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Carlos torres rotondo y José Carlos Yrigoyen / foto: ana cabrera

Retazos de una tradición inexistente

Una conversación con José Carlos Yrigoyen y Carlos Torres Rotondo sobre su más reciente libro Crimen, sicodelia y minifaldas: Un recorrido por el museo de la serie B en el Perú. 

Publicado: 2014-07-06

José Carlos Yrigoyen y Carlos Torres Rotondo están presentando en estos días Crimen, sicodelia y minifaldas: Un recorrido por el museo de la serie B en el Perú, 1956-2011, publicado por Mutante, un libro colaborativo que explora una tradición cinematográfica local casi desconocida: la de la ciencia ficción, el thriller barato y el terror. Los autores, que ya antes habían colaborado en Poesía en Rock. Una historia Oral. Perú, 1966-1991, presentan aquí con abundancia de documentos y fotografías inéditas (muchas de ellas tomadas del archivo de Caretas) un panorama nutrido e interesantísimo de este lado semioculto de la cultura (o subcultura) peruana, donde las exigencias de una industria cinematográfica inexistente en la práctica se juntan con los delirios y las fantasías de creadores dados al descontrol, ambiciosos siempre, fallidos las más de las veces y marcados con frecuencia por una inubicable singularidad. 

LaMula.pe conversó con Torres Rotondo e Yrigoyen sobre su proyecto y sobre este espacio de la producción cinematográfica nacional, que quizás ahora empiece a recibir mayor reconocimiento como un territorio en el que se juega, también, nuestra imaginación.

José Carlos, recuerdo haber leído un comentario tuyo en el que decías que te habías prometido a ti mismo ver todas las películas del cine peruano. 

José Carlos Yrigoyen: No, lo que decía es que había visto prácticamente todas las películas que se podían ver desde los años sesenta hasta la fecha. No he visto todas. Justamente ese fue uno de los grandes problemas de nuestro libro. No todas las películas de serie b, es decir aquellas de bajo presupuesto, tosca artesanía, de temas de género, chocantes, de mal gusto, lo que se llama lo psicotrónico, pueden verse. Muchas de ellas se han perdido. Sobre todo las que nos parecían más interesantes.

Carlos Torres Rotondo: Sí, en realidad esa voluntad de ver toda la filmografía nacional ha sido mutua. Lo que pasa es que gran parte de nuestro acervo cinematográfico, por llamarlo de alguna manera, se ha perdido. Películas sumamente interesantes, que a mi particularmente me hubiera gustado ver, tipo Barco sin rumbo o La muerte llega al segundo show, que parece haber sido la gran precursora de la serie b dentro del policial, pues no las hemos podido ver. Al hecho de que estas películas estén perdidas, debido a la desidia, la falta de interés por conservar la memoria etc, hay que sumar el poco apoyo que existe a los investigadores incluso por parte de la misma Filmoteca de Lima. Una película como Boda diabólica de Enrique Torres Tudela, está en la Filmoteca de Lima, pero no la hemos podido ver. Hay un problema que trasciende mas allá de los propios encargados de la Filmoteca, que va hacia una política cultural de no conservación del material existente. Es algo que hemos querido rescatar, cierta historia oculta en ese sentido.

Me imagino también que hay cosas a las que simplemente no puedes tener acceso...

CTR: O se han perdido.

JCY: De La muerte llega al segundo show, por ejemplo, hay una copia deteriorada e incompleta en la Filmoteca Nacional. Es del 57, no es una película tan vieja. Hay películas de los setentas como La nave de los brujos o Brigada blanca, que son inhallables. Hemos hecho todos los intentos por verlas y no solamente esas sino otras que no pertenecen al género como Estación de amor. La nave de los brujos de Jorge Volkert, que es la primera película pretendidamente de extraterrestres, del año 1977 es inhallable.

