Jano Clavier nació en Venezuela hace 24 años (su papá es venezolano y su mamá peruana). Su interés por el teatro  surgió a partir de los 13 años. Según sus propias palabras, era un niño gordito que pasó por todos los deportes (entre ellos el básquet y el fútbol) hasta que se unió al taller de teatro de colegio Champagnat del país llanero. “Cuando yo llegué al taller ya tenían años de experiencia y cuando hacían montajes se esforzaban para que sea lo más profesional posible. Formar parte del proceso de creación me emocionó mucho”. 

Terminada la secundaria, el hoy joven director tenía su vocación decidida. A la par con sus estudios de Comunicación, empezó a llevar talleres y a involucrarse laboralmente en el teatro como asistente de producción. No obstante, la situación política y social de Venezuela lo obligó a emigrar. Ya en el Perú ingresó a la Universidad Católica (PUCP) en la especialidad de Artes Escénicas.

El cambio de país significó para Jano una etapa bastante complicada en su vida. A raíz del fracaso de una puesta en escena, comenzó a preguntarse si realmente el teatro era su camino. “Fue una época muy dark. Por eso tiempo yo trabajaba en el teatro La Plaza... Poco a poco fui avanzando, empecé como asistente y llegado el momento Chela de Ferrari se le ocurre formar el proyecto Sala de Parto y me convoca”.

Sala de Parto es un Festival de Teatro que tiene por objetivo estimular la creación de nuevas piezas teatrales peruanas y así formar una nueva generación de dramaturgos. Fue un proceso difícil y a la vez estimulante que le permitió perfeccionar sus conocimientos teóricos sobre la dramaturgia y a la vez asentarse dentro del mundo teatral. Fue en ese período, además donde nació el germen de "Las Crías tienen Hambre". Clavier recuerda, emocionado, el ejercicio que le dejó Mariana de Althaus durante un taller que dictaba: Hacer un escena de 10 minutos donde A quiere que B haga algo que B no quiere. Aunque suena a trabalenguas, esa pauta fue una llave que abrió la mente del dramaturgo hacia la historia que deseaba contar. 

Clavier plasmó en su obra teatral más que un simple argumento, de alguna manera las emociones de guardaba en su mochila personal. Pero el proceso continuaría con en reuniones nocturnas con Nani Pease y Tirso Causillas, quienes interpretan a los protagonistas Olga y Pablo, respectivamente. Fue en esas reuniones donde se tomó la decisión de brecha cronológica de la pareja. Una decisión que resultó beneficiosa para la historia ya que reafirma la vulnerabilidad de Pablo, el personaje que refleja el patetismo que se apodera de muchos varones en sus relaciones amorosas.

Pero no nos adelantemos, aunque todas las señales no lleven hacia la problemática de la relaciones de pareja, Las crías tienen hambre medita sobre otro tema más delicado: “El verdadero dolor de esta obra no es tanto por rompimiento de la pareja sino por el rompimiento con los padres”. Ambos personajes no pueden continuar con sus vidas si no solucionan antes sus conflictos con su padre y madre respectivamente. Dicho de otra manera nunca podrán ser ellos mismos. Y ese ha sido el principal aprendizaje del director: “conforme te acercas más a tu identidad (lo que realmente eres) te sientes más seguro de ti mismo”.

La segunda temporada va del 20 de junio hasta el 6 de julio.

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Teatro independiente. Estreno: "Las Crías tienen Hambre de Jano Clavier. (Segunda temporada)