Illariq, primera luz del amanecer
Asociación cultural sanmarquina cumple 30 años difundiendo el arte sikumoreno de Yunguyo. Mañana lo celebra con gran fiesta.
Un martes de octubre me quedé en la universidad mucho más tiempo de mi horario matutino. Mis clases habían terminado poco después de la 1 y ese día decidí quedarme a leer en la biblioteca. Estaba leyendo 'La rama dorada', un estudio sobre magia y religión escrito por James Frazer, ya había leído cerca de 20 páginas, cuando a lo lejos escuchaba las melodías de las zampoñas. Seguía leyendo con ese fondo musical distante, estaba pasando las páginas cuando de pronto caí en cuenta que hasta ese entonces sólo había visto a los Kjarkas, Savia Andina, Los Jaivas, Wayanay, Puka Soncco, entre otros grupos, tocar zampoñas. Pero este sonido que llegaba a mis oídos era distinto.
No resistí la curiosidad y salí de la biblioteca en busca de los sikumorenos –que luego me enteraría que así se llamaban, y que además también existían los sikuris–. Poco antes de llegar al estadio sanmarquino, detrás de la facultad de Letras, había una docena de chicos y chicas en un ensayo –luego sabría que lo hacían religiosamente todas las semanas–. Me senté en los restos de lo que había sido un muro de las boleterías del estadio y quedé viendo y escuchando durante poco más de una hora. El ritmo de lo que tocaban era pegajoso, festivo y muy bien podía ser bailado por rockeros. Cuando llevé cursos en la tarde y noche me acostumbré a escucharlos y de vez en cuando me asomaba a verlos un rato.
Era la Asociación Cultural Illariq, nacida en la Facultad de Educación en 1984. A ella ingresé en 1986, luego de recibir un volante en el cual se invitaba a participar de un taller de verano. No lo dudé y me inscribí junto con mi mejor amigo. Nos inscribimos muchos jóvenes –damas y varones– e hicimos no sólo un grupo numeroso, sino también uno solidario, inteligente y talentoso. Luego del taller, casi una decena quedamos en el grupo y aprendimos sobre los sikus –el nombre de las zampoñas–, el arca y el ira, la dualidad altiplánica –como la andina–. Tocábamos el estilo de la provincia de Yunguyo. Y es que en Puno, cada provincia tiene su propio estilo. Y como se aprecia en los videos, el yunguyeño es muy alegre. Sin embargo, no crean que sólo era una cuestión festiva. No, era una labor artística –ciertamente– pero con mucho de acción social, incluso política. Tocábamos en campo abierto, en auditorios, en concursos puneños regionales, en festivales, en locales de sindicatos, en los por entonces llamados asentamientos humanos, en colegios y demás lugares adonde nos convocaban. Y no sólo en Lima, también en provincias.
Illariq, palabra aymara que en castellano significa 'primeras luces del amanecer', lleva tres décadas trabajando en beneficio de la cultura popular, cultivándola y difundiéndola, organizando talleres en universidades y en colegios, participando en encuentros regionales e internacionales, formando a jóvenes en lo cultural y en lo social, generando debate y conciencia sobre lo que significa el Perú.
Este lunes cumplió 30 años y mañana lo celebra a todo dar en 'El Huerto de mi Amada', en Zárate. Están invitados, como dice el afiche, habrá zampoñada, teatro, danzas y mucho más.