CTR: Interpol llamando a Lima, otra película que tiene un capítulo especial en el libro, Brigada blanca y El sol de los muertos... Hay incluso una película que ni siquiera estamos seguros si existió, Annabelle Lee de Enrique Torres Tudela. Que se dice se filmó pero...en fin, lean el libro.

Brigada Blanca de Jeff Musso

¿Cómo surgió finalmente la idea de investigar de manera rigurosa este tema?

JCY: La idea surge hace un año y medio aproximadamente. Nosotros hemos visto varias de estas películas en los últimos doce años más o menos y siempre nos habíamos propuesto la idea de hacer algo orgánico alrededor de ellas. El problema era que teníamos algunas piezas del rompecabezas, pero de lejos no teníamos todas. Fue arduo ponernos a buscar, entrevistar... La idea surgió por hacer algo que sí existe en Argentina, Brasil y México que es hacer un libro sobre la serie b cinematográfica. Después se le añadieron otras cosas como historieta y cómic. Es cierto que nosotros no tenemos una cinematografía o una industria como en esos casos, pero sabíamos que había un grupo de películas que podían conformar entre ellas un pequeño subgénero y sí conseguimos, por lo menos, unificar películas que tienen rasgos comunes. A pesar de que argumentalmente son bastante diferentes. 

CTR: A pesar de que hasta cierto punto lo que hemos podido encontrar no es una tradición, no es una red, no es una escena como en el caso de Argentina, Brasil y México. Son más bien retazos de una tradición inexistente, si quieres llamarlo así, de brotes esporádicos.

Dirían que a diferencia de países como los que mencionan, donde es una tradición que se cultiva, aquí es una cosa muy reducida.

carlos torres rotondo / foto: ana cabrera

CTR: Hay que hacer una separación y esto es una de las tesis centrales del libro. A partir del año 2000 la serie b en el Perú entra en un período de autoconciencia. Esto es por varios factores, uno de los principales es que ahora hay mucho más oferta cinematográfica. La gente es mucho más consciente. Esta el caso de Tarantino por ejemplo. A partir del nuevo milenio la serie b es otra. En el milenio pasado, sé que suena muy lejos pero es aquí nomás, era algo más espontáneo. Digamos que el error, el trazo grueso, la tosca artesanía era algo más espontaneo. En cambio ahora, pues Tarantino y Rodríguez pueden machacar el celuloide en Death Proof y no pasa nada. Por que ya es un rasgo de estilo.

Ahí hay dos cosas, pienso que Tarantino y Rodríguez son la punta del iceberg de alguna manera...

JCY: Sí, lo más visible.

Por otro lado también, hablando sobre cosas como el trabajo de posproducción de una película en la cual puedes poner un grano determinado o cosas por el estilo. Eso es un lenguaje que ya se ha asimilado, es algo que esta incluido dentro de la industria o dentro del imaginario de la gente.

CTR: Claro, además hay otra cosa, que es la fascinación por los años setenta. Los setentas son una época de oro para el cine de explotación, para el cine psicotrónico. Y nosotros somos fanáticos de los años setenta. Este es nuestro segundo libro, el primero que hicimos Poesía en rock trataba acerca de la poesía conversacional en los años setenta. Básicamente Estación reunida, Hora zero, La sagrada familia y Kloaka. Entonces también está esa fascinación mutua por esa época.

Volviendo un poco a lo anterior, sobre los espacios de acceso. Originalmente y ahora ¿Cómo ven los espacios en los que ha circulado y en los que se ha producido el cine de serie b en nuestro país?

JCY: Ha circulado en espacios muy reducidos. Porque si bien, todas estas películas o casi todas fueron exhibidas en los cines del Perú, ninguna de ellas pasó de la semana reglamentaria. Con excepciones como Las Sicodélicas, que sí fue una película más exitosa y tenemos registros de que hubo publicidad y hubo un movimiento alrededor de ellas. Todas las demás no pasaron de los siete días y según las crónicas, con salas semi vacías o vacías. Matiné, vermouth y noche. En cines muy marginales, cines pequeños, cines de barrio. Con excepciones como El inquisidor, que sí estuvo en el Cine Pacífico.

