Hackers filtran fotos íntimas de actrices de Hollywood. Consecuencia: ¿Estamos tan acostumbrados a "verlo todo en internet" que ahora este es el ritual cibernético por excelencia?
intimidad y noticia

Empecemos este texto con el diario argentino Clarín:

Estamos tan acostumbrados a hurgar en internet que los medios han publicado sin pudor las fotos de las actrices de Hollywood cuyas cuentas fueron hackeadas de Icloud. Es difícil no sonar moralista al afirmar "los medios no deben publicar...", pero si algún límite hay que respetar es justamente la privacidad. La filtración de estas fotos es una especie de fusión entre Magaly Medina y Wikileaks.

La noticia de Clarín, "Más fotos hot invaden la web" entra en el círculo vicioso iniciado por los hackers. Los medios lo repiten y vulneran la privacidad de las famosas que se tomaron fotos íntimas, privadas. Algunas de ellas acusan a Apple por la falta de seguridad de iCloud, donde todo lo que capturamos queda guardado en esa bendita nube, dueña de toda la información que inmediatamente llega a nuestros celulares.

En el periodismo, la única razón atendible para quebrar la privacidad es cuando mediante ello se demostrara un delito relacionado a un asunto de interés público. Al respecto, Erick Iriarte, abogado especialista en nuevas tecnologías de la información, sostiene que "la vulneración de información privada atenta contra los Derechos Humanos, y si hay una excepción tiene que ser por debido proceso o interés. En el caso de la filtración de imágenes de artistas claramente no está en el marco de un debido proceso ni puede aducirse 'interés publico'”.

Las afectadas no solo han sido Jennifer Lawrence o Rihanna, sino decenas de mujeres, entre ellas Kate Upton, Avril Lavigne y Hilary Duff. Lawrence, cuyos desnudos ya deben estar en miles de computadoras del mundo, anunció que adoptará medidas legales. Sin embargo, incluso cuando encuentren a los culpables, la intimidad de estas mujeres -no hay caso de ningún hombre "famoso" hasta el momento- ya está alojada en los deseos ocultos de miles de hombres ávidos por tener fotos de sus actrices favoritas.

“Esto es obviamente una violación escandalosa de la privacidad de nuestra cliente Kate Upton. Tenemos la intención de perseguir a cualquiera que difunda o reproduzca estas imágenes obtenidas de manera ilegal”, dijo el abogado de Upton.

peru21 publico las fotos de la actriz

El abogado afirma que "perseguirá a cualquiera que reproduzca" dichas imágenes. Lo que preocupa aquí es como los medios son parte de esta crisis ética en la que la privacidad es violada sin asco y a nadie le importa. Para acercar el caso a nuestra realidad, ya mencionamos a Magaly Medina: su programa llegó a emplear una cámara oculta en el cuarto de hotel de una mujer para demostrar que era prostituta.

Iriarte advierte además que el derecho a la privacidad "está protegido por un principio de derechos humanos y es totalmente ilógico pensar que en “internet” no hay privacidad, pero en la práctica resulta dificil de mantenerla en plataformas digitales, mas no imposible".

Así pues, más allá del tema de las fotos, el asunto es que internet ha distorsionado la idea de información en algunos medios y estos nos venden el morbo que nos gusta, que nos asedia todos los días: sexo, muerte y famosas desnudas. Pero esto ya es harto conocido, así que vamos al siguiente nivel: todos nosotros somos parte del ritual al buscar o compartir las fotos y así aparece otro fenómeno: asumimos que este género "es noticia" y normalizamos la violación de la intimidad, sin asco.

Así lo afirman Mónica Luengo y Paula Arantzazu en un texto en El País de España:

"En planos más abstractos, cada foto nueva ayuda a asentar un nuevo ritual cibernético. El público escucha del infame robo, lo asimila como parte de un género de noticias parecidas que han ido saliendo en los últimos años, y reacciona según le parece. Unos se suman al circo público de escandalizarse y otros, a la carrera privada por encontrar las imágenes. Ninguna de estas opciones es grave. O no tanto como la normalización de este tipo de violaciones de la intimidad. Detrás de ella va la cosificación de artistas que, sí, trabajan con su cuerpo pero también con su talento. Y la confirmación de que en el mercado de los desnudos, las menos protegidas son las mujeres. Va, en definitiva, un mundo un poco peor".

Si seguimos el razonamiento anterior, no solo todos seríamos vulnerables a hacer alguna travesura con nuestra pareja, sino que hay algo más preocupante: los medios vuelven normal la violación de la intimidad y con eso muere algo en cada uno de nosotros, simples mortales.

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