La primera semana de junio se llevó a cabo la apertura del área cultural del edificio consagrado como Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social (Lum). Excepto por los ministros de Interior Walter Albán, y de Cultura, Diana Álvarez, ningún otro representante del Gobierno estuvo presente en la ceremonia y al día siguiente la noticia no ocupó la portada de ningún medio de comunicación.  

Ni políticos, ni ex presidentes, ni representantes de las Fuerzas Armadas se pronunciaron; a no ser por el mensaje grabado del escritor Mario Vargas Llosa resaltando la importancia de este espacio para rendir tributo a las víctimas del conflicto interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000, el hecho hubiera pasado del todo inadvertido.

Aunque se trató solo de la apertura de una zona del edificio, y aún no se han presentado los contenidos del Lum, la escasa difusión de las actividades iniciales de un lugar que busca conservar la memoria de los años de violencia que sacudieron al Perú, no es un hecho menor. Es sintomático de un proyecto que causa recelo entre militares y políticos, y es mirado con desconfiada expectativa por las víctimas y un sector del movimiento de derechos humanos.

HISTORIA DE UNA DONACIÓN

El nacimiento de lo que hoy se denomina Lum empezó durante la V Cumbre de América Latina, El Caribe, y la Unión Europea que organizó Perú en 2008. En su apretada agenda, la Primer ministro alemana, Angela Merkel hizo un espacio para visitar la muestra fotográfica "Yuyanapaq. Para recordar", que se exhibía en el Museo de la Nación.  

Yuyanapaq es una muestra en fotos, películas, cuadros sinópticos y testimonios que organizó la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) con los materiales recogidos en su investigación. En la muestra se retrata la ferocidad de la guerra terrorista que emprendió Sendero Luminoso y la desmedida respuesta del Estado, protagonizada por las Fuerzas Armadas.

Con el recuerdo de Yuyanapaq, el gobierno alemán aceptó realizar una donación de US$ 2 millones para completar la llamada “Alameda de la Memoria”, proyecto que se ubicaría en el Campo de Marte y que incluía al monumento “El Ojo que llora”, que fue inaugurado en 2005 y, de acuerdo a uno de sus principales promotores, Salomón Lerner, contó con apoyo del sector privado y del gobierno de Alejandro Toledo.

El arquitecto Luis Longhi fue el encargado de diseñar el proyecto de la Alameda de la Memoria. En su página web consta la descripción: un centro de visitantes que contendrá “El Quipu de la Memoria”, la escultura conmemorativa “El Ojo que Llora” y un museo que contendrá la exposición fotográfica “Yuyanapaq”. El complejo se instala en un área verde del Campo de Marte (Jesús María), combinando colinas inclinadas bajo las cuales se ubicarán el centro de visitantes y el museo, con una galería subterránea. Entre el paisaje inclinado compuesto por el centro de visitantes y el museo, se ubica la escultura “El Ojo que Llora”.

La siguiente etapa del proyecto, “El Quipu de la Memoria”, nunca se realizó. Y Cuando Alemania ofreció la donación el Gobierno de Alan García la rechazó. No era poco el poder y la influencia que en el segundo aprismo tenían los militares y los conservadores religiosos que habían sido críticos extremos de la CVR. Además, García nunca tuvo reparos en mostrar su descontento con el informe de la CVR y con la muestra Yuyanapaq.

Fue Antero Flores Aráoz, en ese entonces ministro de Defensa del gobierno aprista, quien declaró en los medios que un museo no era necesario para el país. Cuando esto sucedió decenas de intelectuales y personajes del mundo del arte protestaron contra la decisión del gobierno, aunque el Gobierno solo dio marcha atrás cuando MVLL publicó en el diario El País de España un artículo titulado “El Perú no necesita museos” condenando la actitud del gobierno.

