Hugo Bustíos antes de morir había sido un valiente activista por los derechos humanos en plena guerra interna y en el lugar más picante de la misma durante los 80: Ayacucho. Había que tenerlos cuadrados para hacer lo que hacía él en aquella época. Cuatro años antes del crimen que acabó con su vida, había sido detenido y torturado durante doce días en el estadio de Huanta, entonces convertido en una base de la Infantería de Marina. Su ingreso al periodismo ocurriría poco después. Hasta entonces había sido un comerciante que compraba y vendía cochinilla –de hecho, Primitiva Jorge Sulca, la mujer cuyo asesinato investigaba en el momento en que él mismo fue asesinado, era comadre suya, y una de sus proveedoras– y por eso era el único en Huanta que tenía una oficina con teléfono. Los periodistas solían despachar hacia Lima desde allí.
Durante los años más duros de la violencia, contó su viuda, Margarita Patiño, los familiares de las víctimas iban a buscar a su marido y él los asesoraba indicándoles a qué instituciones y personas debían acudir para denunciar la desaparición o el asesinato de algún familiar.
Bustíos, pues, había acumulado varias razones por las que no era precisamente simpático para los militares en Ayacucho. En el auto apertorio de la denuncia contra Daniel Urresti que publicó Ideele consta que cuando Bustíos fue a solicitar el permiso de la base de Castropampa para investigar el asesinato de su comadre, Primitiva Jorge Sulca, La Vera Hernández le comentó que habían detenido a ‘Sabino’. Sabino había dicho que Bustíos era colaborador de Sendero, y que por eso Bustíos había sido eliminado.
Sin embargo, al parecer Caretas en aquel entonces, manejaba una hipótesis distinta sobre las causales del crimen. Bustíos había tomado y conservaba fotografías comprometedoras de varios miembros del Ejército asentados en Huanta.
Bestiario
Bustíos venía investigando varios casos de violaciones a derechos humanos que ocurrían en Huanta, hechos tanto perpetrados por Sendero Luminoso como por el Ejército peruano. Pero sobre todo, tenía en su poder fotografías de varios de los oficiales perpetradores de estos crímenes.
Una de esas fotografías correspondía a Víctor La Vera Hernández, jefe político militar de Huanta en aquel entonces. Para el ex fiscal superior de Huanta, Carlos Enrique Escobar, La Vera Hernández ordenó el asesinato de Bustíos por una foto que había obtenido el periodista de él. En julio de 1988 Escobar era el fiscal superior encargado de investigar las desapariciones que venían ocurriendo en Ayacucho. Escobar había exigido a La Vera ingresar al cuartel de Castropampa; y La Vera se lo había negado.
- Tuvimos una discusión muy fuerte -declaró Escobar a Caretas- pero jamás pensé que esa bestia lo iba a matar. Le enrostré que los desaparecidos habían aumentado desde que él estaba allí. Como no me hizo pasar yo le mostré su foto bien grande que había puesto en el file de la investigación sobre los desaparecidos en Huanta. Cuando vio su foto me preguntó cómo la había obtenido. Yo le dije que el periodista Hugo Bustíos se la había tomado y él me la proporcionó.
Hay que recordar que unos meses después de esta accidentada entrevista, Bustíos era asesinado mientras investigaba la muerte de Primitiva Jorge Sulca y su hijo, presuntamente por elementos terroristas de Sendero Luminoso. Bustíos se había acercado a la casa de Primitiva, donde todavía yacía su cuerpo inerte, a pedir información en compañía del fotógrafo de Actualidad Eduardo Rojas. Los militares que custodiaban la casa de Jorge Sulca le denegaron el acceso y le dijeron que para dejarlo entrar debía tener la autorización de La Vera Hernández, entonces jefe del cuartel de Castropampa.
