Antes que por los medios de comunicación, al principio de manera involuntaria, luego ya más conscientemente, he venido siguiendo y enterándome de lo que sucede en la Franja de Gaza sobre todo a través del muro del Facebook de Témoris Grecko, un reportero mexicano a quién conocí brevemente en Barcelona, y que ahora cubre el último conflicto entre Hamas y el Estado de Israel. 

La diferencia entre la cobertura desde el terreno de los bombardeos y la manera cómo las agencias describen las noticias es notable. Mientras los datos numéricos nada dicen cuentan acerca de cómo viven las familias en Gaza, y se hace cada vez más importante saber quién dice qué, cuáles son las fuentes de las que obtenemos nuestra información sobre el conflicto, recuentos como el de Grecko abren una ventana hacia los horrores de la guerra. 

El conflicto de gaza en  cifras, al 1 de agosto. 

Bombardeo del mercado Al Shojaiya

La primera de estas actualizaciones que leí en el Facebook de Témoris fue la referente al bombardeo del mercado de Al Shojaiya, un hecho sobre el que la prensa en castellano directamente no ha escrito. Tal vez lo más crucial en este ataque ha sido la manera cómo Israel lo ejecutó. Algunos lo calificarían directamente como terrorista.  

Cuenta Grecko que minutos después de la primera explosión, un grupo de personas se habían reunido para ayudar a los heridos y evacuar a los muertos, cuando llegó el segundo misil. 

En el momento en que explotó la tercera bomba, ya la prensa y las ambulancias habían llegado a las inmediaciones. Rami Rayan, identificado con un casco con la inscripción "TV" fue alcanzado y muerto por la explosión. En las fotos que tomó Grecko a continuación aparece uno de sus amigos sosteniendo el que fuera su casco, todavía goteando sangre, y su padre, que parece desvanecerse por el dolor. 

Mientras, según Jodi Rudoren, jefe de la Jerusalem Bureau del New York Times,  buena parte de la población israelí  percibe que nadie en el mundo los entiende, este ataque causó la muerte de 17 personas y dejó heridas a otras 160. 

Ataque a una escuela de la ONU

Pero el Estado de Israel no nos la pone fácil al resto de los habitantes de este planeta. Es demasiado problemático comprender el sentido del bombardeo de una escuela de la ONU, el pasado miércoles 30 de julio, evento que también cubrió Grecko en esta crónica para La Nación, de Argentina. Mientras las fuerzas armadas israelíes dijeron que respondieron a un ataque a sus soldados con proyectiles de mortero desde un sitio cercano a la escuela, esto es un fragmento de lo que sucedió aquella noche:

La noche sólo esperaba el canto del muecín para empezar a cederle el paso al día. La mayoría de los miembros de las 17 familias que dormían en ese salón de clases, en la escuela de la ONU en el campo de refugiados de Jabaliya, todavía aprovechaban los últimos momentos de oscuridad para protegerse en sueños de las terribles realidades que los expulsaron de sus casas. Por ser tantos, mujeres y chicos dormían en el aula, y los hombres se amontonaban afuera. Algunos se habían levantado ya para sus oraciones.A las 5.15 golpearon los proyectiles de artillería, en la tercera semana de la ofensiva israelí contra Hamas en Gaza. Uno entró por el techo en esa habitación y uno más en los baños vecinos, a nivel del suelo. Otro, en otro salón, de un primer piso. El penúltimo, en la casa de al lado. Y el quinto, frente a la entrada de la institución, en la calle. Cuatro horas después, el sitio estaba repleto de mantas ensangrentadas, pupitres en pedazos y burros derramando las entrañas.Los muertos, 19, no estaban ya: los habían llevado al hospital cercano, el Kemal Adual, como a los 105 heridos.Rami Mansour Gabeh, un hombre de ojos azules de 30 años, y su esposa, Ataf Rabe, de 25, sobrevivieron sin daño. Su hijo mayor, Abdallah, tiene dos años y dos meses, y padece sordera. La menor, Sanaa, de 14 meses, ha tenido fiebre y dolor de pecho desde hace tres días, pero no hay doctor que la atienda: todo el personal médico de Gaza está sobrepasado con casos dramáticos.A medianoche, la pequeña Sanaa lloraba sin fin. Ataf trataba de darle pecho para calmarla. Se durmió como a las 2 y los padres empezaron a descansar los ojos. Para su suerte, estaban en una esquina de la escuela a salvo de las explosiones. Pero no del tremendo tronido: "No me di cuenta de lo que estaba pasando, sólo desperté encima de mis hijos", recuerda Ataf, "había ruido y alaridos, pero yo sólo trataba de protegerlos con mi cuerpo".

Prisionero de guerra


La diferencia de perspectivas entre lo que cubren las agencias y lo que ven las personas que sufren los bombardeos también se hizo notable con el caso de la captura del soldado israelí Hadar Goldin. Mientras la Casa Blanca se refería al "secuestro" de Goldin como un acto de barbarie, un evento que hizo recordar al caso de Gilad Shalit, un prisionero que estuvo 5 años en manos de Hamas y que fue canjeado por 1207 prisioneros palestinos luego de una ardua negociación entre Hamas y el Estado de Israel, en Jerusalem la familia de Goldin se mostraba indignada porque hasta ahora no se recupera el cuerpo del soldado y ha sido el propio ejército israelí quién lo ha declarado muerto, y tan sólo podía enterrar lo que las fuerzas armadas entregaron de él. Según el portavoz del ejército israelí, Peter Lerner, en el terreno se hallaron los restos de dos soldados que murieron en el mismo ataque, y los restos del uniforme ensangrentado del mismo Goldin, al mismo tiempo que una comisión médica, militar y religiosa lo daba por fallecido. "Es una posibilidad que alguien tenga los restos del cadáver", dijo Lerner. Aunque Hamas niega su captura o que tenga en su poder el cuerpo. Sin embargo en Gaza lo importante no era si Goldin estaba vivo o muerto, o en manos de quién estaba el cuerpo, sino en qué momento había sido capturado y qué implicancias tenía el instante de su captura para determinar quién rompió el cese al fuego acordado.

 Grecko comenta en su Facebook:
Terrible fin de la tregua. Para asignar responsabilidades, es clave saber si la captura de un soldado israelí por Hamas ocurrió antes o después de la tregua. Si fue antes, todos sabemos que los barcos y la artillería israelí estuvieron disparando hasta el último minuto. Así que Israel no podría utilizar este argumento para justificar la reanudación de hostilidades. Si fue después, entonces es correcto culpar a Hamas por echar a perder esta oportunidad pa su pueblo.También es importante: esto no es un secuestro. ¿Desde cuando los soldados capturados en la guerra son llamados secuestrados? Y si fuera así, ¿cuántos secuestrados palestinos --muchos de ellos civiles-- tiene Israel?La expresión correcta es prisionero de guerra.


Notas relacionadas

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