ADIÓS ALAMEDA DE LA MEMORIA

Expuesto a la opinión pública internacional, el gobierno de García aceptó la donación alemana, nombró una Comisión de Alto Nivel presidida por el mismo MVLL e impuso algunas condiciones, por ejemplo, que se descartara construir el proyecto en el Campo de Marte donde se ubica “El Ojo que llora”, debido a los cuestionamientos que recibía este monumento, que como explica MVLLjunta y mezcla a quienes cayeron bajo las bombas, balas, cuchillos y pedradas senderistas con los asesinados o desaparecidos por las fuerzas del orden”. Se trata de miles de cantos rodados en los que están inscritos, tras varios cambios de concepto, los nombres de quienes figuran en el Registro Único de Víctimas, un instrumento oficial de la política de reparaciones.

Así la comisión que también integraron Luis Bambarén, Salomón Lerner, Fernando de Szyszlo, Frederick Cooper, Enrique Bernales y Juan Ossio empezó a trabajar encarpetando definitivamente el proyecto inicial de la Alameda de la Memoria.

Para personas como Salomón lerner el proyecto ha quedado desnaturalizado.

Luego vino el reemplazo del nombre de ‘museo’ por el de ‘Lugar de la Memoria’. Una de las razones de esa nueva nomenclatura era evitar la rectoría del Instituto Nacional de Cultura (INC), autoridad competente para regular la actividad museográfica en el país. En ese momento, el INC era dirigido por Cecilia Bakula sobre quien pesaban denuncias por copar la institución con funcionarios de AC, el brazo laico de Pro Eclessia Sancta, una organización religiosa conservadora cercana al Opus Dei. La comisión temía que a través de Bakula, estos grupos conservadores intentaran interferir con los contenidos.

Ya establecidos con el nombre quedaban tres tareas: encontrar un terreno donde construir el edificio que albergaría los contenidos, definir esos contenidos y licitar el modelo de construcción. De las tres tareas a la fecha se han completado dos, no exentas de críticas.

La elección de un terreno que antes fue un relleno frente al mar en Miraflores, un distrito de clase media-alta, motivó cuestionamientos de un sector de las víctimas y algunas organizaciones de derechos humanos. Acusaron al proyecto de elitista y alejado, digamos, del pueblo que fue más afectado por la violencia armada, mayoritariamente andino y quechuahablante. Con la licitación no hubo mayores contratiempos, la ganaron los arquitectos peruanos Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse. Por estas semanas, fue justamente la inauguración parcial del edificio lo que ha convocado nuevamente el debate.

DISCREPANCIA MUSEOGRÁFICA

Antes de que MVLL abandonara la presidencia de la comisión en setiembre de 2010, convivían, sin conciliarse, al menos dos posiciones en torno a los contenidos museográficos que debían albergarse en el Lum. Por un lado, Salomón Lerner -acompañado de varios profesionales que trabajaron con él en la CVR- defendía la presencia de la muestra de Yuyanapaq, pero Yuyanapaq no estaba en los planes de Bernardo Roca Rey, a quien MVLL había invitado a participar en el proyecto y quien postulaba la construcción de un museo moderno con contenidos de corte más vanguardista.

La discusión llegó a su fin en setiembre de 2010, cuando junto con MVLL, Lerner abandonó la comisión en protesta por la intención del Gobierno de Alan García de “legalizar la impunidad”, con la promulgación del polémico Decreto Legislativo 1097, que cambiaba las reglas de la intervención de las fuerzas del orden en las protestas sociales.

Solo quedaron Fernando Carvallo, director nacional del Proyecto del Lum y Roca Rey, que pasó a capitanear el trabajo museográfico del proyecto con la colaboración del antropólogo y periodista Tito Castro. El grupo de trabajo quedó muy reducido y avanzó sin un norte fijo, salvo por la construcción del edificio.

García sayán  presidente de la comisión mantiene un perfil bajo.

