Ya se sabía más o menos desde hace un tiempo que Gastón Acurio tenía planes de hacer una universidad y seguir apoyando a toda la cadena económica de la gastronomía peruana. Cuando en el 2011 nombró al chef Diego Muñoz como su nuevo jefe de cocina del proyecto Casa Moreyra -restaurant ubicado en San Isidro, valorizado en 6 millones de dólares y el número 14 del mundo según The Economist- ya se sentían las piedras del indefectible futuro: Gastón tiene planes aún más grandes para este país. De Diego Muñoz se sabe mucho y hoy una fuente que trabaja en Casa Moreyra me dijo con total seguridad sobre el chef: "Es un genio".
Gastón publicó una interesante carta en Facebook y sostiene que hace paso a las "nuevas generaciones" y suelda, con una cálida pluma, un par de ideas sobre las que vale la pena reflexionar. Dice Gastón:
"El rol del cocinero en América latina sigue siendo el mismo: Las contradicciones de su tiempo lo obligan a volcarse en cuerpo y alma a la causa de contribuir en su trabajo al desarrollo económico y social de nuestra región".
¿Qué nos trata de decir Gastón con eso? La importancia social en el Perú de Acurio, en cuanto a la promoción de nuestra cultura gastronómica en el mundo, ha sido fundamental en los últimos años. Gastón, una especie de antónimo del nimio político peruano, es el principal exportador de nuestra cultura culinaria y eso, para el imaginario social de la ciudadanía, que odia que el peruano tenga una mala imagen en el exterior (flojo, borracho, impuntual), le ha generado una popularidad y una aceptación mediática que todos los políticos envidian sin duda.
Promotor de la cultura peruana, empresario exitoso que se la jugó por la culinaria nacional, además de esa calma y buena onda con la que habla siempre en los medios han hecho de Gastón Acurio un interesante prospecto político -no me refiero a postulante a algún cargo político, para los lectores lentos- que al parecer el chef busca maximizar con el tiempo al afirmar que "el rol del cocinero (...) es contribuir al desarrollo económico y social".
Gastón tiene el bicho político rondando que en algún momento picará. Su experiencia empresarial le da un activo en todas las clases sociales y podría capitalizar una idea muy interesante: empresa/éxito/política/honradez/trabajo en una fusión que no abunda en este país. Sobre todo por la honradez.
El siguiente paso que está dando Gastón para fundamentar la idea anterior es la creación de una universidad de la industria culinaria. Es un paso en su vida política y mediática que no solo contribuirá al desarrollo de la educación peruana, sino que será una especie de fundación que brindará becas y ayudará a miles de ciudadanos vinculados al negocio culinario a profesionalizar y mejorar todos los instrumentos que requiere un buen manejo económico de un negocio gastronómico.
Dice Gastón:
"Haremos una fundación que se encargue de becar a decenas de alumnos, una hermosa universidad, una pagina que conectará a pequeños productores con consumidores, proyectos relacionados con las alianzas cocinero campesina, cocinero pescador, juntos para transformar la promoción de la cocina peruana"
Así pues, Gastón sería una especie de mezcla entre Universidad/ONG/Político/Imagen-positiva-internacional que en su imagen de empresario calzan tan bien que estaría engendrando -tal vez sin darse cuenta, aunque lo dudo- un ser político con muchos activos para este país.
Este paso en la vida política de Gastón es un gran ingrediente para la gran cena política que ojalá esté preparando para este alicaído Perú.
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