Julio Cortázar nació en Bruselas un 26 de agosto hace exactamente cien años y nos dejó (a nosotros, simples mortales) el 12 de febrero de 1984. Su papel dentro de la literatura latinoamericana, vinculado al boom surgido entre 1960 y 1970, es esencial para entender los surcos por los que transitó, transita y transitará la narrativa contemporánea.

La vida de Cortázar es desde su origen, la vida de un eterno inmigrante, un eterno (como para decirlo en sus palabras) astronauta de la cosmopista. Luego del periplo europeo de sus padres, vivió casi toda su niñez y juventud en Argentina. Más tarde, ya de vuelta en Europa, se movió entre Italia, España, Suiza y París, donde finalmente se estableció en 1951.

Se inició desde muy joven en la vocación de escritor. Desde la aparición de Bestiario (1951),  su primera colección de cuentos, empezó una prolífica carrera literaria. Cortázar se preocupó desde un inicio por empujar los límites de la literatura y la narrativa, lo que lo colocó rápidamente dentro de esa manada de escritores inclasificables que ha dado la lengua castellana.

Esta filiación se confirmó con la aparición de Rayuela (1963), un libro que como reza su tablero de dirección: es muchos libros. Rayuela es a la literatura castellana lo que el Ulises de Joyce es a la inglesa. Una novela que responde a una vieja obsesión de los escritores del siglo XX: la acechante idea de la novela total. Una novela que pueda por sí misma sostener un universo entero y  al mismo tiempo ser el fiel reflejo del torrente de pensamientos de las voces que la narran. Rayuela se convirtió rápidamente en un éxito tanto a nivel critico como de lectores e impulsó aún más la carrera de Cortázar. Es una novela a la que cualquiera que la haya leído vuelve más de una vez y si andan buscando razones para hacerlo, aquí tienen cinco.

La pasión por leer y releer a Cortázar se ha extendido por generaciones y es fácil afirmar que lo seguirá haciendo. La de Cortázar es una literatura que es capaz de conectarse con el lector de manera empática y al mismo tiempo ser una fuente de estímulos constantes. Estímulos para leer, para escribir, para amar, para reír, para llorar, para pensar y repensar este misterio que es la vida. 

Un escritor que confía por sobre todas las cosas en la inteligencia de sus lectores, un escritor que se revela como compañero eterno de sus lectores: ese fue y es Julio Cortázar.

A continuación una completa entrevista realizada en 1977 en el programa español A fondo: 

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