La llegada de Ollanta Humala a la Presidencia de la República trajo nuevas modificaciones al proyecto. El nombre en principio. Se le agregó las palabras “tolerancia” e “inclusión social” (esta última frase casi convertida en un slogan del actual gobierno). En octubre de 2011 renunció el reemplazante de Vargas Llosa, Fernando de Szyszlo y se nombró a Diego García Sayán como el nuevo presidente de la Comisión.  

Así el contenido museográfico —que no fue discutido públicamente— trabajado por Roca Rey fue encarpetado, y Fernando Carvallo —hermano del recordado educador Constantino Carvallo— fue reemplazado por Denise Ledgard Antúnez, una profesional reconocida por su capacidad ejecutora, quien fue asesora jurídica de la embajada del Perú en Japón durante el proceso de extradición de Alberto Fujimori. "Yo entro en julio de este año [2013], me encuentro con un edificio al 70% de construcción y sin contenido, sin una visión muy clara de lo que quería ser", dijo Ledgard seis meses después de asumir el cargo.

NUEVO GUIóN DEL LUGAR DE LA MEMORIA

Este nuevo grupo de trabajo convocó a Miguel Rubio, director del grupo teatral Yuyachkani, para que hiciera una nueva propuesta museográfica. Hasta finales del año pasado se consultó con autoridades, periodistas, militares, policías, víctimas de las Fuerzas Armadas, viudas de los militares, empresarios hasta finales del año pasado.

Ledgard es la cara visible del proyecto.

Una vez recogidas las recomendaciones, la comisión se las entregó a Rubio para que las incorporara a su propuesta, y luego se formó otro grupo de trabajo con Jorge Burga (arquitecto), Natalia Iguiñiz (artista plástica), Jorge Villacorta (genetista y curador de arte), liderados por el historiador Ponciano del Pino para trabajar la versión final que debería estar lista en diciembre próximo.

El proyecto ha requerido más de 11 millones de dólares para concretarse, un 80% proviene de la cooperación extranjera, más de cuatro millones de Alemania, y otros aportes de la Unión Europea, según declaró al diario El País la propia Ledgard.

RENOVADAS CRÍTICAS

Pero la reciente apertura de las áreas culturales del Lum se prestó a confusión y generó renovadas críticas al proyecto. Muchos interpretaron que se trataba de la inauguración del Lum y no solo de una parte. Una de las molestias que saltó al debate es que quienes participaron en la consulta del contenido museográfico esperaban un nuevo llamado y una presentación de eventuales cambios antes de la apertura del Lum.

En un sector de los familiares de las víctimas el malestar, además, se generó por las declaraciones tanto de Diego García Sayán, presidente de la Comisión de Alto Nivel, como la propia directora del Lum, Denise Ledgard, quienes afirmaron que la concepción del Lum no es la de un monumento conmemorativo a las víctimas, sino que va “más allá” al querer convertirse en un espacio para la reconciliación.

Lo dicho por García Sayán y Ledgard desentona con las palabras de MVLL quien en el video transmitido en la primera fecha del Festival Ilumina dijo que aquel espacio “debía ser ante todo un homenaje a las víctimas”.

García Sayán no solo había declarado que el Lum no se basará exclusivamente en el informe de la CVR —de allí que haya sido excluida la muestra de Yuyanapaq— sino que además dijo que no se presentarán cifras del número de víctimas, estimadas en 69 mil por la CVR, 75% de las cuales fueron quechuahablantes.

De este modo, el Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social (Lum) que reemplazó a la Alameda de la Memoria, un espacio de tributo a las víctimas e instructivo para las nuevas generaciones, pasó a convertirse en un lugar que pone en el centro la idea de reconciliación nacional. Por ahora, parece estar aún lejos de ese objetivo. La aprobación del nuevo guión museográfico, prometida por García Sayán para diciembre de este año, será sin duda la materia de un nuevo debate sobre los contenidos de esa "reconciliación nacional", y el lugar de las víctimas en ella.