CTR: Y que tuvo cierta "taquillita".

JCY: Igual sin pasar de la semana reglamentaria, le fue relativamente bien comparado con películas como Brigada blanca que no ha visto nadie. O Interpol llamando a Lima o La nave de los brujos, que sé que tuvo cierta propaganda, pero fue un fracaso. Era una película sobre piedras precolombinas y montaba teorías sobre extraterrestres al rededor de ellas. La gente pensó que era una película de ovnis y al final no era nada de eso. Pero la expectativa parece que sí llevo cierta gente a las salas. Rápidamente la expectativa se rompió por el engaño.

CTR: No es casual que el director haya sido un publicista. Digamos que hizo bien la publicidad, pero no hizo bien la película.

¿Y eso mismo en términos de producción? Porque además hay una cuestión que tiene que ver con lo difícil que era hacer una película en el Perú en el pasado y como se ha vuelto mas fácil. 

CTR: Lo sigue siendo. A propósito de eso, quería decir una cosa, nosotros entendemos serie b no tanto en cuanto a sistema de producción, porque para tal caso todas las películas nacionales serían de serie b para abajo. Lo entendemos más bien como un fenómeno cultural. Como un hecho cultural, como una obra que cumple determinados parámetros.

Es más una cuestión del uso de determinados géneros...

CTR: Exactamente.

Un poco pensando en lo que decías de la autoconciencia que surge luego del año 2000. Los que producen serie b, ¿Que sienten que constituye la serie b? ¿Y cómo lo ven ustedes? porque ahí hay una especie de divorcio conceptual.

josé carlos yrigoyen / foto: ana cabrera

JCY: Lo que pasa es que yo estoy seguro de que en la mayoría de los casos desde los sesenta hasta los noventa, primaban sobretodo los que pensaban que estaban haciendo una película que tenía una cierta calidad, que no era serie b. En el caso de La nave de los brujos, de Brigada blanca o de El inquisidor, los directores estaban seguros que estaban haciendo películas de alta calidad y capaces de competir con el cine verdadero. En cambio había también otro sector, uno que constituye siempre la serie b. La serie b esta constituida siempre por ingenuos y mercenarios. Los ingenuos son los que acabo de mencionar. Los mercenarios son los que sabían que estaban haciendo un producto de baja calidad, como Gilberto Martínez Solares el director de Las Sicodélicas, un mexicano que vino al Perú a hacer esta película. Ya había hecho en México un centenar de películas muy similares en sus intenciones: sacar plata con poco dinero. Como Roger Corman que definitivamente sabía que era serie b. Gilberto Martínez Solares no lo veía quizá con ese concepto, pero sí lo veía como un trabajo más comercial y mercenario que artístico. Pero Bernardo Arias o Jeff Musso directores de El inquisidor y Brigada Blanca respectivamente, sí parece por sus declaraciones, que realmente estaban convencidos de que estaban legando una gran película a la humanidad.

CTR: El caso más ridículo es el de Leonidas Zegarra. Quiero invitar al lector a que vea en Youtube un video donde Leonidas está dirigiendo. Es Scorsese. Se lo toma con la seriedad de un Scorsese. Es algo realmente sorprendente. Uno lee su blog y es impresionante, un ego así no lo tiene nadie, ni Hitchcock, ni un gran maestro. Nadie. En su caso no sé sí seria un ingenuo...