La viuda de Bustíos los acompañó a él y a Rojas a hacer esa diligencia. En la declaración que Patiño dio entonces a Caretas, consta lo siguiente:
- Hugo me dice "nos han interceptado los del Ejército y han dicho que no podíamos pasar si no tenemos un permiso. He llamado al comandante Javier Landa (La Vera Hernández) quien me indicó que vaya porque quiere conversar conmigo". Hugo me pidió ir, al igual que a Eduardo Rojas. Al llegar al cuartel de Castropampa nos identificamos, apuntaron nuestros nombres en el registro. Al salir el comandante nos saludó a todos muy respetuosamente.
En una de las declaraciones que Caretas tomó mientras era trasladado a Lima para salvaguarda de su vida, Rojas menciona que Bustíos había dicho a La Vera Hernández, sonriendo:
– Queremos pedirle permiso para poder cumplir con nuestra labor informativa.
El comandante lo había tomado del brazo, apartándolo del grupo. El detalle lo menciona Margarita Patiño:
– Luego se lo llevó a Hugo a un lado y le preguntó si podía ir. El comandante le dijo que sí y que iba a llamar por radio. Cuando estuvimos en la moto Hugo me dijo que el comandante le había dicho: "ay, eres pendejo. Has venido bien resguardado. ¿Para qué has traído a tu esposa y a Eduardo Rojas? Hugo le dijo que había venido a cobrar una deuda que tenía por aquí y de pasadita me había llevado. Yo le dije que era un zonzo. Le hubiese respondido al comandante que soy una esposa muy espesa y que nunca dejo solo a mi marido. Hugo me dice que puedo ir tranquila, pero yo le respondí que mejor no vaya. Hugo me respondió que no me preocupara, que el comandante le preguntó si conocía al camarada Sabino, a quien habían capturado con planos. Yo le dije que era un pendejo el comandante. De seguro pensará que estás metido allí, quizá porque eres intelectual, y nos reímos. Luego Hugo me dice: "no te preocupes chinita, prepara el caldo y el escabeche y si en media hora no regreso, vas a recogerme" yo le contesté: "anda huaco, estás pensando en morirte y no tengo plata para enterrarte". A las 12:30 del día viene un señor desconocido, quien estaba desesperado, y me dice que a Hugo le han matado.
Pero esta fotografía de La Vera no era la única que Bustíos había tomado y tenía en su poder de un militar.
El antecedente de la base de Castropampa –donde sirvieron La Vera, Amador Sanbento y Urresti– había sido el estadio municipal de Huanta. Allí se habían acantonado las tropas de la Infantería de Marina bajo el mando de Álvaro Artaza Adrianzén, más conocido como el comandante Camión. Artaza fue responsable de la muerte de seis misioneros evangélicos. El caso fue investigado por el periodista Jaime Ayala Sulca, corresponsal de La República, que entró al estadio de Huanta, pero nunca salió. La desaparición motivó la investigación del Fiscal de la Nación, Álvaro Rey de Castro, y días después del peritaje se vendría a descubrir la horrenda fosa de Pucayacu: 49 hombres y una mujer inhumados.
Todos habían sido detenidos y desaparecidos por la tropa que comandaba Artaza. Entre los reportajes de Caretas entre finales de 1988 y principios de 1989 a los que LaMula.pe tuvo acceso aparece una de las pocas fotos que se tienen del comandante Camión. La imagen, que en vida nunca llegó a publicar, la había tomado Hugo Bustíos, y fue publicada post mortem por Caretas, el 5 de diciembre de 1988.
Muchos de los testigos y sobrevivientes de la muerte de Bustíos afirman que las fuerzas armadas se la tenían jurada. Y de acuerdo con la denuncia publicada ayer por Ideele que abriría el juicio a uno de los autores materiales del crimen, Daniel Urresti Elera fue el líder del escuadrón que roció de balas e hizo explotar el cuerpo de este periodista, e intentó asesinar también al fotógrafo Eduardo Rojas, hiriéndole de 4 balazos.
Todo sobre la denuncia que se está cursando al actual ministro del interior, Daniel Urresti, por el asesinato del periodista Hugo Bustíos, aquí.
¿Quién era 'Arturo'?