Shelton es un pueblo pequeño de 9 mil habitantes en el estado de Washington, a unas dos horas en auto de Seattle. Su mayor atractivo turístico es un festival culinario de ostras que se celebra durante dos días todos los meses de octubre. Esta noche, sin embargo, el boxeo es el protagonista en el pueblo de las ostras.

Desde hace unos días, el chalaco Jonathan Maicelo y su equipo de entrenadores están en el Hotel Little Creek Casino de Shelton, escenario del combate contra el armenio Art Hovhanyysian en la categoría ligero, que será transmitido por el programa Viernes de Combates de la Cadena ESPN a partir de las 8 p.m. de Lima.

No es una parada más en la carrera de Maicelo. En términos reales, se trata de lo que los norteamericanos llaman un ‘crossroads fight’, es decir, una pelea de encrucijada. Una victoria le abre las puertas de los rankings mundiales y le da la posibilidad de continuar siendo un producto atractivo para los promotores y la televisión estadounidense. Una nueva derrota lo relegará a veladas de segundo orden y el camino a transitar hacia un título mundial será mucho más complicado, sino imposible. 

Para entender por qué es tan importante esta pelea para Jonathan hay que tener en cuenta que él está en una división (ligero) cuyo manejo comercial pasa necesariamente por el protagonismo de Estados Unidos en el negocio del boxeo. No es el caso, por ejemplo, del boxeo femenino o de las categorías masculinas de pesos menores (desde mínimo hasta pluma) que históricamente han sido dominadas por asiáticos y latinoamericanos. Por eso, sería muy difícil para él trascender al margen del escenario y del ojo crítico del aficionado norteamericano. 

Esta es su gran oportunidad para colarse en ese grupo selecto de pugilistas cuyo nombre es considerado por las televisoras norteamericanas que deciden a quién hay que ver y quién puede optar por un título mundial. Al mismo tiempo, es su oportunidad de borrar, en lo personal y en el concepto del espectador, el sabor amargo que dejó su derrota el año pasado frente al ruso Rustam Nugaev. 

Luego de la derrota del chalaco, me preguntaron cuál era mi opinión sobre su futuro y contesté que lo primero que se me ocurría era que debía quedarse en Estados Unidos y olvidarse de lo que piensen de él en Perú. Tenía en los oídos las expresiones de burla de una gavilla de neófitos en las redes sociales que nunca en su vida habían visto boxeo y que aprovecharon la caída de Maicelo para ventilar su talento en el deporte nacional más predilecto: el ajusticiamiento popular y el cargamontón. 

“Que apague la televisión peruana por completo”, dije. Eso es precisamente lo que ha hecho Jonathan en el ultimo año viviendo en New Jersey y dedicándose a tiempo completo a ser boxeador. Lejos de la letrina de las secciones de espectáculos y más cerca del gimnasio y del noble quehacer de la dulce ciencia.

Como comenté esta semana para la revista Somos de El Comercio, la pelea de esta noche se trata en el papel de un enfrentamiento parejo, pues a ninguno de los dos se le conoce como noqueadores. Si bien el armenio es ligero favorito en las apuestas, una victoria del peruano es posible en la medida que no pierda la concentración como ocurrió en la pelea frente a Nugaev, cuando intentó fajarse con un rival al que superaba técnicamente.

Hovhannysian es conocido como un ‘action fighter’, un tractorcito típico de Europa del Este que no da tregua y va siempre para adelante. Maicelo ha demostrado que conoce el arte del ring y que cuando le ha sido requerido, ha echado mano del talento con el que nació para este deporte. Como dijo Roberto Bolaño: ‘Hay momentos para recitar poesías y hay momentos para boxear’. Por eso, condición física y respeto por el estilo serán las claves de su triunfo. Los peruanos a los que nos interesa el boxeo, y no el cargamontón, creemos en él.  

-Viernes de Combates se transmitirá en Perú a través de la señal de ESPN HD a partir de las 8 p.m. hora local.