JCY: Es un hombre idealista. Porque creo que Leonidas Zegarra escapa a la categoría de mercenario, porque es una persona que no ha ganado mucho dinero con sus películas. Ha perdido muchas veces dinero, ha perdido posibilidades, ha perdido prestigio, casi ha perdido la nacionalidad peruana incluso. La critica y el público le negaron carta de ciudadanía. Las estadísticas de gente que fue a ver Mi crimen al desnudo y las películas de vedettes no pasaban de los 20,000 espectadores. Las que vieron ¿Donde esta el muerto? y Los siete pecados capitales no creo que hayan sido muchas más tampoco. Quizás sí porque en los ochenta había más afluencia de publico, pero no creo que haya sido mucho más.

¿Cómo la serie b peruana se influencia de lo externo? Y al mismo tiempo, ¿Qué la caracteriza, qué la hace particular?

CTR: Esto comienza más o menos a principios de los sesenta con la ley 13926, la ley de Prado. Una ley que estimula las coproducciones. Entonces las primeras películas psicotrónicas o b son coproducciones. Están Las Sicodélicas y las películas de Ricky Torres, la mayoría son coproducción con una productora que tenia Ricky Torres en Estados Unidos. Una productora fantasma, que probablemente servia para lavar dinero. De ahí viene El inquisidor que es también una coproducción con Argentina. Está ese cruce todavía. Interpol llamando a Lima la hace un uruguayo radicado en Lima. Brigada blanca y El sol de los muertos las hace Jeff Musso con capitales nacionales. Él era un prestigioso director francés que ganó el premio Louis Delluc que antes había ganado Renoir y que luego ganó René Clair. Pero estaba en sus horas más bajas y vino aquí he hizo películas que fueron un desastre. Entonces ¿Qué modelos?... ¿Quién sabe? Creo que ni siquiera ellos lo sabían muy bien.

boda DIABÓLICA de Enrique Torres tudela

JCY: Justamente las películas que no son coproducciones están perdidas. Interpol llamando a Lima, La nave de los brujos y Brigada blanca son películas inhallables. Y El sol de los muertos también, ni siquiera se estrenó. Por las crónicas y criticas de la época, sabemos que son películas que como se habían hecho en laboratorios peruanos tenian una calidad formal terrible. Interpol llamando a Lima por ejemplo era casi invisible, no se escuchaba nada, se veían sombras y lo que se rescata del intrincado narrativo es nazis, cachascanistas y agentes judíos buscando a un nazi en Lima es decir un despelote, un delirio. Las críticas las califican de desastrosas. No estoy seguro si en este caso eran mercenarios porque era un riesgo enorme hacer una película en el Perú. Mucho más que ahora...

CTR: Eran errores puros, más que otra cosa. El que sí era un mercenario era Martínez Solares.

JCY: Además de los tres casos excepcionales, el resultado fue nefasto. Tanto el público como la crítica las consideraba películas que ni siquiera merecían comentarios críticos, sino burlas. No hubo crítica. Todas son burlas de los encargados de hacerlas, que sacan su arsenal de chistes y chascarrillos.

CTR: Cosa que también pasó con la ciencia ficción literaria. En el libro hay un capítulo al respecto. Hasta cierto punto pasa también con el cómic. El problema con la historieta nacional es que merece mucha menos atención. No hay crítica de la historieta nacional. Lo que si hay es que los cómics de ciencia ficción que hemos incluido en el libro, duraron un mes. Fueron tiras que duraron un mes, máximo cuatro. También son cosas que a las que el público le dio la espalda.

JCY: Son plantas que aparecen pero no terminan de crecer. Las películas y los cómics tenían una duración muy fugaz. Creo que eso retraía también a mucha gente de intentarlo, porque veían que no había un mercado para estas aventuras comerciales, de género, el público siempre termina volcándose a las extranjeras. Cosa que creo, tiene hoy ya más matices.

CTR: Lo loco es que ahora, estoy seguro de que esto sí tendría mucho público. El público de nuestra generación para abajo, si leería estos cómics y vería estas películas. Así sea para reírse. Más gente iría al cine para reírse.

