaban usando porque había cambiado la tecnología y estaban usando luces artificiales. Habían armado un estudio en el segundo piso, donde estaba el laboratorio originalmente. En el primer piso había un pasadizo donde estaban todas las fotos de mi abuelo, todos los turistas ingresaban y se quedaban admirados, eso yo la tenía marcado como un experiencia. Entonces el hecho de ver las fotos de mi abuelo como una galería ya lo sentía como algo normal. Y cuando se expuso en Lima la primera vez, que yo recuerde, fue en Miraflores en la galería Miró Quesada, estaba ahí el grupo Secuencia, Montenegro, Fantozzi y otros fotógrafos que organizaron una exposición, coordinaron con mi padre y pusieron las fotografías de mi abuelo y sí estuve ahí, muy chiquillo yo, de hecho me impactaba que muchos limeños conozcan el trabajo de Martín Chambi, fue muy impresionante
.
Y, ¿cómo era Martín Chambi en el ámbito familiar?
Ahora la única persona directa, descendiente directa de los hijos es mi tía Mery Chambi, los demás han fallecido. Entonces antes habia más comunicación y se contaban, y repetían, las historias del abuelo. Pero lo que ha quedado de estos testimonios, que coinciden, es que era un tipo en principio muy cariñoso, afectuoso con su familia, con los nietos, con los hijos. Quería mucho a la familia en primer lugar, en segundo lugar era un tipo bohemio pero con la “B” mayúscula esta que trata de ver la parte cultural y la parte alegre, para que esta de alguna forma pueda mantenerse y trascender en el tiempo. Entonces convocaba músicos, pintores, artistas de todo tipo y prueba de ello son los álbumes que los amigos le dejaban y que autografiaron, los cuadros, las obras dedicadas a él, las composiciones. Había un movimiento cultural muy fuerte en casa y una alegría inmensa. Mi abuela era arequipeña y cocinaba de maravillas, siempre había fiestas y bailes y yo creo que eso es lo que más ha trascendido entre nosotros, este espíritu bohemio alegre. Creo que es un lujo tener un abuelo de ese tipo, que su alegría nos contagie hasta el día de hoy.
¿Qué hay con su legado para todos los que no somos parte de la familia Chambi? ¿Queda algo para nosotros, para los fotógrafos y la fotografía peruana?
Sí, por supuesto, yo creo que los peruanos tenemos la necesidad de mirarnos a nosotros mismo siempre, también hay que mirar el mundo, solo que a veces siento que algunas corrientes prefieren lo externo, no esta mal, cada quien es libre. Sin embargo, un tiempo atrás había dejado de vernos, ahora me da gusto que muchos jóvenes toquen temas peruanos, y muchas instituciones como los ministerios de cultura y educación empiezan a replantearse el tema de la mirada, de las imágenes sobre nuestro Perú. Yo al respecto he llevado la maestría de gestión del patrimonio cultural y he sostenido duramente que hace falta en el país la institucionalización del registro en imágenes y audio a nivel de una política cultural seria, que nos permita a todos los peruano tener imágenes bien organizadas, no archivos de alguna institución o de algún fotógrafo particular, sino como un sistema sustentado, donde podamos encontrar fotos de comunidades andinas, etc. Se necesita con urgencia crear una institución que organiza el patrimonio en imágenes.
Y esta demanda o solución que planteas, ¿se debe a lo pasado con tu abuelo? Digamos que él no fue reconocido de primer momento como un artista, menos como documentalista. Con el tiempo se le ha ido otorgando estos créditos, primero en el extranjero y luego también en el Perú...

En el Perú lo que ocurre es algo sociológicamente increíble, difícil de explicar y de entender a veces. Es contradictorio del ser humano, el apreciar las cosa más banales y frívolas, de lo más intenso y profundo no nos enteramos, ni cuenta nos damos. Eso, en el Perú, pasa todos los días. En cuanto a cultura se ha hecho bastante, pero no lo suficiente, por eso ha tardado el reconocimiento de Martín Chambi. Yo hasta ahora batallo en mis clases con 50 alumnos adelante, el 90% no conoce a Martín Chambi, pero seguro si pregunto por alguien de la farándula, todos lo reconocen.

Es por eso que necesitamos un recambio urgente en el manejo de los programas y las imágenes, en el reforzamiento de los valores en la juventud, todo para que por fin se pueda apreciar al talento nacional, a los artistas nacionales que realmente son desconocidos.


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Redacción mulera

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