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¿Lima volverá a ser la mala de la película?

Mirko Lauer propone debate sobre la reorganización del sistema regional, en simultáneo con el control de los recursos de los gobiernos regionales y locales.

Publicado: 2014-06-26

Esta semana, el Congreso de la República aprobó un proyecto de ley para cautelar el uso adecuado de los recursos públicos en los gobiernos regionales y locales. La iniciativa legislativa plantea la creación de una unidad ejecutora extraordinaria, transitoria y especial para mantener la operatividad del gobierno regional y gobierno local, mantener la adecuada ejecución del gasto y garantizar la prestación de los servicios públicos a favor de la población. La medida ha recibido opiniones favorables de la Contraloría, pero no pocas críticas. Sobre esto escribe Mirko Lauer en su columna de hoy publicada en el diario La República, que aquí compartimos.

El anuncio de unidades especiales para administrar los recursos de los gobiernos regionales intervenidos es la crisis más seria de esta institución desde que fue establecida. Como las regiones con problemas penales en lo administrativo son cada vez más, el gobierno central puede terminar manejando la economía fiscal en buena parte de ellas.

No es el único problema en el horizonte de lugares como Áncash, Cajamarca, Huancavelica o Loreto, para mencionar lo más avanzado en el proceso. La desaceleración económica, que incluye una caída en la inversión privada, significa menos fondos para todos los gobiernos regionales, y en muchos casos una dependencia adicional respecto del MEF.

Inevitablemente Lima volverá a ser la mala de la película regional. Además el regionalismo, que hasta ayer fue un impulso administrativo sintonizado con el crecimiento, puede volver a ser sobre todo una ideología de reivindicaciones, también frente a las empresas de cada zona. Podría volver la hora de los frentes de defensa radicales, incluso en estas elecciones.

A esto debemos sumarle nuevas normas por las que el Estado se compromete a ceder mucho menos ante las presiones del ambientalismo antiextractivo, origen de más de dos tercios de los conflictos sociales. Así, menos concesión al ambientalismo, menos caja regional y menos autonomía de los gobiernos regionales terminaría siendo un cóctel venenoso.

Frente a la crisis del sistema regional, pues de eso estamos hablando, el gobierno tiene tres opciones. Una es comenzar aplicando mecanismos de control, algo que ha empezado a su manera con estas unidades especiales. Aunque es probable que ellas ya sean necesarias también en regiones donde el chupo corruptivo todavía no se ha puesto en evidencia.

La otra opción es lanzar de una vez el debate sobre la reorganización del sistema regional, en simultáneo con el control que empieza. A este debate deben ser invitadas figuras del espacio político regional alejadas de tareas concretas en sus instituciones. Las propuestas deben buscar un cambio suficiente, pero no pueden ser maximalistas.

La tercera opción es apagar los fuegos que vayan apareciendo, pero sin real ánimo de tomar al complicado toro regional por las astas. Esto significaría dejar la cosa en manos de investigadores, fiscales, jueces, y los medios, un conjunto con ninguna capacidad de ejercer autoridad política positiva, con los consiguientes cambios.

Es inevitable que este panorama influya en las elecciones de octubre próximo. Una plataforma electoral antilimeña y antiempresarial puede volverse más atractiva que una moderada y de buena administración. Podríamos ver, pues, un avance inédito de los políticos radicales que hasta aquí han sido una reducida minoría.


Escrito por

ALBERTO ÑIQUEN G.

Editor en La Mula. Antropólogo, periodista, melómano, viajero, culturoso, lector, curioso ... @tinkueditores


Publicado en

Redacción mulera

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