En las calles de Lima existen muchas historias. Surgen y se extinguen ante nosotros a cada instante. Pero el ritmo salvaje en el que nos vemos inmersos —si es que lo vemos— nos empuja con tal potencia al fondo de nuestras conciencias, haciendo de ella un pozo, que pasamos tan pronto sin percatarnos de su presencia. 

Sin embargo, la obra visual de Luis Alberto Espinoza (Lima, 1983) está aquí para conservarlas y presentárnoslas. Y es que en la fotografía, en la ilustración y en la pintura de Espinoza, aunque nos encontremos con escenas recurrentes y de lo más cotidianas de nuestra ciudad, descubriremos, no obstante, una serie de señales —así como la mirada del creador— que nos guiarán en un viaje por cada una de esas obras, haciendo de ellas verdaderos mapas de nuestro presente.

'diálogos internos' (óleo sobre lienzo)

La representación de las congestionadas esquinas del Centro Histórico de Lima, calles por las que Espinoza tuvo que circular infinidad de veces, puesto que estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, es algo más que una mera captura del entorno, es un intento de estudiar con detalle no solo la multiplicidad de colores que en aquellas imágenes intervienen, para así conseguir precisión en su trabajo; sino también —y esto, visto desde otro nivel semántico— de cada una de las singularidades que conforman lo que suele denominarse como masa.

'memorias de la ciudad' (óleo sobre lienzo)

Y este es un rasgo particular de Espinoza, su continua atención a los grupos humanos. Las personas —de distintas edades y condiciones— dejan de ser meros rostros sobre los que la luz se posó por un instante y devienen en elementos portadores de significado. Las expresiones faciales, la posición de los miembros, los surcos de la piel, el volumen y textura de las prendas, los objetos alrededor, todo, son motivo de contemplación. De modo que lo que en un paseo casual no alcanzaría conmovernos o siquiera despertar nuestra curiosidad, en la obra de Espinoza adquiere un brillo distinto y nos llama para compartir con nosotros historias más complejas de lo que creíamos.

'ciudad absorta' (óleo sobre lienzo)

Es y no es costumbrismo lo que practica Espinoza. Es, porque de aquí a unos cuantos años (cinco, diez o quince) sus piezas serán invaluables soportes de nuestra memoria colectiva, de una urbe en constante transformación como lo es —y lo seguirá siendo— Lima. Y no lo es, porque no se trata de un simple deseo de preservar el día a día de nosotros los ciudadanos, sino de rescatar esas narrativas silentes —y silenciadas por mucho tiempo— que provienen de los que, equivocadamente, por cierto, han sido relegados y considerados apenas personajes circunstanciales de la Historia, con H mayúscula.

A continuación, una selección de otros de sus trabajos.


Notas relacionadas en LaMula.pe:

El vigía invisible (fotografías de Eliana Otta)

Dibujar con fuego (Ilustraciones de Natalia Revilla)