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VOLCÁNICA CIUDAD Y TELÚRICAS PERSONALIDADES: AREQUIPA Y LOS AREQUIPEÑOS. FOTO: PARWIHOSTELS.COM

Fiestas 'patrias' de Arequipa

O de cómo es tener un jefe, amigos, amigas y familiares de la Ciudad Blanca.

De momento, se me antoja que el departamento sureño es el único -de todo el Perú- que declara feriado en el día de su fundación española; aquí, repasaremos cómo son sus ciudadanos, del porqué de su carácter y que los hace especiales. Todo con cariño y sin 'nevadas' como represalia.

Eduardo Recoba (Nieto de una arequipeña)

Publicado: 2014-08-15

Cuando el extremeño conquistador, Garcí Manuel de Carbajal, fundó el 15 de agosto de 1540 la “Villa Hermosa de Nuestra Señora de la Asunta” pues esa fecha es festividad católica de La Asunción de María Virgen, no pensó que fundaría también una ciudad con mucha miga que cortar, pues tanto el ‘continente’ (la metrópoli) como el ‘contenido’ (los ciudadanos) de la urbe da para cansado anecdotario. Hoy 15 de agosto, para mayor seña es día feriado en la Ciudad Blanca y sospecho que es una soslayada forma de afirmar una suerte de 'día patrio'.

MI JEFE, AREQUIPA Y UNA CARPETA 

Por diez años trabajé como economista asociado a una firma de consultoría, banca de inversión y asesoría para la alta dirección de empresas. Uno de los tres socios -y a la sazón jefe mío- de la empresa es arequipeño, por sus apellidos materno y paterno detecté la prosapia sureña, un linaje tan o más arequipeño que el volcán Misti, que vigila la urbe como atento guardaespaldas de una ciudad cargada de revoluciones. Sí, a su exquisita y picante culinaria, habría que añadir el carácter revolucionario de Arequipa y por extensión de los habitantes porque si la Ciudad Blanca ha contribuido con personajes emblemáticos a la historia del departamento del Sur (y de paso a la historia del Perú), también lo ha hecho con levantamientos furibundos contra todo y contra todos.

No obstante ser un tipazo, mi jefe sureño era muy serio al principio. Indagué sobre su trayectoria académica pues lo ‘arequipeño’ era evidente. Se educó en Europa, en Francia primero, para luego hacer el doctorado en matemáticas en Alemania, donde vivió un buen tiempo en Múnich, la misma ciudad donde estuve cuando estudiante. Enseguida hicimos química por el ‘vínculo’ alemán y su seriedad comenzó a decantar en una amistad muy simpática. Fue la primera vez que tuve un jefe con el que podía navegar por aguas del Principio de Incertidumbre de Heissenberg y no un superior que sólo me hablaba de metas comerciales y presupuestos sosos y aburridos.

bandera de arequipa en miraflores- lima. discreto homenaje por el día 'patrio' de la ciudad blanca. foto: una amiga que me va a matar. 

Bien, detecté que la asistente de la oficina manejaba una carpeta de pendientes de los socios de la firma. La de mi jefe arequipeño tenía una foto del volcán Misti en la tapa. Para ser justos, fue idea de la asistenta, no de él. Antes bien, a mi jefe, el acervo nacionalista arequipeño casi no le pegaba, en todo caso, a diferencia de sus ‘conciudadanos’ no mostraba atisbo alguno de orgullo por haber nacido en la apodada “República Independiente de Arequipa”, el “País Vasco peruano”, “La Cataluña criolla”. Educado –desde chico- en un colegio de Lima, pues migró a temprana edad a esta húmeda ciudad de cielo color “panza de burro” dejando atrás la soleada campiña arequipeña de cúpula celeste todo el año, el fuerte acento o ‘mote’ de la “Villa de la Asunta” de tiempos del fundacional conquistador español, casi pasaba inadvertido en mi jefe. No parecía hombre de pasiones, fanatismos, furores mistianos…más allá del discutir sobre la Teoría General y Particular de la Relatividad o la última muestra de Sabogal en el Museo de Arte de Lima, los ojos no se le desbordaban por casi nada. Ni siquiera el Nobel de su 'compatriota' Mario Vargas Llosa, lo emocionó sobremanera.

Mi jefe, no era un hombre insípido, no, por ahí no va su rollo, todo lo contrario porque acusaba un agudo y elegante sentido del humor. Pasa que es un hombre austero, refinado en todo, poco dado al espectáculo. Ropa sencilla, comer poco, guardar las formas. De no ser casado, podría haber sido un monje cartujo de clausura sin ningún problema.

Así las cosas, a fines del 2010, tuve una novia. Quería ir al Cusco o a Arequipa para el Año Nuevo con ella. Al final recalamos en el Cusco. Sin embargo, me quede con las ganas porque no conozco Arequipa. Una mañana –pocos días antes de viajar- le comenté a mi jefe este hecho en la oficina.

¡Se armó la grande! Tuve a mi jefe, durante 15 minutos colocándome el sambenito inquisitorial por no conocer la Ciudad Blanca, el mirador de Yanahuara, la campiña, comer un chupe de camarones recién salidos del río Chili, tomar un pisco de Majes, o una chomba de chicha o un “clarito” para bajar los rocotos rellenos. En menos de un cuarto de hora, ese hombre concreto, de matemática actitud la montó contra un limeño que –pese a consignar una abuela de Arequipa- cometió el pecado, no venial por cierto, antes bien mortal, de ser totalmente ignorante de lo que es el departamento y la respectiva capital a los pies de un volcán.

En el caso de mi jefe, el volcán de la impronta, de la ‘nevada’ que cambia humores y voluntades no tuvo la fumata activa, hasta que…claro, se metieron con su ciudad.

