Hoy ha muerto Gustavo Cerati. Como de seguro le ocurre a muchos otros, un flashback de tantos momentos audio-visuales vividos con intensidad pasa atropelladamente por mi mente. Intentar escribir así algo sobre un músico tan estimado como querido simplemente… no se puede. Lo que puedo hacer es compartir, de mi archivo personal, la nota sobre el adiós de su banda tan querida.
Ese viejo escrito es de mayo de 1997 y originalmente se publicó en la revista “Mira!” del desaparecido diario “El Sol”. Para despedir a Cerati, hoy, 4 de setiembre de 2014, que mejor que citar sus propias palabras puestas en música: “Separarse de la especie / por algo superior / no es soberbia, es amor / no es soberbia, es amor. Poder decir adiós / es crecer…” (“Adiós”).
- El fin de nuestra juventud, A-Dios Soda
Gira Dios… gira la vida… gira el disco compacto en el equipo de sonido… un café se enfría sobre la antigua mesa, acabo de recibir la noticia cuyo titular lo dice todo y todo es el fin… “Soda Stereo llegó a su fin”… “Llegó a su fin una juventud eterna, cobra sentido las arrugas en tu piel”… dice el disco que por casualidad suena como fondo musical esta mañana… una canción de Mar de Copas describe el paso de la juventud a la adultez, nada más exacto para describir la sensación que me produce conocer la triste noticia y es que la música de Soda fue la banda sonora de la juventud de muchos -como tú y yo-. Ya sé que piensas como yo que la juventud vive por siempre en el espíritu, pero mírate el rostro en el espejo, las arrugas son reales y denotan el paso del tiempo. Son los signos de tu época.
Mil sensaciones, mil recuerdos confluyen en mi mente en estos momentos en que escribo por primera y última vez sobre Soda Stereo; tanto se ha escrito sobre ellos y su discografía, tantos discos vendieron, muchos países visitaron, conciertos multitudinarios y memorables ofrecieron, representaron el paso de los 70 a los 80 en el rock argentino… todo muy importante, muy trascendental pero el mayor logro que alcanzaron fue impregnarse en el espíritu y sacudir la cabeza y los pies de millones de jóvenes latinoamericanos que despertaban a la vida con sus primeras canciones cuando aún se creía que el rock estaba condenado al inglés.
En 1982, las bombas no cayeron sobre Buenos Aires como temía Charly García, las bombas cayeron sobre las Islas Malvinas, era la guerra con toda su crueldad e irónicamente, los argentinos tuvieron que vivirla para comprender que eran latinoamericanos.
El movimiento de rock argentino tiene una rica tradición sin embargo hacia fines de los 70 estaba anquilosado, se necesitaba sangre nueva y fresca –alguien dijo: peinados nuevos-, poco a poco una nueva generación empezó a dar primeros pasos para una necesaria renovación, algunos de esos “modernos” eran Virus, Los Encargados –con Daniel Melero-, Los Violadores, Sumo y diez más… a esta manchita, en el verano de 1982 se sumó Soda Stereo.
En esos duros tiempos, en Argentina, la radio jugó un papel principal (como en otras épocas del rock y en otros países) en la difusión de su rock; ante la prohibición de emitirse música en inglés se optó por dar a conocer a bandas locales y eso fue una explosión. Sirvió para dar forma a lo que se conoció como el boom del rock en español, fenómeno –como lo consideran- que se extendió como pólvora por toda Latinoamérica hacia mitad de los 80s.
Recién en 1985, con cierto retraso, escuché por primera vez a Soda Stereo. Su disco debut, homónimo, fue editado a fines de agosto del 84. La desaparecida empresa discográfica CBS editaba en el 85, en el país, el segundo álbum de la banda “Nada personal”. Si no me falla la memoria, para fines de ese año podías encontrar los vinilos de ambos álbumes en las discotiendas locales.
En 1986 prendías la radio y escuchabas bandas argentinas, chilenas, españolas, mexicanas e incluso peruanas; algunas de esas bandas, tarde o temprano, vinieron a tocar a escenarios locales –otras no las perdimos-. En setiembre de ese año llegó a nuestro país por primera vez Soda Stereo y consolidó la Sodamanía.
