Después de haber sido prohibida por los españoles y relegada por las nuevas naciones republicanas, la 'fiesta del sol' fue recuperada a comienzos del siglo XX gracias a los movimientos indígenas que entonces insurgieron, así como a la labor de intelectuales que asumieron el compromiso de apoyarlos, recobrando así el esplendor y espiritualidad que siglos antes tuvo. Es la fiesta de mayor relevancia en los Andes, la cual no conmemora una guerra ni una revolución, ni a un héroe ni a una conquista, hechos que por lo general enaltecen el triunfo de unos pero esconden la desgracia de otros, sino que más bien nos reúne con lo universal y trascendente, con la madre naturaleza y con su representante más precioso, el Padre Sol, el Tayta Inti, que en su devenir constante nos revela el valor de la permanencia, la vitalidad y la armonía.

Los occidentales consideraron bárbaros a los nativos americanos por deificar la naturaleza, por celebrarla y animarla, durante siglos los consideraron de esta manera. Los desequilibrios ecológicos que en la actualidad se suceden confirman sin embargo que una nueva visión es necesaria si queremos un mundo sano para nosotros y para nuestros hijos, una visión que paradójicamente tiene mucho que ver con la de aquellos "bárbaros" relegados ¿no es ese el mundo en el que la Pachamama, el Tayta Inti, la Mamacocha y los Apus fueron respetados y enaltecidos?

En el 2003, migrantes ecuatorianos radicados en Hungría organizaron el primer Inti Raymi, y desde entonces no ha pasado ni un solo año sin esta celebración, a la que se sumaron bolivianos, peruanos, colombianos, argentinos y los propios húngaros, entre otros europeos. El año pasado dimos cuenta de esta celebración y ahora compartimos imágenes de este 2014, que nuevamente llenó de colorido las principales calles de la capital húngara. Comparto las fotos enviadas por nuestro compatriota Javier Zea.

Bonus track

Así se celebra la Fiesta del Sol en Hungría

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