Es cierto que en generaciones como la mía, por ejemplo, hay un interés mucho más grande por este tipo de cosas. Hay una influencia que se cuela en cosas que tienen un discurso más artístico o de alta cultura. Hay ahora películas que son una vuelta de tuerca de la serie b. Me imagino que tiene que ver con que hay un acceso mucho más amplio a esta clase de materiales por Internet. ¿En qué momento la alta cultura de nuestro país empieza a mirar eso con otros ojos?

JCY: Creo que a finales de los noventa y comienzos de la década del 2000, comienza a haber una visión distinta. Como ya hemos dicho la serie b en el Perú pierde la inocencia. Tiene que ver también con que asimiladas esas influencias de manera consciente y habiendo ya una cultura formada a partir de ciertos referentes ya hay un interés por invertir de manera seria en algunos proyectos como Cementerio General o El vientre. Que me parecen tan malas o peores que las anteriores. Quizá el acabado técnico sea mejor. Pero ver a Marisol Aguirre en Cementerio General es tan terrible como ver a Las Sicodélicas actuando. Los argumentos son tan mal hechos y tan mal resueltos como en las películas anteriores. Estoy de acuerdo con Carlos en que esas películas hubieran tenido mas éxito en tiempos como los nuestros, donde ya se ha asumido conscientemente que hay cosas malas que pueden ser divertidas, cosas de tosca hechura que pueden ser divertidas.

CTR: Brota en mayor cantidad también un arte que tiene como referente el mismo arte, mas que la entre comillas realidad. En parte por la cantidad de referentes que hay. La serie b actual no esta solamente en Cementerio General o El vientre, sino en la obra de Huanchaco por ejemplo. Huanchaco es un artista de la alta cultura entre comillas que puede hacer la gran broma de una casa museo de Leonidas Zegarra en la galería más pituca de Lima. Pero claro, es arte sobre la serie b. Y eso es algo que sí me parece bastante interesante.

Claro, por que de alguna manera en un ejemplo como ese hay una especie de vaciamiento de la esencia real del referente. Es más una apropiación. No hay esta cosa aventurera de hacer una película o una novela de ciencia ficción, que todavía en este país se mira como una cosa anecdótica.

CTR: Bueno después de experiencias como Un marciano llamado deseo ¿Cómo vas a pensar que tiene un futuro?

O la idea de que es algo restringido al mundo adolescente.

JCY: Esa es la idea que se tiene. No solamente en el cine sino en la literatura. Como ponemos en el libro, a José B. Adolph le decían que era buen escritor pero también le preguntaban ¿Por qué escribes de esto? Porque para ellos, no tenia ningún valor, era un juego. Esa tendencia no ha tenido mayor cambio hasta hoy. También es cierto que la ciencia ficción que se escribe hoy, por lo menos en general porque también hay cosas interesantes, cae siempre en la continua imitación de sus referentes extranjeros. Creo que salvo algunos intentos ni siquiera se le intenta dar una personalidad o una perspectiva distinta a lo que ya se hace en otras partes del mundo. Los héroes de ciencia ficción siempre son el joven ario de ojos azules y rubio que es el mesías. Que vive en el Perú, en Lima pero su colegio parece la secundaria de Smallville. Son copias tan elementales que ni siquiera reclaman un sitio propio. Hay otros proyectos que tienen una calidad mayor. Pero el grueso repite un patrón, que además ha sido corroborado por el mayor experto de ciencia ficción de este país, que es Daniel Salvo y sin el que este libro no podría haber sido escrito. Con parámetros tan calcados es difícil generar algo nuevo. No hay un interés por generar, hasta hora el grueso son jóvenes admirativos que quieren hacer cosas que ven en el cómic o en las películas.

CTR: Porque el referente ni siquiera es la ciencia ficción escrita. Creo que gran parte de los que escriben ciencia ficción en el Perú, no han leído a J.G. Ballard, Philip K. Dick o Philip José Farmer. Hay una comprensión bastante reducida de a lo que puede llegar la ciencia ficción.