En esos días, Gustavo Cerati (guitarra y voz) decía que la juventud de Latinoamérica estaba absolutamente marginada por los gobernantes, en ese contexto, el rock era un importante vehículo de comunicación y forma de protesta para decir las cosas que se deseaba decir.
Opiniones como ésta le sonaban irónicas a los detractores de la banda, quienes los llamaban “frívolos” y no querían entender la ironía y vuelo visual de las letras. Cerati consciente de ello, contestaba lucidamente: “nosotros nos reímos de cómo nos vestimos, no queremos ser modelos ni ejemplos para nadie, nos mostramos como queremos, sabemos que hay una contradicción en nosotros, como la hay en cada tipo que vive en la ciudad y que es que nos oponemos teóricamente al consumo pero estamos rodeados por publicidad y consumo, y lo que conocemos es lo que los medios muestran. Palabras de un profeta en su tierra en tiempos en que Internet no era nada.
En 1987, Soda Stereo regresó al Perú a presentar, en una gira nacional, su tercer álbum “Signos”, un precioso disco que indicaba el nivel que había logrado el rock en nuestro idioma, hasta ese momento. El 19 de junio fue el primer concierto en el Auditorio “Amauta”. Como muchos chicos más –incluso niños-, con mi grupo de amigos hicimos cola desde la dos de la tarde pues la expectativa era tremenda. Cuatro horas después recién se abrieron las puertas del recinto y luego de dos horas más, la banda subía al escenario para dar un concierto inolvidable. Y como no serlo si esa noche de otoño muchos se estrenaban, en conciertos, otros estrenaban amigos para siempre y otros, novia.
Ese mismo año se editó un disco olvidable, “Ruido blanco. Soda Stereo en vivo” que refleja muy poco la intensidad de sus presentaciones. En 1988 editaron un disco ciertamente oscuro, duro, como los tiempos que corrían en ese entonces. Claro, nos referimos a “Doble vida”.
Arrancaron los 90, una tarde vi en TV a un Soda totalmente renovado, en imagen y sonido y ¡vaya! que me impactó, después conocí su nuevo álbum “Canción animal” y me gustó. Una noche de fines del 92 mi cabeza explotó cuando escuché por primera vez “Dynamo”, probablemente el disco más redondo del trío. En ese mismo año nos sorprendió la unión de Cerati con Daniel Melero para un esférico recomendable: “Colores santos”. Entre el 89 y 93 salieron otros discos, digamos complementarios de la obra mayor de Soda: “Languis”, “Rex Mix”, y “Zona de promesas”.
En 1993, Cerati empezaba su camino solista, el cual, no dudamos, se consolidará con el tiempo, quizá a niveles de su propia agrupación “de siempre”. Su disco de ese año, “Amor amarillo”, nos daba la pauta de que nuevos horizontes podíamos caminar con el hermano mayor al lado.
Mientras Soda tomaba un respiro, Zeta (su bajista) producía bandas de su país y Charly Alberti (su batero) trabajaba con su novia el disco “Plum” (editado en 1994). En ese momento no sabíamos si era un final para una banda que se había mantenido unida por más de una década, tiempo que en una década egoísta como la que vivimos, nos parecía mucho. Pensamos que con la edición del “20 grandes éxitos” se insinuaba un adiós. Sin embargo, en 1995 regresaron con “Sueño stereo”, una madura obra que nos hizo pensar que la banda entraba en una nueva etapa, sumamente interesante, el “plugged” de Soda para la MTV, del año siguiente, parecía ir en esa dirección, sin embargo, el asunto solo llegó hasta la edición del último disco en estudio “Comfort y música para volar”, editado también el año anterior.
Estamos en 1997 y Soda Stereo ha decidido evaporarse. Ahora comprendo porque fue tal vez la banda más importante del rock en español –al menos de los 80s-, porque nunca la podremos desligar de nuestras vidas. Un día Cerati me dijo que lo más importante que habían conseguido no era la fama, ni el dinero, sino el amor. Sin duda, amor es lo que sentimos muchos hacia su música, amor para sembrar y cosechar, con “Tele-ka” y con “Prófugos” amé por primera vez, quizá algo similar te pasó, independientemente de la edad, pues las canciones de Cerati son para siempre.
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