“¿Y cómo no le vas a conocer pues?” espetó, ahora sí, con fuerte acento arequipeño a propósito de su ciudad.

LOS AMIGOS, AMIGAS Y FAMILIARES 

Aunque no conocí a mi abuela arequipeño-chilena porque falleció cuando yo era muy pequeño, tuve referencias de ella. Mujer muy guapa, galana, de apellido italiano que recalaría –con su familia- en Islay, aquel puerto donde no sólo se concentraron vaporinos inmigrantes venidos de Italia, sino escoceses –agentes de Casas Comerciales inglesas- que arribaron con el boom del guano, el salitre y obrajes de lana de Puno a mediados del siglo XIX. Tanto así que existe, profana o no, la teoría o mito de que el whisky de Islay producido en Escocia, en una isla con el mismo nombre que la provincia y puerto sureño es un soterrado homenaje al arequipeño ancladero.

Entonces, un cuarto de arequipeño tengo, “…pero eso no te alcanza para estar a la altura”, me dijo una amiga y ciudadana de la Blanca Villa de Asunta. No doy la talla, no llego, no paso el examen. Para los mistianos, un híbrido, un paria tan sólo.

En menos de un cuarto de hora, ese hombre concreto, de matemática actitud la montó contra un limeño que –pese a consignar una abuela de Arequipa- cometió el pecado, no venial por cierto, antes bien mortal, de ser totalmente ignorante de lo que es el departamento y la respectiva capital a los pies de un volcán.

Pese a mi nebulosa situación respecto a mi 'ADN arequipeño', tengo amigos y amigas mistianas que son de campeonato, entre ellos, por su puesto, mi jefe. Muy fieles, como su ciudad. De hecho, la leyenda negra respecto a que Arequipa vive más de soslayo al Perú se fundamenta en uno de los títulos que el Emperador de la Casa de Austria don Carlos I de España y V de Alemania, le otorgó a la blanca ciudad en 1542: “Muy Noble y Muy Leal y Fidelísima Villa Hermosa de Arequipa”, título que incluso en España, ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia no poseen. “¡Vamos!, fiel a la Corona Española primero, para luego –en la República- ser fiel sólo a Arequipa. Un tanto, poco nomás, al Perú” dice un primo mío a propósito de su nacionalismo extremo. Claro, esto lo puede decir sin nevada. Con nevada, o te cierra la puerta si estás por entrar a su casa o simplemente no te abre.

blasón de arequipa; es uno de los pocos escudos americanos reconocidos por la real cancillería de armas de la corona española; que en arequipa no se enteren. foto: heraldia.org

Si, uno nunca sabrá cuándo –los hijos del Misti- considerarán una nevada. Es complejo explicar qué es una ‘nevada’ no en su acepción climatológica sino en su dimensión emocional, psicológica o como parte de la cultura popular. Claro que se trata de un cambio en el clima, en la presión del aire para ser exacto, a éste le cuesta subir –desde el mar- los andes y forma masas de presión que capturadas en el barlovento, estimula una atmósfera pesada en el ambiente. Esto provoca catarros, migrañas y cómo no –en la popular creencia y acepción- depresión y mal humor. Males que pueden explicar mucho de carácter, fuerte por cierto, del pueblo arequipeño.

Así las cosas, entonces ten cuidado si sales con una arequipeña porque por más que elogies la comida de la Ciudad Blanca o una determinada picantería (que es así como llaman en Arequipa a los mesones donde expenden la culinaria local), ella, con nevada, te responderá a tu comentario soso alabando la cocina arequipeña y colocándola en primer lugar dentro de la gastronomía del Perú: “No, la comida peruana no tiene nada que ver con la arequipeña; ésta pues es, ¡es muy arequipeña!…de peruana, casi nada”, te va a contestar en cacofónico mensaje.

Lo más inmediato que he encontrado y que me dio pistas para entender lo qué es la nevada arequipeña es el föhn muniqués: un viento que no puede subir las alpinas estribaciones y genera presión en el clima de Múnich y a sus ciudadanos; éstos, por ejemplo, simplemente son un peligro cuando consignan el föhn encima de sus cabezas. Ariscos, toscos, oscos, huraños, intratables e insociables.

Aquí, una correlación interesante: tanto Arequipa como Múnich son ciudades a los pies de montañas, en los Andes y Alpes respectivamente. Ambas, urbes nacionalistas y con habitantes muy arraigados a sus usos y costumbres.

En este vídeo, el gran Nicomedes Santa Cruz, no obstante limeño, muy limeño, le supo cantar a Arequipa en su esplendor con estas décimas:

Sin embargo, Arequipa me apetece más interesante que Múnich. Aunque departamento del Perú y éste con un histórico y brutal centralismo que provocó que el resto de departamentos estén -política y administrativamente- a merced de Lima, Arequipa ha sabido mirar con desdén a la Capital del Perú, prefiriendo otras ciudades del norte de Chile, Argentina o Bolivia. Yendo más lejos, Arequipa ha sabido desarrollar una dinámica cosmopolita alrededor de su riqueza cultural. A los argentinos, chilenos, bolivianos les siguieron los mentados italianos, ingleses, escoceses, alemanes, palestinos y suizos. Todo un hit esto de ganarle al centralismo limeño y los arequipeños lo han venido haciendo desde la Colonia.

De momento, desde luego y al terminar esta columna iré, para bien de mi jefe a comprar un billete –de ida y vuelta- para Arequipa.

Cierro con un ¡Feliz día patrio para mis amigos, amigas y familia en Arequipa! Y una pregunta final: ¿Se aprobó la visa para entrar a la República Independiente? ¿O eso funcionaba para la shengen, para ingresar a Europa digo?

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Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

Redacción mulera

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