Yungay 70 de Jorge monterrey

Existe, como en el cine, una visión oficial sobre este tipo de literatura o el cómic. Pienso en Supercholo, por ejemplo, que ha tenido un espacio determinado.

CTR: Pero Supercholo es b. Los argumentos de las aventuras son delirantes. Hay un ataque de dinosaurios a Lima donde Supercholo está acompañado por Vides Mosquera y Toto Terry. Eso es recontra b. La ciencia ficción en el cómic es algo temprano, de la década de los cuarenta. Hay que remontarse a los tiempos de las revistas Palomilla y Canillita para encontrar un cómic como, por ejemplo, Los invasores electrónicos. Es impresionante, hay algunas escenas que podrían haber salido de Kriptón. Ahí hay una serie de tiras cómicas de muy poca duración. Brotes esporádicos. Se me viene a la mente Yungay 70 que es una mezcla de indigenismo con ciencia ficción: extraterrestres que vienen a prevenir la catástrofe de Yungay. El otro es G8 un policial psicodélico, que es el cómic vertical mas grande hecho en el país, publicado por La crónica en el 74. Es alucinante, absolutamente psicodélico, con unos colores que no he vuelto a ver en el cómic. Duró dos meses.

JCY: Todos esos cómics de los setenta son de mucha calidad. A mí me parece que tienen un nivel muy interesante, valioso. Argumentos que dentro de su ingenuidad y nacionalismo, producto de la época de Velasco, eran textos formalmente bien hechos. Hechos por gente que tenía influencias de autores españoles o norteamericanos. Gente con un interés real por desarrollar algo distinto. Me parece que esa parte de nuestro cómic debe ser revalorada, el problema es que buscar a estas personas fue muy difícil. Nos miraban muy recelosos cuando los buscamos para entrevistarlos. Los dos nos dejaron plantados. Cuando llamábamos y decíamos que queríamos entrevistarlos por sus cómics no lo creían.

CTR: Es que es el arte más ninguneado de todos. Existe por ejemplo un premio nacional de literatura ¿Donde está el de cómic?

JCY: El recelo y la incredulidad de la gente cuando queríamos entrevistarla demuestra que ellos mismos creían que su trabajo estaba olvidado, enterrado. Gracias a especialistas como Melvin Ledgard que nos ayudó en la investigación, hemos podido descubrirlos. Raschid Rabí también, que es la memoria viva del cómic peruano a pesar de su corta edad.

foto: ana cabrera

En términos de investigación, ¿Fue muy difícil acceder al material?

CTR: Fue básicamente investigar en la Biblioteca Nacional y hacer entrevistas.

JCY: De Las Sicodélicas conseguimos una persona que nos pasó fotogramas de la película, incluso con las anotaciones en tiza. También nos pasaron colecciones privadas de revistas de espectáculos que la Biblioteca Nacional no tiene, como Ecran, donde pudimos ver detalles de filmación de las películas de Torres Tudela.

CTR: Otro aporte importante fue el de Jorge Herrera, el responsable de la videoteca de la Universidad Nacional San Agustín, que tiene cinco computadoras bajando películas las 24 horas del día. Las películas que me dió, las coproducciones Llosa-Corman, las tenía en VHS.

JCY: Siempre lo que recibimos, con muy pocas excepciones, fue gran ayuda. La gente fue muy generosa. Bedoya fue de gran ayuda también, nos dio todos los datos posibles. Salvo personas como una señora, que cuando llamamos a decirle que queríamos hablar con ella porque su padre había escrito un libro de ciencia ficción, nos dijo: no quiero saber nada. Y nos colgó el teléfono, como si se tratara de una ignominia. Lo bueno del libro es que pudimos aportar más datos por cada película y por cada historia, siempre conseguimos algo más. Eso hace que el libro tenga méritos de investigación propios.

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Escrito por

Andrés Hare

andres.hare@lamula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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