Esther Honig, una reportera estadounidense, llevó a cabo un interesante y sencillo experimento que permite reflexionar sobre la manera en que es concebida la belleza femenina en varios países, y también acerca de los factores que influyen en dicha concepción, como la religión o la tradición de una determinada sociedad.

Para este experimento, Honig no necesitó más que de su propio retrato y el trabajo de diseñadores, entre aficionados y profesionales, de varias partes del mundo, a los cuales contactó a través de la plataforma Fiverr, una web en la que las personas ofrecen sus servicios por una cifra que nunca debe superar los cinco dólares.

Ella los contrató para que, usando el programa Photoshop, intervinieran su rostro libre de maquillaje y lo adecuaran al ideal de belleza de sus propios países.

En la web oficial del proyecto, titulado Before & After, la periodista señala que las imágenes seleccionadas hasta ahora, y que muestran la labor realizada en países como Estados Unidos, Bulgaria, Kenia o Bangladesh, le resultan "intrigantes y perspicaces", y que cada una "es un reflejo de los conceptos de belleza tanto personales como culturales de sus creadores".

Al compararlas, resulta evidente que la belleza no se ajusta a un único molde, ni siquiera entre países que colindan entre sí o que pertenecen a un continente en particular. 

Además, otro rasgo del conjunto que sobresale de inmediato es que en cada una de las intervenciones sobre el rostro de Honig se trata de alisar la superficie de la piel, como si en cada caso —correspondiente a una latitud distinta del planeta— coincidiera rotundamente el culto por la juventud.

Basta apreciar las imágenes para darse cuenta de aquellos detalles:

América:

Europa:

Asia:

África:

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