Guillermo Montesinos Pastor fue uno de los personajes mas destacados de la vida cultural arequipeña a comienzos del siglo pasado. Dedicado profesionalmente a la música (era un virtuoso del cello) y asiduo a las tertulias de la ciudad, su afición por la fotografía se inició cuando tenia 36 años y se desarrolló como una afición apasionada y personal. Dentro de un medio donde destacaba el trabajo de los hermanos Vargas y Emilio Díaz, Montesinos Pastor posee una impronta que lo acerca más a la pintura.  

Los paisajes de Montesinos Pastor, intensamente interesado en capturar los cambios de luz sobre el paisaje en el transcurso del día y en las distintas estaciones, recuerdan mucho a los movimientos que dieron origen a la pintura impresionista. Esta es una paradoja interesante, pues de algún modo el impresionismo es una respuesta a la aparición y masificación de la fotografía como medio hegemónico del siglo XX.

Si bien se trata del trabajo de un aficionado, la importancia de las fotografías de Monstesinos Pastor es mayor que la de un documento histórico: revelan la mirada de un artista guiado por preocupaciones estéticas personales y profundamente atento a su entorno.

Recientemente se le dedicó a su fotografía una importante exposición en la Sala Miró Quesada Garland durante la II Bienal de fotografía de Lima, curada por Jorge Villacorta y Andrés Garay. Aquí (y en el Día de Arequipa), una breve selección de sus imágenes.

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